LUNES Ť 17 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť Conducen pesquisas a una banda yucateca influida por grupos chicanos
Investigan a pandillas de racistas con buena posición económica por violación a bailarín
Ť En Mérida han surgido tendencias xenofóbicas y homofóbicas en los últimos años
LUIS A. BOFFIL GOMEZ CORRESPONSAL
Merida, Yuc., 16 de septiembre. Con la intención de esclarecer el caso de César Salazar Góngora, a quien un grupo de jóvenes violó tumultuariamente en agosto pasado, la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) abrió líneas de investigación que conducen a señalar en primera instancia a pandillas conformadas por jóvenes de buena posición económica con actitudes racistas.
Aunque la información es escueta, con el argumento de no entorpecer la investigación, la PGJE inició pesquisas en coordinación con Policía Judicial Estatal (PJE) y enfocó su trabajo hacia grupos similares, que han proliferado en Mérida durante los dos últimos años. Estas bandas presumiblemente serían las responsables de diversos ataques racistas y homofóbicos.
La situación rebasa el ámbito del pandillerismo considerado tradicional, que involucra pleitos entre bandas, golpes y asaltos, sino que se relaciona con jóvenes con marcadas tendencias racistas, provenientes de familias acomodadas económicamente e influidas por grupos chicanos ubicados en Los Angeles y en Chicago, Estados Unidos.
Las manifestaciones de estas bandas alcanzaron niveles xenofóbicos cuando en mayo de 2000 los llamados niños bien, agrupados en bandas, enarbolaron la bandera del regionalismo y adoptaron como lema la frase: "Orgullosamente yucateco". Bajo esta premisa fueron agredidos adolescentes originarios del Distrito Federal y de Tabasco. Las denuncias al respecto nunca prosperaron y las autoridades policiacas atribuyeron el asunto a un "pleito de pandilleros".
Esto es, en parte, el panorama que rodea el expediente del joven bailarín César Salazar Góngora, el cual ha generado protestas organizadas por organismos defensores de los derechos humanos que brindan respaldo a la comunidad homosexual, así como a otros sectores socialmente marginados.
Sobre este asunto, el procurador estatal Miguel Angel Díaz Alcocer dijo desconocer si alguna pandilla perpetró el ataque contra Salazar Góngora, pero informó que se abrieron líneas de investigación en cuanto a bandas de jóvenes.
El funcionario evitó abundar sobre los expedientes de corte homofóbico; no obstante, de acuerdo con datos obtenidos y confirmados por La Jornada, las líneas de investigación apuntan al menos a cuatro pandillas: Florence 13; Southside locos (Locos del lado sur); Brotherhood of our Family (BOF, Hermandad de nuestra familia) y Neighbur (vecino).
En entrevista, el investigador Edgar Rodríguez Cimé, especialista en temas de pandillerismo, grupos de jóvenes pudientes aficionados a los reventones rave, grafiteros y aficionados a la música hip hop, comentó que en la entidad operan bandas entre las que destacan las antes mencionadas y otras denominadas Raza latina, Nework, Gabos y Los ruffles, que incluso mantienen comunicación entre sí por Internet. Una de sus páginas es www.yukas.com.
Sin embargo, la intercomunicación traspasa las fronteras. Estas bandas lograron establecer contacto con un grupo chicano localizado en Los Angeles y Chicago: The almigthy latin kings and queens (Nación de los todopoderosos reyes y reinas latinos), fundada a principios de la década de los 70 en Chicago, para defender de la discriminación a latinos avecindados en Estados Unidos. Se le considera una de las organizaciones más violentas del vecino país.
En la connotación estatal, estas pandillas adquirieron una estrategia diferente, se volvieron radicales, regionalistas y discriminatorias. "Toda una amalgama de xenofobia y homofobia", comentó el analista Rodríguez Cimé.
Según las líneas de investigación de la PGJE es probable que una banda yucateca estuviera tras el atentado perpetrado el 10 de agosto anterior en contra de César Salazar Góngora, y de otros 15 casos más reportados de 1999 a la fecha, mismos que la Procuraduría, en ese entonces a cargo de José Manuel Echeverría Bastarrachea, desechó al "perderse" los expedientes. No fue así en el caso de Salazar, cuya denuncia 13/21o./2001 fue atendida personalmente por el actual titular de la PGJE, Miguel Angel Díaz Herrera.
La Jornada documentó el 2 de mayo de 1999 una serie de agresiones contra adolescentes tabasqueños por parte de bandas con expresiones xenofóbicas y cuyo lema era: "Soy orgullosamente yucateco".
Según descripciones ofrecida por las víctimas, los atacantes se identificaban con términos en inglés y español sólo en las reuniones de pandilleros estadunidenses, llamadas clicas o gangas.
Según Edgar Rodríguez, los mencionados términos son utilizados por organizadores de raves, con potencial económico y tendencia racista, que en Yucatán se traduciría en regionalismo, algo de que carecen los pandilleros tradicionales que proliferan en las zonas marginadas de Mérida.
En cambio, las bandas chicanizadas evaden a la policía, sus familiares tienen cierta influencia en círculos sociales importantes y no acostumbran invadir territorios, pero sí defienden a los suyos de foráneos, gays y activistas relacionados con la defensa de los derechos humanos. "Los miembros de las agrupaciones tienen una premisa fundamental: no recurrir a delitos para obtener dinero", explicó el investigador.
Sin embargo, la tendencia regional se inscribe en la homofobia y el racismo, afirmó Rodríguez Cimé.
El periódico local El Mundo al Día publicó el 28 de febrero anterior un reportaje sobre la proliferación de macrobandas de niños bien en Mérida, de tendencias racistas y ligadas a organizaciones chicanas en Estados Unidos, aunque se evitó información sobre presuntas agresiones sexuales a gays y casos de xenofobia.
El reportaje también describe a algunas de las bandas ya citadas, y su relación con la Nación de los todopoderosos reyes y reinas latinos, "Es la nueva generación de las pandillas meridanas", afirmó Edgar Rodríguez.
En tanto, la Procuraduría de Justicia estatal investiga la agresión contra César Salazar, y sus primeras líneas se enfocan a estas pandillas, cuyo territorio abarca el norte y poniente de la capital. Mientras esto avanza, el joven bailarín se mantiene escondido ante las amenazas de muerte por parte de sus agresores y la falta de seguridad a su persona que le prometió el procurador Díaz Herrera.