LUNES Ť 17 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť El fin de la guerra fría marcó el comienzo de esta variante de la novela de acción
Terrorismo y literatura, una amplia veta para el consumo de libros en Estados Unidos
Ť Antes de los recientes ataques muchos de los elementos que los conformaron estaban en las librerías de ese país Ť Tom Clancy y Jonathan Rabb, nombres clave del subgénero
CESAR GÜEMES
El terrorismo y la literatura han conformado, desde el fin de la guerra fría, una amplia veta para el consumo de libros en Estados Unidos. La precisión geográfica cabe en este caso luego de que es ese país más que cualquier otro el que produce y distribuye esta variante de la novela de acción en su propio territorio. Esto es, la novela con tema terrorista tiene en realidad muy escasa demanda fuera de Estados Unidos, salvo cuando se adapta para el cine y entonces el fenómeno cambia.
Si nos centramos en lo escrito, en lo que podemos constatar en negro sobre blanco, hay dos nombres centrales dentro de este subgénero narrativo. El primero de ellos es, desde luego, Tom Clancy; el segundo, sobre el que se ha prestado recientemente una atención muy señalada, es el prosista Jonathan Rabb, un egresado de Yale que se graduó hace no mucho en teoría política por la Universidad de Columbia. El libro que ha centrado a Rabb en la mira de los lectores, desde luego a partir de los actos terroristas en Nueva York y Washington, se titula El señor del caos, y conforma una de las muy escasas excepciones de novelas pensadas para el público estadunidense que se traduce de inmediato al castellano y puede leerse ahora bajo en la colección La Trama, bajo el sello de Ediciones B.
Rabb no es producto sólo de sus estudios, que los tiene en geopolítica, sino de la invasión de literatura por el terrorismo, antiterrorismo, conspiración y movimientos militares estratégicos, que desde hace al menos tres lustros es uno de los bastiones de la industria editorial estadunidense.
De esta suerte, podemos abocarnos al estudio de lo que el terrorismo ha sido en la literatura del vecino país del norte a partir de tres enfoques necesarios: la ficción propiamente dicha; los libros en los que se habla del mundo real, y la reflexión. En este último apartado se ha vuelto clásico el título Hablemos de terrorismo, de Noam Chomsky, que destaca por su mesura y por las masivas cantidades de información que contiene.
Numéricamente es Tom Clancy quien se ha involucrado más que cualquier otro novelista en el tema. Con excepción de un libro "serio", esto es, de no ficción, su trabajo se ha empeñado en hacerle ver a sus lectores el peligro latente que se corre cuando se vive dentro de la nación económicamente más poderosa del mundo. Su prosa directa no echa mano de grandes recursos retóricos e incluso cabría pensar que los evita. Lo que podemos llamar la "fórmula Clancy" consiste en acción externa más reacción interna más acción en el exterior. Esto es, Estados Unidos se ve siempre amenazado por fuerzas extranjeras que consiguen al menos uno de sus objetivos, crear el pánico entre los estadunidenses. A este primer paso le sigue la conmoción civil y el planteamiento de una estrategia militar y de "inteligencia", que desemboca en el final feliz esperado por lectores y protagonistas de la obra, y llevado al mundo real en forma de una respuesta cargada de violencia. Un mínimo recuento de la obra de Clancy que puede ser leída en castellano contaría con: Ordenes ejecutivas, Juegos de Estado, El silencio del Kremlin, Sin remordimientos, Peligro inminente, Juegos de patriotas, El oso y el dragón, Operación Arcoiris, Tormenta roja, Deuda de honor, Politika: juegos de poder y La caza al Octubre Rojo.
Consignemos el hecho sin interpretarlo: salvo Tom Clancy, lo cierto es que la literatura cuyo tema central es el terrorismo o los actos que atentan contra el statu quo, se leen casi solamente en inglés; su difusión en países como México o el resto de Latinoamérica es muy escasa y otro tanto ocurre en Europa, donde el terrorismo real tiene sus propios métodos, ciertamente muy distintos y con diverso objetivo que el temido por Estados Unidos y sus novelistas.
Aunque los autores que mencionaremos a continuación no llegan en número de ejemplares vendidos a las cantidades de Clancy, sí se le acercan cada vez con mayor rapidez. Tal es el caso de Michael McGarrity, con su reconocida obra Under the color of law. Lista a la cual se añade de inmediato el nombre de Norman Harris, autor de Fruit of poisonous tree, y cuyos comentarios sobre numerosos libros sobre el tema aparecen continuamente en las solapas de los "nuevos valores". En esta subdivisión es preciso colocar a Soft money: the true power in our nation's capital, de E. L. Burton; The first counsel, de Brad Meltzer, y El informante: una historia verdadera, de Kurt Eichenwald.
Junto a la ficción sobre el terrorismo se da también aquella que ensalza los valores de la milicia. En ese terreno, como Clancy en el del terrorismo, quien reina es Dale Brown, cuya obra alcanza al menos la docena de títulos, tres de los cuales son los más representativos: Flight of the old dog, Day of the cheetah y Hammerheads. Las novelas de Brown se leen casi tanto como las paradigmáticas de Clancy; la diferencia en ventas entre ambos puede explicarse a partir del siguiente postulado: siempre es más factible que el lector sea víctima de un atentado a que se convierta en defensor armado de su país. La literatura sobre terrorismo, entonces, es consumida abrumadoramente por civiles.
Si bien Dale Brown con sus obras belicistas tiene un público cautivo, aún hay otro apartado de dimensiones un poco más reducidas en cantidad, pero no en calidad, que ocupan los trabajos dedicados a exponer narrativamente las posibilidades de lo que una Tercera Guerra Mundial conllevaría. Aquí podemos situar las obras de Mark Bowden, Black hawn down: a story of modern war, y sin duda la madre de todos los simulacros que escribió John F. Antal y cuyo título completo es: Infantry combat: the rifle platoon, an interactive excercise in small. Unit tactics and leadership.
"Sobre la supremacía"
Para encontrar una definición de lo que la palabra terrorismo implica en el mundo contemporáneo, vale echar mano de la ley antiterrorismo propuesta por Argentina, un país que ha padecido ataques de esa índole, que en uno de sus apartados señala: "Se consideraran de naturaleza terrorista los delitos cometidos con explosivos, sustancias incendiarias, armas u otros medios aptos para causar estragos o la muerte o grave daño en el cuerpo o en la salud de un número indeterminado de personas, cuando tuvieren como propósito atemorizar a la población o a cierto grupo de personas, o producir represalias de carácter social o religioso, u obtener alguna medida o concesión por parte de cualquier miembro de los poderes públicos". Y esto nos lleva a El señor del caos, de Jonathan Rabb, quien luego de un amplio periplo desemboca en interesantes conclusiones.
Por ejemplo, hacia el final de la novela de Rabb se incluye un manuscrito apócrifo titulado "Sobre la supremacía", que dice en materia económica: "Construir a partir del caos en la esfera económica requiere no tener apenas contacto con el pueblo. En cambio, durante un tiempo, el encargado debe tener pleno control de toda la actividad comercial cambiaria. La gente opondrá poca resistencia. Preocupada por la súbita explosión del caos, y bien dirigida por el demagogo, reconocerá y aceptará la necesidad de medidas drásticas. (...) Todos los gremios cederán su poder al Estado. Quienes se resistan, serán tildados de enemigos, un calificativo que nadie aceptará de buen grado". Visto así, no es difícil explicarse la multiplicidad de lectores que ha tenido en reciente fecha Jonathan Rabb.
Un ejercicio de lectura distinto, que entra en el tercer rubro que hemos establecido, es el de la reflexión. Curiosamente, aquí sí es posible reunir una biblioteca mínima en castellano sin mayor problema, misma que estaría conformada por: Terrorismo fundamentalista, de Norberto Ceresole (Libertas Prodhufi); Terrorismo íntimo, de Michael Vincent Miller (Destino); El terrorismo, Patxo Unzueta (Destino); A mano armada: historia del terrorismo, Bruce Hoffman (Espasa-Calpe); Terrorismo, nacionalismo y pacificación, de Paul Gilbert (Cátedra); Psicología del terrorismo, de Francisco Alonso Fernández (Masson Editores), y Terrorismo y antiterrorismo, de Fernando Reinares (Paidós).
Si a la lectura de textos como los señalados es posible agregar aquellos que se dedican a estudiar sin ficción el modo en que operan las fuerzas armadas estadunidenses, entonces tendremos un panorama completo. En este apartado final mencionemos: America's special forces: weapons, missions, training, de David Boher; Airborne: a guided tour of an airborne task force, de Tom Clancy; Delta: America's elite counterterrorist force, de Terry Griswold; Today's green berets: US Army special forces groups, de Samuel M. Katz, y US Navy seals in action, de Hans Halberstadt.
Antes de los ataques del pasado martes, ya muchos de los elementos que los conformaron estaban en las librerías de ese país: no hay un "enemigo" nuevo, sino una nueva e imaginativa forma de hacer realidad lo que se pensó sólo como una pesadilla cinematográfica o literaria.