El Siglo de Plata ruso
Noticia
Los poetas rusos de las dos primeras décadas
del siglo xx, con su actitud de ruptura y experimentación, crearon
las bases de la poesía rusa moderna, en un país que se debatía
permanentemente entre el abismo social y las utopías. Muchos de
esos creadores llevaron a cabo sus invenciones y sus búsquedas en
circunstancias realmente extremas, en situaciones límite, pero aún
así siempre supieron que su principal compromiso, si lo había,
era con el lenguaje y la palabra. Después de Pushkin y Tiútchev
no había sucedido nada de interés en la poesía rusa
hasta que apareció Innokienti Amnienski, un verdadero renovador
de la forma y el ritmo, que influyó de manera decisiva en toda una
pléyade de poetas genuinos: Blok, Sologub, Mijail Kuzmin, Viacheslav
Ivanov, Igor Severianin, Ajmátova, Maximilian Voloshin, Pasternak,
Constantin Balmont, Zinaida Gipius, Mandelstam, Gumiliov, Nikolái
Kliuev, Esenin, Maiakovski, Velemir Jlébnikov, Tsvetáieva,
Sacha Chorni, etcétera. Estos poetas conformarían lo que
después se ha dado en llamar el Siglo de Plata de la poesía
rusa, que ha extendido su rica, múltiple y generosa incidencia en
autores más recientes como Arseni Tarkovski, Joseph Brodski, Eugenio
Rein, Anatoly Nauman, André Vossenenski, Pável Gruhskó
y los novísimos Lev Rubinshtein, Nina Oskrenko, Alexander Eremenko
e Iván Zhdánov, de quienes en otra oportunidad valdría
la pena realizar una brevísima antología. La presente muestra
es apenas
una diminuta incursión por ese mar inabarcable.
(1880-1921) Hoy no recuerdo lo que ayer pasó... Hoy no recuerdo lo que ayer pasó. En la madrugada olvido lo de la tarde anterior. En los días blancos extravío el fuego Y en las noches ya no evoco los días.
Pero, ante la muerte, en la hora decisiva, Todos los días y noches nos pasan por la mente Y entonces ?en el bochorno, en la estrechez? Es sumamente doloroso soñar En todo lo hermoso que se fue. Deseas levantarte y no puedes; Es de noche. |
Fedor Sologub (1863-1927) Avisos clasificados Se necesitan médicos y enfermeras. Así anuncian los periódicos Se necesitan sastres y modistas ¿Quién necesita poetas?
Dónde encontrar un aviso que diga: "Invitamos poeta a domicilio Porque se hizo intolerable Explicarse en el lenguaje común.
Necesitamos palabras hermosas, Estamos dispuestos a entregar el alma." Deseo comprar finca. Se necesitan vacas lecheras. |
Vladislav Jodassievich (1886-1939) Ante el espejo Yo, yo, yo, ¡qué palabra salvaje! ¿Será posible que ese sea yo? ¿Acaso mamá amaba a este ser, Pálido y gris, medio canoso Acaso ese chico que en el verano Bailaba en la casa de campo Era yo, aquel que en cada respuesta Bisoña inspiraba al poeta Aversión, cólera y miedo?
¿Acaso era aquel que en las discusiones Nocturnas volvía vivo todo lo pueril, Acaso era yo el mismo que De las trágicas conversaciones Aprendió a callar y sonreír?
Así sucede por lo demás en medio Del fatal camino de la vida: Del motivo más nimio al más alto, Miras, perdido en el desierto, Sin encontrar jamás las propias huellas.
No hay pantera que me haya acosado En algún desván parisino. Y Virgilio ya no me acompaña, Sólo la soledad en el paisaje Empaña el cristal con la verdad. |
(1890-1960) Los días singulares A lo largo de los inviernos Recuerdo los días lejanos del sol, Cada uno fue irrepetible Y se prolongó sin final.
Una absoluta alternación Componía mal que bien Aquellos días únicos, cuando Nos parecía que el tiempo se iba.
Yo los recuerdo sin excepción: Es casi la mitad del invierno, Caminos húmedos, techos de lluvia, El sol se calienta en los témpanos.
Y los amantes, como en un sueño, Se palpan uno al otro, presurosos, Y en lo alto de los árboles Sudan de calor las hojas secas.
La pereza con flecha soñolienta Da vueltas en el cuadrante El día se alarga más que el siglo Y el abrazo no termina. |
(1885-1922) Yo no sé si la tierra gira o no... Yo no sé si la tierra gira o no, Depende, si la palabra cabe en el renglón. No sé si mis antepasados fueron o no simios, Así como no sé si se me antoja lo dulce o lo ácido. Pero yo sé que quiero arder y quiero que el sol Se una en un estremecimiento con la mano. Y quiero que el rayo de una estrella bese mis ojos, Como se besan los hermosos ojos de los venados. Quiero que cuando yo palpite un temblor total invada el universo. Y quiero creer que hay algo que permanecerá Cuando el tiempo cambie, por ejemplo, la trenza de la mujer que amo. Yo quiero sacar del paréntesis del factor común, que me da unidad, El sol, el cielo, el polvo perlado. |
Osip Mandelstam (1891-1938) Tu rostro... Tu rostro Es lo más tierno entre lo tierno, Tu mano Es lo más blanco entre lo blanco, Estás lejos De todo mundo Y todo es inevitablemente tuyo.
Inevitable Es tu tristeza Y la calidez De los dedos de tus manos, Y el sonido apacible De tus palabras Joviales Y la lejanía De tus ojos |
El oído afinado dirige la vela sensitiva... El oído afinado dirige la vela sensitiva, La mirada dilatada se desdobla Y un coro enmudecido de pájaros nocturnos Atraviesa el silencio.
Yo soy tan pobre como la naturaleza, Y tan simple como el firmamento, Y mi libertad es tan quimérica Como el canto de los pájaros nocturnos.
Yo veo al mes inanimado Y al cielo más muerto que el lienzo; Y acepto del vacío ¡Su mundo enfermo y extraño! |
¿Qué calle es ésta? La calle Mandelstam. Qué apellido más espantoso: Si no lo aireas Suena curvo y no recto.
Poco en él es lineal Más bien de carácter sombrío Y es por eso que esta calle O, mejor este foso Lleva el nombre De ese tal Mandelstam. |
(1887-1941) Beethoven Alcanzando lo imposible En plateadas y lunares sonatas, Tú, solitario, en los inmensos quebrantos Del alma, hallaste los motivos eternos.
Por eso siempre estarás vivo En las nueve sinfonías espumadas, Monumento a aquellos seres alados De natural espíritu impetuoso.
Creador de Egmont y Leonor, La vanidad, abandonando su nido, Está ahora lista a loarte,
Los ojos ciegos en tu luz se fijan, El mundo está en ti. Tu sordera desdeñosa Es una respuesta a ese honor. |
Sergéi Esenin (1895-1925) Llanura de nieve, luna blanca...
Llanura de nieve, luna blanca, Un manto cobija nuestra tierra. Los abedules lloran en el bosque. ¿Quién se extravió aquí? ¿Acaso
fui yo?
Hasta pronto, amigo mío, hasta pronto...
Hasta pronto, amigo mío, hasta pronto. Querido, en mi pecho yo te llevo. Este predestinado abandono Promete después un nuevo encuentro.
Hasta pronto, amigo mío, sin gestos ni palabras, Valiente, no entristezcas, En esta vida morir no es nuevo Y vivir tampoco nuevo es. |