viernes Ť 14 Ť septiembre Ť 2001

Gilberto López y Rivas

ƑAmbigüedades frente a la violencia?

En estas mismas páginas Soledad Loaeza expresó su preocupación respecto a las acciones recientes de grupos armados ante las cuales "una amplia franja de la izquierda mexicana" (en la que incluye a miembros del PRI y del PRD), algunos "panistas tránsfugas de la teología de la liberación", el gobierno de la capital y hasta el propio secretario de Sedena muestran "una enorme ambigüedad frente a la violencia" (La Jornada, 30/8/01)

En realidad, los disímiles actores tienen distintas posiciones con respecto al uso de la violencia como "instrumento de lucha política", pero cuando ésta resurge, lo juicioso es analizar su etiología y las características de los grupos sociales que la impulsan, para instrumentar una política de Estado que vaya al fondo de los problemas, los corrija de raíz y genere las transformaciones políticas y socioeconómicas para lograr una paz justa, y aun la eventual incorporación de esos grupos a la vida política. Este esfuerzo no legitima o da la razón a la vía armada. Del razonamiento de Loaeza parecería que lo correcto, además del rechazo y la satanización discursiva, es la represión, cuya espiral ya se sabe adónde conduce.

Opiniones que señalan que "la pobreza es el origen de la guerrilla" intentan, al menos, una explicación, si se quiere empírica o simplista, del contexto en que se fragua la opción armada. Si esta perspectiva "resulta fuera de lugar", hubiese que preguntar qué se propone, pues una nueva guerra en el paraíso, como la de los setenta, sería un atentado contra la mucha o poca democracia que existe en México.

Es una aberración afirmar "que las revoluciones nunca han dado a luz regímenes democráticos". Al contrario de lo que sentencia Loaeza, todas las revoluciones del siglo XX triunfaron sobre regímenes autoritarios, incluida la mexicana. ƑAcaso el porfiriato era más "democrático" que los gobiernos surgidos del movimiento armado de 1910 a 1917? ƑLa revolución rusa no derribó una oprobiosa monarquía? ƑNo había razón para luchar contra Batista? La evolución de los procesos posteriores de cada revolución es tema aparte. Por ello, expresar que "las sangrientas dictaduras latinoamericanas de los setenta están directamente vinculadas con propuestas revolucionarias y estrategias guerrilleras", aparece como justificación sui generis de los regímenes dictatoriales derrocados por insurrecciones populares, o una singular deformación histórica.

La revolución sandinista derribó la tiranía somocista que durante 40 años oprimió al pueblo nicaragüense y creó las bases para una transformación social. Las medidas revolucionarias afectaron los intereses de Estados Unidos, principal sostén de la dictadura. El gobierno estadunidense intervino durante una década contra el pequeño país, sosteniendo una guerra que costó a Nicaragua 100 mil muertos y la pérdida de cuantiosos recursos que pudieron tener otro destino. "Con todo y el precio del intervencionismo de Estados Unidos", el gobierno sandinista convocó a elecciones en 1984 y ganó, volvió a hacerlo en 1990 y perdió. A pesar de tener el control del aparato de Estado, los sandinistas reconocieron su derrota y entregaron pacíficamente el poder a Violeta Chamorro; desde entonces el FSLN es partido de oposición. En diez años de gobiernos "democráticos" de corte neoliberal, Nicaragua se convirtió en uno de los países más pobres del continente, hasta llegar a la hambruna que se padece actualmente en algunos departamentos. Y hoy que las encuestas indican que puede ganar el FSLN, Loaeza escribe: "ya muchos hablan de la reinstalación de un régimen oligárquico en el que lo único nuevo serían las caras de quienes lo dominan". Para ella no habría que haber hecho revoluciones ni derribado dictaduras, para no pagar ningún costo ni violentar el "estado de derecho". La lucha por la libertad y el bienestar de los pueblos siempre tiene un precio alto que pagan sus protagonistas. Algunas Constituciones incluso garantizan el derecho a la rebelión dadas ciertas condiciones.

No fue a mediados de los años cincuenta del siglo XX que la socialdemocracia europea abandonó la lucha revolucionaria, como ella sostiene. Sucedió en el Congreso de la Segunda Internacional, realizado en Basilea en el preludio de la Primera Guerra Mundial, cuando una buena parte de la socialdemocracia decidió apoyar a sus burguesías y exaltar el chauvinismo. Es cierto que renunciaron a la lucha de clases, pero esto es más o menos lo mismo que renunciar a la ley de la gravedad, pues las contradicciones, violencias y tragedias humanas, surgidas de la explotación clasista, son tan actuales como hace un siglo.

La izquierda mexicana organizada en el PRD no tiene una posición ambivalente con respecto a las vías para luchar por el progreso y el bienestar de la sociedad. Es claro que no es partidaria de la vía armada y mucho menos del terrorismo, malformación de la anterior. El PRD actúa en los marcos legales, participa en elecciones, posee bancadas parlamentarias, gobierna estados, ciudades, municipios y delegaciones, tiene un programa para la transformación democrática del país y sus posiciones políticas son de conocimiento público. Con todo, ese partido que sufrió el asesinato de más de 600 militantes bajo el "régimen de derecho" que tanto defiende nuestra autora, no es insensible o inconsciente ante millones de mexicanos marginados, oprimidos, que viven en condiciones infrahumanas, y cuando algunos de estos sectores recurren, en situaciones límite y desesperadas, a la violencia para hacerse escuchar, porque fueron impedidos de expresarse de otra forma, es un "inmoral oportunismo" estigmatizarlos sin coadyuvar a erradicar las causas que dan origen a su rebelión.

Ante la contrarreforma indígena y el continuismo del nuevo gobierno foxista de la estrategia de militarización y paramilitarización en la zona del conflicto y en algunas etnorregiones, habría que discernir quiénes apuestan a la violencia e impiden en los hechos diálogo y negociación. Nuevamente la responsabilidad recae sobre el gobierno federal y el Congreso de la Unión. Así, Ƒquiénes muestran ambivalencia y ambigüedad ante la violencia?