SABADO Ť 15 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Ante el miedo, las municiones se agotan en Texas y grupos buscan promover la paz

Se desatan el patriotismo y la xenofobia en medio de la emergencia y la incertidumbre

Ť Arrojan bombas caseras a templos islámicos en Dallas Ť Apredrean a musulmanas en Carolina del Norte Ť La mayoría de los estadunidenses decide que el enemigo es Bin Laden

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

trade_centerWashington y Nueva York, 14 de septiembre. Hay dos maneras de interpretarlo: los dioses están llorando o aún creen que este desastre no era lo suficientemente grave cuando una tormenta se desató durante la madrugada y esta mañana sobre Manhattan, empapando a los socorristas y a los que esperan milagros, y dificultando más la operación de rescate en la fosa que queda de las Torres Gemelas.

Las ofrendas aparecen por doquier, las veladoras han sido apagadas por la lluvia, que hace escurrir la tinta de los escritos rogándole a la divinidad que aparezca un familiar desaparecido, y los ramos de flores satisfacen su sed.

En Washington Square Park, bajo el famoso arco, en Union Square, así como en las plazas de toda la ciudad y la nación, las ofrendas congregan a cientos, tal vez miles de personas buscando un poco de solidaridad entre tanta soledad.

El patriotismo se manifiesta con la bandera nacional, miniatura y gigantesca, en manos de todo tipo de gente, en edificios, ventanas de hogares. En una banqueta, alguien escribió con gis: "Alcen la bandera... Dios bendiga a America".

Pero ese patriotismo también tiene una preocupante expresión bélica. Según una encuesta de la revista Time-CNN, 62 por ciento favorece que Estados Unidos declare la guerra a raíz de los ataques del martes (sólo 28 por ciento se opone). Un 92 por ciento ya decidió quién es el enemigo: Osama Bin Laden. Más de 80 por ciento favorece el asesinato de líderes responsables de los ataques terroristas, o los ataques aéreos contra objetivos militares. Un 48 por ciento contra 46 está en favor de un bombardeo de represalia que podría matar a civiles.

Pero no todos desean la guerra. Esta noche se llevo a cabo una vigilia "por la paz" en Union Square, para expresar que el "Islam no es el enemigo" y "la guerra no es la solución". Pero ese debate apenas empieza, entre la venganza y la ira, y los que temen más violencia y entienden que una guerra solo generará eso, más sangre.

Otros empiezan a temer las repercusiones en varias comunidades, en particular los inmigrantes, y sobre todo, la comunidad árabe. En Carolina del Norte, informó Rania Masri, de la organización pacifista Peace Action, fueron arrojadas piedras contra mujeres vestidas con prendas musulmanas, y se les escupió en la universidad; la escuela Islámica en Raleigh debió cerrar por la seguridad de sus estudiantes.

En Dallas fueron arrojadas bombas caseras contra templos musulmanes y por todo el país se informa de amenazas de muerte contra varias organizaciones musulmanas. A pesar de los exhortos de los políticos, desde el presidente George W. Bush hasta el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, para evitar esta clase de actos, la ola antimigratoria es palpable en todas partes de Estados Unidos.

Esa idea de que los enemigos llegan "desde afuera", que son los que nos amenazan y nos matan, se extiende. Al mismo tiempo, cientos de inmigrantes participan en las tareas de rescate en el World Trade Center.

Experiencia humana

Anoche, dos trabajadores de la construcción de origen europeo oriental, cubiertos de polvo blanco, relataron sus labores: cómo sacaron cuerpos, qué tan pesadas son las vigas de acero, de cómo uno casi fue aplastado, el humo, el asbesto y la frustración de no encontrar gente viva. "Yo regresaré mañana", dijo uno. "Somos seres humanos, por eso estamos ahí", explicó. Como ellos, entre los miles de voluntarios, socorristas, sindicalistas y otros que están en la operación de rescate, hay inmigrantes de América Latina (incluyendo mexicanos), de Europa y de Asia.

Esta mañana, una mujer blanca de unos 50 años abordó un vagón del metro y se sentó junto a un joven negro. Ambos comenzaron a hablar y el hombre le comentaba que estaba en uno de los edificios junto a las Torres Gemelas. Le contó cómo escapó cuando empezó a derrumbarse el mundo a su alrededor, de "cómo el sol desapareció", y todo parecía una eternidad. Ella escuchaba, empezó a llorar y lo abrazó.

En una preparatoria pública en Manhattan, los alumnos comenzaron a hablar de lo ocurrido. "Toda la colonia se unió como nunca ese día (el martes), todos estaban en la calle, rezando y apoyándose el uno al otro, hasta los delincuentes". Otro dijo en voz suave: "bueno, Estados Unidos cree que puede conseguir lo que quiera, petróleo, tierras, donde sea en el planeta, y bueno, la gente de otros países se enoja. Ahora ya no somos invulnerables, como lo creíamos". Un estudiante musulmán horrorizado por lo ocurrido dice que "Estados Unidos ha bombardeado hospitales y matado a mujeres y niños, lo que se hace hacia fuera, regresa acá".

A los centros de voluntarios sigue llegando un río de bolsas y cajas de ropa, alimentos, herramientas. Los restaurantes envían comida para los voluntarios del rescate, los bomberos, los trabajadores de emergencia. De todo el país llegan voluntarios, unos manejando durante horas desde Ohio, Florida, Virginia, Georgia. "Ya no podía seguir viendo esto por televisión, tengo que hacer algo", ofrece uno como explicación.

Guerra y paz

Mientras tanto, a nivel nacional miles de personas siguen buscando cómo llegar de un punto del país a otro, unas para ver cómo nace su nieto, otros que necesitan saber lo sucedido con sus familiares, otros que no han logrado reportarse al trabajo.

El sistema aéreo, aunque ha intentado reanudar operaciones, sigue interrumpido. Los boletos de tren y autobús están agotados por días y algunos han alquilado taxis hasta por más de mil dólares para hacer viajes largos. Otros se han comprado autos usados para completar sus viajes interrumpidos por los ataques.

La incertidumbre define al país. Jamás ha enfrentado un ataque contra su territorio, nadie sabe y todos tienen que suponer, que esta "guerra" contra "nosotros" no ha acabado. Estos temores se manifiestan de diversas maneras: las municiones se han agotado en Austin, Texas, y otros lugares, diversas agrupaciones buscan cómo promover la paz, otros, según la encuesta de Time-CNN, evitarán subirse a un avión (42 por ciento), reducirán sus gastos (40 por ciento) y evitarán estar en espacios públicos (14 por ciento).

Otros más exhibirán la bandera estadunidense (86 por ciento), participarán en servicios religiosos (82 por ciento), encenderán una veladora (64 por ciento), mientras un tercio de los encuestados tiene planes para comprar abastos de emergencia.

A todo esto sigue la ardua labor de rescate -con imágenes tan parecidas a las del sismo de 1985 en México, los perros, los voluntarios de todas partes de la sociedad, los héroes de todos los días y los soldados-, aunque el pesimismo crece, no sólo por la tormenta que dificultó todo hoy, sino por el hecho de que no se ha encontrado a nadie vivo durante las últimas 24 horas.