MARTES Ť 18 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Moscú deja abierta la posibilidad de brindar asistencia militar a Washington

Rusia compartirá con EU información sobre campamentos de terroristas en Afganistán

Ť Los alcances y las modalidades de la ayuda serían discutidos hoy por Ivanov y Powell

JUAN PABLO DUCH

Moscu, 17 de septiembre. Al tiempo que puso en estado de máxima alerta a los 25 mil soldados que mantiene en la frontera entre Tayikistán y Afganistán, Rusia dejó abierta este lunes la posibilidad de prestar asistencia militar a Estados Unidos, en lo que se perfila ya como un inminente ataque masivo contra el territorio controlado por el régimen fundamentalista de los talibán.

Coincidiendo con el fracaso de la misión mediadora paquistaní, ante el previsible rechazo de los talibán de cumplir el ultimátum para entregar a Osama Bin Laden, a quien el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quiere "vivo o muerto", el subsecretario estadunidense de Estado, John Bolton, hizo hoy una visita relámpago a esta capital.

El emisario de la Casa Blanca pudo confirmar aquí dos cosas: una evidente, y quizá la más relevante en el contexto de la guerra anunciada, que Rusia no se opone a una operación punitiva de Estados Unidos como respuesta a los atentados del martes de la semana pasada, y la otra, sujeta todavía a negociación, que el Kremlin está dispuesto a prestar un cierto tipo de ayuda.

Los alcances y modalidades de la ayuda rusa a Estados Unidos serán definidos, probablemente, en la reunión que sostendrán el miércoles, en Washington, el canciller Igor Ivanov y el secretario de Estado Colin Powell.

Pero ya hoy el ministro ruso del Interior, Boris Gryzlov, anticipó que Rusia compartirá con Estados Unidos toda la información que dispone sobre "la ubicación de los terroristas y sus campamentos en Afganistán".

La experiencia de 10 años

Esto último, dada la experiencia logística acumulada por Rusia durante los diez años de ocupación soviética de Afganistán, representa para Estados Unidos una utilidad mayor que facilitarle el uso de las bases militares rusas en Asia Central.

El controvertido tema, de creer el comunicado oficial del Kremlin dedicado a la visita de Bolton, ni siquiera se discutió en esta ocasión. Tal vez no se esté faltando a la verdad porque, en realidad, la llamada operación estadunidense de venganza no depende de si Rusia le presta o no sus bases.

Muchos otros países, colindantes con Afganistán, ya han aceptado colaborar con Estados Unidos "en todo lo que sea necesario", por usar la formulación de Uzbekistán, república ex soviética que no está ligada a Moscú por compromisos de índole militar y que vería con muy buenos ojos una intervención estadunidense en su vecino país, toda vez que enfrenta serias dificultades para contener a los grupos fundamentalistas propios, instigados por los talibán.

También otros tres países de la antigua Unión Soviética han hecho ofrecimientos similares: Turkmenistán, Georgia y Tayikistán. De ellos, sólo este último es miembro del Tratado de Seguridad Colectiva de la Comunidad de Estados Independientes y bastaría con que permitiera a los aviones estadunidenses utilizar su espacio aéreo.

Entre tanto, Rusia insiste en vincular los atentados en Estados Unidos con su guerra doméstica, la de Chechenia. El aparato propagandístico del Kremlin se sacó de la manga este lunes dos "revelaciones" espectaculares.

En lo que parece una clásica maniobra de rebote (la información se filtra a un periódico extranjero y después se le atribuye como fuente original), los medios afines al gobierno ruso difundieron hoy que la madre de uno de los pilotos suicidas que habría participado en el atentadomap contra el Pentágono "confirmó" que su hijo, aunque con otro nombre, "combatió hace dos años" como mercenario en Chechenia.

Asimismo, el servicio secreto ruso presentó como hallazgo singular un disco compacto sobre documentación técnica de los aviones Boeing-737 y manuales para pilotos, requisados supuestamente en el escondite de un tal Abdurajmán El Pequeño, en un poblado checheno. Hasta hoy, nadie había oído hablar del personaje, pero en cambio en muchos puestos de discos piratas, junto a cualquier estación del metro de Moscú, se puede encontrar el famoso compacto.

Ejemplos como los anteriores serían anecdóticos si no formaran parte de una sopesada estrategia informativa del Kremlin, que persigue un doble propósito: por un lado, jugar la carta chechena en la negociación de su apoyo a la operación punitiva estadunidense y, por el otro, aprovechar la coyuntura para endurecer sus acciones en Chechenia.

Este último empeño, por lo pronto, resultó al revés. Rusia sufrió este lunes uno de los mayores reveses desde que introdujo sus tropas en la república independentista, en octubre de 1999.

En pleno centro de la capital, Grozny, minutos después de haber despegado de la misma sede del gobierno checheno pro ruso, los rebeldes derribaron un helicóptero militar, causando la muerte de dos generales y seis coroneles rusos. Todos eran altos funcionarios del Estado Mayor del ejército ruso, incluido el propio subdirector operativo de esa instancia castrense, general Anatoli Pozdniakov, y se dirigían a una base militar en el Cáucaso del Norte para regresar a Moscú.

Paralelamente, en la mayor ofensiva rebelde de los últimos meses, cerca de 400 combatientes tomaron la segunda ciudad chechena en importancia, Gudermés, mientras otros 200 atacaron la localidad de Argún. Al momento de cerrar esta edición, los combates proseguían en algunas zonas y la mayoría de los rebeldes se había retirado ya a las montañas.

La región toda se está convirtiendo en un polvorín, y el contexto no parece el más adecuado para tomar vacaciones. Por lo mismo, resulta difícil entender las razones que permitieron este lunes al presidente ruso, Vladimir Putin, irse tranquilamente a pasar unos días a su residencia de Bocharov Ruchei, a orillas del Mar Negro.

El también comandante en jefe del ejército ruso, según el servicio de prensa del Kremlin, "está muy pendiente de la situación" e incluso habló por teléfono con algunos de sus colegas centroasiáticos.