LUNES Ť 17 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Constrastes
MAS QUE SALUDAR, el viejo aficionado positivo -de esos que a fuerza de magnificar hazañas toreras que vieron en el pasado acaban por aceptar lo que el empresario en turno ofrezca- vino a reclamarme por qué hace ocho días bauticé en este espacio a la Plaza México como plaza apestada.
POR ESTO, LE contesté señalando los tendidos vacíos de la plazota, porque ya no hay empresa, por bien intencionada que sea, capaz de anunciar carteles atractivos o de repetir tercias de muchachos que ya dieron espectáculo y hagan regresar a la gente a un escenario hoy desacreditado.
ANTEPONGA SU AFICION a sus aversiones empresariales, insistió el positivo en un tono como sincero, y ocúpese de destacar lo bueno o malo que ocurra en el ruedo, pues no hay más leña que la que arde. Y remató seguro: Ya podrán venir otros empresarios igual o más adinerados, que el problema de la fiesta brava es el mismo de México: Carencia de rumbos y de congruencia. Y se alejó orondo y erguido.
FUE UNA PENA que Telmex no se animara a repetir, dentro de su Feria Nacional del Novillero, a la terna del domingo anterior -Mauro Lizardo y Christian y Rubén Ortega-; habría conseguido quizá media entrada y la posibilidad de reforzar a tan interesantes prospectos con otra tarde de rivalidades bien entendidas y de promoción mejor aplicada.
PERO EN SU afán de descubrir nuevos valores configuró un cartel por lo menos desequilibrado: Manolo Lizardo, primo de Mauro pero sin su carisma ni entrega; Atanasio Velázquez, con enormes cualidades proporcionales a sus deficiencias, y Mario Zulaica, seguramente con un padrino poderoso, porque regresó a la México por tercera ocasión en la temporada y volvió a estar igual, es decir, irrelevante. El encierro de El Grullo, para no desentonar del desfile de mansos que han venido en los diez festejos, resultó descastado y soso, pero permitió comprobar avances o retrocesos en los alternantes.
PASARAN MUCHAS TARDES, insisto, antes de que se vuelva a protagonizar una confrontación novilleril como la del domingo nueve, que bajo torrencial aguacero y con otro encierro manso y dócil, sobre un ruedo convertido en inmenso charcal, enmarcara tres versiones distintas de afición, gusto, celo y entrega, muy por encima de las condiciones de los novillos o en la que, si se prefiere, los muchachos sustituyeron con su vocación la falta de bravura y transmisión de los bureles.
EN LAMENTABLE CONTRASTE, ayer no llovió durante la función, Telmex obsequió unas modestitas placas de reconocimiento a los deudos de los maestros Joselito Huerta y Curro Rivera, las cuadrillas efectuaron una lidia pésima, excepto el puyazo de Luis Miguel González al quinto, y los alternantes, salvo Atanasio Velázquez, imaginativo y ajustado, volvieron a caer en el detallismo tedioso, sin celo, entrega ni sello, en tanto que un público como de telefonistas aplaudía sin ton ni son.
LO BUENO ES que ahora la empresa de la México anuncia jueves taurinos, con combinaciones aún más despiadadas.