MARTES Ť 18 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

EL FORO

Ť Carlos Bonfil

Niños de Kosovo
 
''TENGO 17 AÑOS y nunca he sido feliz". Esta declaración amarga, irrebatible, es una de las múltiples voces que registra el documental de Ferenc Moldovanyi para la televisión húngara. Niños de Kosovo (Deza-Femiyet) describe el horror de la guerra de los Balcanes, el hambre, las incontables pérdidas humanas, la orfandad de los entrevistados, la mayoría niños, todo a través de testimonios muy crudos, de las páginas de algún diario íntimo o de la carta que una niña envía a su padre muerto. Más que detenerse en la desolación urbana o en la crónica de los enfrentamientos armados, la cinta de Moldovanyi evoca el aprendizaje precoz de la violencia y de un rencor que clama revancha. Niños albaneses relatan cómo sus padres fueron fríamente ejecutados por la milicia serbia, en tanto jóvenes del campo serbio denuncian la crueldad del ''terrorismo albanés". Se oponen así los testimonios, se valoran los saldos terribles de la escalada de ''limpieza étnica" del pueblo de Kosovo, y los niños muestran su grado de participación en el conflicto. Una niña anima por ejemplo una radio local en la ciudad dividida de Mitrovica y entrevista a infantes de ambos lados (un sector con mayoría serbia, el otro, predominantemente albanés), todo a partir de una interrogación sencilla: ¿Cómo has sobrevivido la guerra? En un centro educativo los niños albaneses corean consignas nacionalistas y de resistencia a la agresión serbia, hablan de expulsiones forzadas, de hogares incendiados y de la ejecución sumaria de sus familiares. El año es 2000 y la interrupción de las hostilidades no indica de modo alguno el apaciguamiento de la violencia verbal o de un odio reanimado por el recuento de los horrores vividos. Un muro separa apenas a las dos poblaciones de Mitrovica, pero la herida de los agravios mutuamente infligidos impide toda reconciliación y todo diálogo.

EN LA CINTA de Moldovanyi esta situación tiene su reflejo más contundente en las declaraciones mismas de los niños, renuentes a todo tipo de perdón, prometiendo en medio del llanto tomar represalias contra cualquier persona del bando que asesinó a sus padres. Niños... muestra la actividad de estos protagonistas niños o adolescentes en la radio o incluso detrás de la cámara superocho con que se realiza originalmente la cinta. Hijos de múltiples combates callejeros, nacidos algunos de ellos en condiciones infrahumanas ''porque era imposible para una madre llegar a un hospital en medio de las bombas", el recuento de su infancia está desprovisto de toda ilusión humanista. Lejos de un trabajo de ficción como El círculo perfecto (1997), de Ademir Kenovic, con su elogio del amor fraterno que resiste los embates de la irracionalidad, lejos también de los paisajes de devastación en La mirada de Ulises (1995), de Angelopoulos, y su reflexión metafísica, el trabajo del documentalista húngaro señala una cercanía mayor con Bienvenido a Sarajevo (1997), la estupenda cinta inglesa de Michael Winterbottom, sobre los niños huérfanos del conflicto balcánico. Niños... añade a esta serie de películas sobre la guerra balcánica un elemento de reflexión inquietante: la instalación del odio en la conciencia infantil y sus consecuencias aún incalculables.