EU, cerca de declarar la guerra, pero... ¿a quién?
Ť Los 18 secuestradores recibieron capacitación aérea en propio territorio estadunidense
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 13 de septiembre. El presidente, el Congreso y toda la cúpula política de Estados Unidos están a punto de declarar la próxima guerra, pero tienen un problema: ¿quién es el enemigo?
El secretario de Estado, Colin Powell, declaró
este jueves que Osama Bin Laden, ciudadano de Arabia Saudita, es el "principal
sospechoso" de los ataques del martes contra este país. El presidente
George W. Bush afirmó que el enemigo es aquella gente "que no comparte
los mismos valores" de "nosotros". Pero el enemigo no necesariamente está
al otro lado del mundo, consideran otros.
Hasta el 11 de septiembre, el peor acto terrorista en
territorio estadunidense fue realizado por estadunidenses anglosajones,
gente capacitada en técnicas de destrucción y ataque por
las propias fuerzas armadas de Estados Unidos. Este hecho, al parecer,
ha sido casi olvidado en los últimos días, cuando nuevamente
se presenta a "un enemigo" (el terrorismo) como algo que ataca desde el
exterior.
El ex director de la CIA, James Woolsey, recordó ayer que aunque la primera reacción al bombazo que destruyó el edificio federal en la ciudad de Oklahoma fue culpar a terroristas de Medio Oriente, como Bin Laden, resultó ser un acto concebido y realizado por integrantes de milicias civiles de ultraderecha estadunidenses.
Existen unos 200 grupos armados en este país que comparten ideologías antigobierno estadunidense, y cuyas tácticas incluyen la consideración de ataques contra instituciones del gobierno federal.
Timothy McVeigh, el hombre condenado y ejecutado por el bombazo de Oklahoma, alegó en un intercambio epistolar con el famoso autor Gore Vidal, que el propio gobierno estadunidense hace mucho sentó el precedente de considerar bajas civiles como algo aceptable en ciertas acciones bélicas.
"El gobierno ha admitido tener conocimiento de la presencia de niños en o cerca de edificios del gobierno de Irak, y aun así procedieron con sus planes para bombardear", escribió McVeigh a Vidal en una carta publicada en la revista Vanity Fair.
Uno no debe aceptar este argumento, pero es lógico suponer que los que realizaron los ataques este martes compartían esta visión, y que los 18 hombres que secuestraron los cuatro aviones asumían, al igual que el ex soldado estadunidense McVeigh, que las bajas civiles son aceptables en la guerra.
Pero aun si, como el gobierno estadunidense parece estar indicando, los autores del ataque de esta semana son "extranjeros", y no miembros de una milicia estadunidense, la capacitación aérea y tal vez militar de los 18 secuestradores de los aviones fue ofrecida en territorio estadunidense. Además, este país podría haber ofrecido la primera capacitación y apoyo militar al propio Bin Laden.
El Departamento de Justicia ha reconocido que varios de
los pilotos que secuestraron los cuatro aviones y que los transformaron
en bombas suicidas no habían vivido y recibido capacitación
en Afganistán, u otra parte alejada del mundo, sino aquí
mismo, en Estados Unidos, en Florida específicamente.
Ante este hecho, qué hará Bush, quien advirtió
el martes que "no haremos distinción entre los terroristas que cometieron
estos actos y aquellos que les dan albergue", contra su hermano, el gobernador
de Florida, lugar que les dio "albergue".
O qué hará contra empresas estadunidenses que promueven este tipo de actos: la revista Time reportó hoy que los populares programas de computación Microsoft Flight Simulator y Fly It! permiten que sus usuarios pretendan volar entre las Torres Gemelas del World Trade Center y hasta chocar contra ellas.
Pero aun si Bush decide que su hermano Jeb no puede ser responsabilizado por el entrenamiento terrorista que ocurría en su territorio, varios expertos señalaron hoy que Estados Unidos fue responsable, en particular la CIA, de gran parte de la capacitación inicial en tácticas bélicas del empresario millonario Bin Laden, señalado como el tipo a quien Powell cree fue responsable de los ataques del martes pasado.
David Isby, analista conservador, quien trabaja para una empresa de defensa en Washington, confirmó a La Jornada hoy que Bin Laden se sumó a los mujaidines islámicos antisoviéticos que fueron financiados y armados por la CIA para atacar a las tropas soviéticas en Afganistán. "Sí participó, aunque fue una figura relativamente menor", sostuvo Isby, y agregó que la mayor parte de los contactos de Bin Laden eran con los servicios de inteligencia paquistaníes, también financiados por la CIA, que trabajaban directamente con dicha agencia secreta estadunidense.
Pero otros, incluyendo a Michel Chossudovsky, profesor en la universidad de Ottawa, Canadá, confirmaron que Bin Laden estuvo entre los que se unieron a la guerra financiada por la CIA en Afganistán.
El profesor, en un estudio difundido por el Centro de Investigación sobre la Globalización, señala que a Bin Laden y a otros les fue dada capacitación "muy sofisticada" por la CIA. A mediados de los años 80 Estados Unidos estaba dedicando 1.5 mil millones de dólares al año para apoyar, en secreto, a los mujaidines en Afganistán y Pakistán, incluyendo 65 mil toneladas en armas y equipo al año.
Bin Laden, argumentó Chossudovsky, "es un terrorista que recibió su primera capacitación y apoyo de Estados Unidos. Mientras que la Jihad Islámica es responsabilizada por los asaltos terroristas contra el World Trade Center y el Pentágono, estas mismas organizaciones constituyen un instrumento clave de las operaciones de inteligencia militar de Estados Unidos", afirmó.
Entonces, ¿dónde y contra quién lanzará Estados Unidos esta primera guerra del siglo 21? Los tambores bélicos están apuntando hacia Afganistán hoy, y contra Bin Laden en particular. Pero poco se habla sobre la historia de este país y su relación con el terrorismo.
Hoy, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, declaró a la cadena ABC que la única forma de enfrentar esta nueva guerra es "atacar al terrorismo en su origen". La historia reciente muestra que uno de los "lugares de origen" podría ser aquí mismo.
El enemigo, en cierta medida, resulta ser no los "otros", sino algunos de los que se consideran "nosotros".