Ť Una tumba masiva es hoy el epicentro del atentado que estremeció al país
Polvo, una columna de humo y un hueco enorme, en el lugar donde estuvieron las Torres Gemelas
Ť Más de 300 bomberos desaparecidos, entre ellos el jefe del departamento y colaboradores
Ť Según se informó, 76 policías yacen bajo los escombros; once mexicanos habrían muerto
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva York, 12 de septiembre. La ciudad más ruidosa del mundo amaneció en silencio, y una enorme columna de humo y polvo era la único que cubría el hueco más visible del planeta, donde sólo hace unas cuantas horas dos torres de 110 pisos rascaban el cielo y ofrecían uno de los puntos de referencia para ubicar a la ciudad de Nueva York en el universo.
En el epicentro de la tragedia, lo que era la corona del perfil neoyorquino es hoy una tumba masiva.
No hay números precisos aún, pero las autoridades prevén que serán miles de muertos. Por ahora, se sabe de 55 cadáveres, pero hay más de 300 bomberos ?entre ellos el jefe del departamento de los bomberos y tres de sus oficiales más altos?, y unos 76 policías desaparecidos.
Se estableció una morgue en la pista de patinaje de hielo del centro deportivo Chelsea Piers, al lado del río Hudson y la calle 23 de Manhattan, y otra del otro lado del río en Nueva Jersey.
Los hospitales de Nueva York ha tratado, hasta el momento, a más de mil 100 personas heridas. La operación de rescate se ha intensificado durante las últimas 24 horas.
"Estamos escarbando a mano, pasando escombros de mano a mano en cadenas humanas de 60 personas", explicó Robert Batinski a un noticiero local.
Aun hay esperanzas de hallar sobrevivientes. Esta mañana fueron rescatadas nueve personas entre los escombros, entre ellos algunos bomberos.
Pero alrededor de las 17 horas locales, otros edificios de la zona de desastre se derrumbaron parcialmente, incluso el One Liberty Plaza, de 54 pisos, frente a donde estuvieron las Torres Gemelas, y una tienda departamental.
El edificio World Trade 5, dentro del complejo del World Trade Center, ubicado a dos cuadras de donde antes estaban las oficinas de La Jornada en esta ciudad, está en peligro de caer.
Todo ha dificultando la labor de rescate. El hotel Millenium
también está en llamas.
Las calles alrededor del desastre están alfombradas
de pedazos de escritorios y documentos de todas las oficinas desaparecidas,
testimonios de días normales antes del 11 de septiembre.
Han desaparecidos cientos de trabajadores de todas partes del mundo, desde los encargados de limpieza, de los que trabajaban en los restaurantes, y las secretarias, asistentes, técnicos, empresarios y ejecutivos que habitaban el pueblo del World Trade Center, y que provenían de todas partes del mundo.
El consulado general de México en Nueva York informó hoy que 11 mexicanos que laboraban en las Torres Gemelas "están desaparecidos y probablemente se encontraban en esos inmuebles en el momento del siniestro".
John Cleary, bombero que ha trabajado sin parar durante 24 horas, dice que debe regresar "adentro", y agrega: "Sí, tengo que regresar, tengo amigos que siguen ahí".
Algunos bomberos y policías lloran por sus compañeros perdidos, lágrimas escondidas detrás de polvo y humo.
Continúan los informes de sobrevivientes que se comunican por teléfono celular, pero con cada hora que pasa, y con cada derrumbe, esto se ha convertido en una carrera contra la desesperación.
Según un doctor que recorrió las 10 cuadras más afectadas en el sur de la isla de Manhattan, hay poco que pueda hacer un profesional médico, ya que no hay muchos sobrevivientes.
Al parecer los hospitales no necesitan mucha sangre hasta ahora, ya que han recibido a menos sobrevivientes de los que es-peraban. O sea, la muerte va ganando.
"Mi amiga trabajaba en el piso 103, y anoche no llegó a su casa. Está desaparecida, y la sigo buscando", comenta un residente a La Jornada.
Miles de personas más hacen lo mismo sólo para enfrentar la frustración de que todavía hay muy poca información. Miran hacia un hueco en el cielo, y no se ve nada más que humo.
Poco a poco, salen pedazos de rascacielos quemados, y automóviles destrozados, acero derretido, al avanzar para tratar de limpiar la destrucción. Cada pieza es una escultura siniestra.
Tropas de la Guardia Nacional patrullan la zona de desastre. Todo el tránsito vehicular está suspendido desde la Calle 14 hasta la punta sur de la isla.
Las calles de Greenwhich Village, de Chinatown, bajando
a la alcaldía y los edificios históricos de Wall Street y
la parte más antigua de esta ciudad, están vacías,
con la excepción de patrullas policiales, bomberos y ambulancias.
La mayoría de los comercios en esta zona están
cerrados, los restaurantes, la tienda de discos Tower, cines, supermercados.
La gente camina en las calles, por la Quinta Avenida, la Sexta, Broadway.
El silencio es casi inaguantable.
Los teatros de Broadway, la Bolsa de Valores de Nueva York, las escuelas públicas, algunos de los túneles y puentes, y claro los aeropuertos, siguen cerrados.
Esta noche se celebró una vigilia con velas en Washington Square Park, en me-moria de las víctimas.
El alcalde Rudolph Giuliani es tal vez el político estadunidense más ejemplar en este desastre al evitar hacer declaraciones retóricas sobre lo sucedido.
Pidió a los ciudadanos mantener la unidad y declaró: "Este acto se realizó por un odio enfermo; sería horrible si los neoyorquinos responden con lo mismo".
Héroes por todas partes: bomberos que arriesgaron la vida por la de otros, médicos, enfermeras, y personal de emergencia trabajan sin descanso.
Además, colas que dan vuelta a los hospitales con ciudadanos ofreciendo sangre. Decenas de trabajadores de secciones del sindicato de trabajadores de hierro y construcción llegan al epicentro para ayudar desmantelar los escombros de lo que ellos o sus compañeros construyeron.
"Haremos todo lo que se necesite", dice uno. "Aun si lo único que logramos es salvar una sola vida, vale la pena".
Otros voluntarios capacitados en técnicas de rescate participan, y uno que no ha dejado de trabajar durante las últimas 18 horas afirma: "Estaremos aquí hasta caer".
Cuando el gobernador de Nueva York felicitaba a un bombero hospitalizado por sus acciones heroicas, éste le replicó: "¿Qué esperabas? Soy neoyorquino".