SABADO Ť 15 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Teresa del Conde
Puntos de reflexión
Me salgo de mis temas consabidos porque lo considero necesario después de los terribles hechos del 11 de septiembre y de lo que después de esa fecha ha recogido tanto en este periódico como otros. El titular de ayer 13 de septiembre: "Vientos de guerra", es estremecedor, como lo es igualmente la foto que capta a los bomberos que izaron la bandera de su país en los restos (que ni eso son) del World Trade Center neoyorquino. En Chicago se recibieron amenazas de bomba contra varios templos musulmanes y en otras ciudades hay reportes de insultos y maltratos a personas que son árabes o que corresponden a apariencias que pueden relacionarse con la idea que tenemos del biotipo árabe, mismo que es tan plural como el del mexicano, el del italiano o el de los llamados nórdicos.
Harold Bloom, Gianni Vattimo, Rudolph Steiner, mentes privilegiadas, han alertado contra una nueva era "teológica" que desde mi punto de vista nos retrotraería a la Edad Media y por lo tanto a las cruzadas. Siglos y siglos de razonamiento, los descubrimientos científicos, los avances tecnológicos, los más grandes logros del humanismo, implicando todas las artes, echarían por tierra los principios de las más grandes creaciones humanas, entre las cuales las ideas religiosas ocupan lugar supremo, sea uno creyente o no.
The play is the thing, reza una de las líneas más celebradas de Hamlet, cuya condición es más "real" que si se tratara de un príncipe histórico que vivió en Elsinore. En este caso el entramado es la cosa, no ninguna "verdad".
La idea de Dios, creador-destructor, viene de La Biblia (el libro, aunque nunca existió como tal, igual que La Ilíada no fue puesta en letra sino mucho después). Cuando leemos La Biblia, con Dios como protagonista, vamos viendo que El progresa, se va convirtiendo en algo más unitario y mayormente ético. Allí está la esencia del monoteísmo que profesan judíos, cristianos e islámicos por igual. Pero los hindúes, que son politeístas, no son menos éticos que los mencionados. Jack Miles, un jesuita entrenado en estudios de las religiones del Este, inserta el siguiente capítulo: Does God fail? en su libro titulado simplemente God , publicado por el Concilio Nacional de las Iglesias en Estados Unidos. Dice allí que Dios no tiene una vida intelectual auto-exploratoria, "simplemente no es esa clase de Ser". Su único medio de conocerse es -hasta hoy- a través de lo que la mente humana le ha adjudicado.
Es archisabido que Mahoma, en el año 610 dC se sometió a profundas experiencias de meditación en el Monte Hira (en las afueras de la Meca). En ese tiempo, como ahora, toda situación política en la península tendía a ser al mismo tiempo una situación religiosa. Mahoma pugnaba por una vida espiritual y durante ese retiro, conocido como Ramadán, concluyó que al-Ha (Alá) el Dios más alto del panteón árabe era idéntico al Dios que veneraban los judíos y los cristianos. Alá quiere decir simplemente eso: Dios.
También afirmó que sólo un profeta de ese Dios podía solucionar los problemas de su gente, pero en nungún momento postuló que él iba a ser ese profeta.
Mahoma, dicen quienes lo han estudiado, era un hombre excepcionalmente inteligente. Parecía que su pueblo estaba destinado a un perpetuo barbarismo, pero él logró unificar casi todas las tribus de Arabia en una nueva comunicad unida, llevándoles una espiritualidad que se avenía con antiguas creencias, cosa que desató tales reservas de poder, que 100 años después el imperio árabe se extendió desde el Himalaya hasta los pirineos. No es necesario haber visitado Bujará, Granada, Córdoba, etcétera, para darse cuenta del influjo que en otros órdenes ejerció la civilización árabe, incluídos los monasterios cristianos que salvaguardaron tesoros de sabiduría durante ese largo periodo de incubación que hemos dado en llamar "el oscurantismo".
Mahoma tuvo, como los grandes poetas, revelaciones. A diferencia de Moisés, que según el relato bíblico recibió la Ley en una sola sesión en el Monte Sinaí (el Decálogo), el Corán, escrito en verso, fue recitado por Mahoma a lo largo de 23 años. No siempre, advirtió, las reverberaciones -o mensajes divinos- eran claros. El arcángel Gabriel le transmitía en ocasiones palabras que según él mismo asentó, resultaban angustiosamente penosas e inarticuladas. Comprendió que la calma y la ecuanimidad le eran necesarias para transmitir el sentido de tales reverberaciones. Entre éstas hubo una que ocupó lugar central: se trata de la dimensión divina de la vida humana.
Como digo, El Corán fue recitado, los escribas lo recogieron paso a paso. Extraigo la siguiente máxima, tomada de una traducción inglesa, y con eso termino esta nota: "con demasiada frecuencia el hombre se destruye a sí mismo. šCon qué terquedad niega la verdad!".
Sean quienes fueren los que perpetraron las pérdidas de tantas vidas, incluyendo las suyas propias, y el insensato y terrible bombardeo de símbolos, pervirtieron radicalmente los "signos" o "mensajes" divinos en aras de cuestiones que nada tienen que ver con el espíritu, ni con las tradiciones, ni con las ciencias naturales. Sólo tienen que ver con el odio. Ojalá la respuesta no sea del mismo calibre, pues el bien absoluto no es más que un paradigma y el mal por antonomasia ni Dante lo concibió en sus infernales círculos.