lunes Ť 17 Ť septiembre Ť 2001
Elba Esther Gordillo
Choque de civilizaciones
En 1993 Samuel Huntington escribió un artículo para la revista Foreing Affairs que sacudió a la academia porque analizaba la geopolítica desde una perspectiva distinta al argumento clásico de que el dominio de un país sobre otro se daba en términos ideológicos o materiales, ambos sustentados por la relevancia económica o militar.
Ya en la circunstancia de una Unión Soviética derrotada como potencia hegemónica y ante el aparente fin de la historia que proponía Fukuyama, Huntington afirmaba que las batallas del futuro estarían motivadas por razones culturales, ya que las fronteras que dividirían a los países no serían geográficas sino civilizatorias. El fin del mundo bipolar, que surge de la Segunda Guerra Mundial, sustentada en una conveniente partición del mundo y en una puesta en escena que llamaron guerra fría, estaba por vivir el resurgimiento de las muchas culturas y civilizaciones que se vieron hasta entonces secuestradas.
Los trágicos sucesos del pasado 11 de septiembre nos obligan a buscar su explicación profunda y no conformarnos con la esquemática lucha entre el bien y el mal. Si bien es impensable justificar el hecho, no puede aceptarse el simplismo. Estando de acuerdo con el presidente George Bush de que los sucesos que sacudieron a Nueva York y a Washington son el inicio de la primera guerra del siglo xxi, no podemos compartir que el enemigo sea simplemente el terrorismo o el resultado de una mente perversa.
Es posible que cuando este artículo esté en prensa, se haya cometido el primero de los errores que precisamente se buscan inducir y que será el despliegue militar contra Afganistán, pero ni el enemigo será el correcto ni la solución será efectiva. El segundo error será que Estados Unidos cierre sus fronteras para prevenir más ataques, rompiendo la dinámica que ha hecho de ese país la potencia más grande jamás conocida.
Se define como enemigo el fundamentalismo y se ha decidido que éste sea el religioso y particularmente el islámico, renunciando a reconocer que hay otros fundamentalismos mucho más dañinos, como el monetario o el consumismo a ultranza como razón de vida que da origen y sentido al capitalismo salvaje.
Vale la pena recordar el atentado perpetrado contra un edificio federal en Oklahoma hace seis años por Timothy McVeigh (ejecutado apenas el 11 de junio pasado), en el que murieron 169 personas. El fenómeno de los llamados "grupos de odio" (actualmente se contabilizan 602) de las milicias de extrema derecha, representa una seria preocupación para la democracia estadunidense.
El choque de civilizaciones no es el enfrentamiento entre un modelo de vida y otro, ni la renuncia a convertir la democracia en paradigma, sino el que surge de las distintas y milenarias cosmovisiones, de lo aprendido como pertinente para hacernos cargo del tiempo y circunstancias, de cómo explicamos y entendemos al ser humano y el papel que debe jugar como parte de la vida y de lo vivo, de la definición del presente, pero también del futuro, del ser y el trascender.
Es un hecho que la civilización occidental se impuso sobre sus opuestos, pero también lo es que al proponer el "confort" como razón, al definir que la esencia está en el aquí y ahora, se fijaron límites que muy rápidamente se volvieron insalvables generando un paradigna, si bien atractivo, inalcanzable y excluyente, que es el que ha generado resistencias irreversibles. ƑPruebas? Las mismas imágenes que muestran cómo un grupo de seres humanos decidió dar la vida para demostrar que su opción no está vencida, cierto, de una manera inhumana, asesina si se quiere, pero que deja clara la profundidad de la decisión.
Junto a la evidencia de las fallas del Estado para defender a sus ciudadanos, se sigue mostrando ceguera para entender lo que en realidad está sucediendo y la complejidad del tiempo que vivimos. La solución guerrera será, si acaso, más leña para esa hoguera. Ť