lunes Ť 17 Ť septiembre Ť 2001

Bernardo Barranco

El humanismo social de Fox

El "humanismo social", innovador y moderno que propone el presidente Fox en su Informe, nos recuerda la retórica tercerista socialcristiana y la novísima postura socialdemócrata por un capitalismo social con rostro humano; sin embargo, la opinión pública y los analistas no han prestado suficiente atención a este planteamiento.

ƑCuál es el cambio que se introduce? A primera vista pareciera que Fox tuviera una visión diferente del modelo estatista al plantear un humanismo con responsabilidad social. ƑTiene éste fundamento en la vieja tradición de su partido, Acción Nacional?

Durante su mensaje al Congreso, el Presidente afirmó contundente: "la alternativa mexicana al desarrollo es la de un humanismo moderno, emprendedor y socialmente responsable. Con él queremos poner a México al día y a la vanguardia de las naciones. Con él queremos lograr que México sea la historia de éxito del siglo xxi". Más adelante enfatizó: "este humanismo propone que se desarrolle la sociedad, pero también que se mejore la capacidad de gobernar. Requiere de mayor libertad, pero también de que se acaten las leyes... busca el crecimiento de la economía, pero también que sus beneficios se distribuyan con equidad... México sí tiene proyecto. Este proyecto está basado en un humanismo social innovador".

Nos encontramos ante un intento plausible de mayor definición ideológica y política que lo reivindique ante sus críticos que lo encasillan en el pragmatismo empresarial. Fox pretende tomar distancia del capitalismo salvaje con definiciones terceristas de una economía social de mercado que no padezca la dictadura de la oferta y la demanda; planteamiento enarbolado tanto por la socialdemocracia como por la democracia cristiana. Por pertenencia familiar, más que por vocación, parece querer recuperar la añeja tradición social del "humanismo cristiano" y sin mencionarlo como tal, ensaya actualizarlo, quizá como señal política de condescendencia al panismo aristocrático, heredero del humanismo cristiano de aquél que Efraín González Luna, histórico dirigente panista, expresara en 1943: "hay un humanismo, el nuestro, el del hombre íntegro y pleno, el de la libertad, el de la dignidad, el de la afirmación inconmovible del espíritu frente a la fuerza, el Humanismo de la Summa y el de la Divina comedia y de la ecúmene occidental, el humanismo de la persona y del bien nacional" (El humanismo político, volumen ii, p.15).

El humanismo es un movimiento intelectual de la modernidad, cuyas raíces se remontan a la Italia del siglo xv, y su epicentro es el renacimiento que reprocha a los intelectuales eclesiásticos de la Edad Media haber relegado el espíritu científico y la moral de la antigüedad. En el siglo xviii se consolida la idea humanista de la autosuficiencia del hombre frente a la idea de Dios. El humanismo, por tanto, es la concepción general de la vida política, económica y filosófica, basada en que la salvación del hombre sólo depende del hombre mismo. Se arraiga la idea racional de la autosustentabilidad del hombre ante Dios, quien deja de ser un misterio y se le coloca como creación del hombre mismo.

En el siglo xx, el filósofo católico francés Jacques Maritain retoma la filosofía aristotélica y critica el humanismo moderno de antropocéntrico, cuya racionalidad material y progresiva se aleja del propio hombre. Maritain igualmente cuestiona el humanismo medieval de teocéntrico, proclamando un nuevo humanismo integral, concepción que sin duda influyó notablemente en el pensamiento político de las democracias cristianas europeas y latinoamericanas, particularmente desde los años cuarenta. Figuras políticas como Aldo Moro en Italia y Conrad Adenauer en Alemania simpatizaban con el "ideal histórico" o la construcción social de un nuevo modelo de cristiandad. Personajes como Eduardo Frei en Chile o Rafael Caldera en Venezuela consideraron como libro de cabecera El humanismo integral de Maritain, editado en 1936. En México, para González Luna, más que para Gómez Morín, y para la generación de UNEC hasta Carlos Castillo Peraza, el humanismo mariataniano es la referencia obligada del pensamiento socialcristiano y el fundamento de la incómoda posición de las tres "t": terca, tediosa y tercerista, sostenida también por las altas autoridades y en diversos documentos oficiales del magisterio católico.

Pareciera que Fox malabarea con conceptos pesados y que anda en búsqueda de las raíces del panismo histórico: mayor definición y una supuesta consistencia doctrinaria. Corriendo riesgos con los neopanistas y los pragmáticos sectores empresariales, también se puede sospechar que el "humanismo social" foxista, actualizado y renovado, sea una argucia similar a la realizada por Salinas de Gortari, quien en los noventa lanzó retóricamente el "liberalismo social" para disfrazar el tecnocratismo político neoliberal, que, por cierto, cautivó a más de un empresario católico; el concepto salinista terminó de enterrar lo que quedaba del nacionalismo revolucionario en la elite política, legitimando la avalancha privatizadora, "modernizadora" y corrupta que sumió al país en una de sus encrucijadas más dolorosas que se recuerden. Ojalá esto último no se repita. Ť

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