SABADO Ť 15 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

EL FORO

Ť Carlos Bonfil

Happy together



A PESAR DE su fuerte impacto internacional, el realizador chino Wong Kar-Wai, nacido en Shanghai, radicado en Hong Kong, es poco conocido en México. La UNAM presentó hace tres años su filme Angeles caídos y circularon en video pirata sus cintas Cenizas del tiempo y Chungking Express (1994). El video comercial estadunidense de esta última producción tiene incluso una presentación del director Quentin Tarantino en la que admite la influencia del director oriental, elogia su estilo y su maestría al coordinar secuencias de acción, su manejo del color, su registro de atmósferas y temperaturas urbanas, y la elegancia con la que introduce a sus personajes y los desplaza en coreografías sensuales a través de un escenario siempre insólito. La elección de la música es otra distinción estilística de Kar-Wai. En sus dos cintas recientes (Happy together y In the mood for love), los títulos remiten a viejas melodías populares y la nostalgia deja de ser territorio familiar y tranquilizador para volverse una insinuación inquietante.

FRAGMENTOS DE UN discurso amoroso, Happy... es un estudio de la frustración personal y de la pasión no correspondida, menos por voluntad de los amantes que por una fatalidad que se cierne sobre ellos. Con música de Astor Piazzola y ritmos de cumbia escuchados en un bar de mala muerte del barrio de La Boca, en Buenos Aires, Kar-Wai describe el itinerario de dos amantes masculinos, uno taiwanés, el otro de Hong Kong, que en un imposible viaje a las cataratas de Iguazú intentan recobrar la confianza mutua. La solicitación amorosa de uno, las reticencias del otro, el intercambio de roles en la mendicidad de afectos, todo esto lo presenta el director como un ritual que en ocasiones llega incluso a la violencia. Las más de las veces domina sin embargo la sensualidad, enfatizada por el tango que baila la pareja en lo que para ellos es el último rincón del mundo.

KAR-WAI LO ha repetido: no importa en absoluto la preferencia sexual de los personajes; el sufrimiento amoroso no es menos agudo fuera que dentro de la norma. Lo relevante, y esto lo prueba el resto de su filmografía, es capturar con economía visual, con vigor expresivo, lo que una pareja no alcanza a decir de su pasión, o la confusión que a menudo se apodera de lo que sí dice. En Happy together, y en su estupenda In the mood..., el realizador prueba ser agudo observador de las ambigüedades sentimentales, como su mentor artístico, Jean Luc Godard (Vivir su vida, El desprecio), o como el escritor Roland Barthes cuando diserta sobre la pasión amorosa.

HAPPY TOGETHER ES un producto extraño incluso en el ámbito crecientemente heterodoxo del cine oriental contemporáneo. El japonés Nagisa Oshima sorprendió el año pasado en festivales con Tabú, historia pasional entre samurais; de Corea del Sur había llegado Mentiras, relato singular de la pasión sadomasoquista entre un hombre maduro y una adolescente encerrados en un cuarto de hotel; dos años antes Kar-Wai tomaba ya distancias con el discurso erótico tradicional y se aventuraba a declinar en un solo tiempo todas las voces del desarraigo territorial, lingüístico y pasional. El resultado lo presenta hoy el Foro, y es en verdad notable.