JUEVES Ť 13 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
EL MARTES PASADO, México dejó de ser (así todo el ensueño se hubiera dado sólo en el mundo de la retórica) la nación de mayor importancia para Estados Unidos. Ese día terminó una brevísima luna de miel entre los presidentes de ambos países, para dar paso a la densa y pesada (y armada) política internacional de la potencia imperial que hoy, más que nunca, tiene intereses y no amigos, y subordinados (soldados) más que aliados o iguales.
UNA PRIMERA CONSECUENCIA de ese súbito y doloroso despertar a la realidad se dará en el terreno de los indocumentados mexicanos. El episodio del Presidente mexicano poniéndole plazo de meses al gringo para que el asunto migratorio llegara a un final feliz, pasará a formar parte del álbum de las fiestas infantiles del anfitrión, quien se daba tiempo para jugar a los amiguitos mientras los enemigos de a de veras preparaban los atentados del nuevo septiembre negro.
EN EL NUEVO esquema de seguridad nacional que desarrolla Estados Unidos a partir de los atentados del martes, resultan un grave peligro la frontera con México y el ingreso sin control desde este país. Esa percepción se fortalecerá peligrosamente si acaso hubiera algún indicio de que dicha frontera hubiera sido utilizada por los terroristas para algunas de sus maniobras (ayer se produjeron detenciones de personas de ascendencia árabe en ciudades de la franja limítrofe mexicana). Por ello, es previsible que disminuya drásticamente la tolerancia a la migración ilegal y se redoble la cacería de viajeros indeseados.
OTRA SEGUNDA CONSECUENCIA inmediata es que, sin necesidad siquiera de toque extra de clarín (con uno basta), los amigos de la casa en peligro deben presentarse a formar filas de combate. El Presidente de México y su canciller en jefe se apuntaron en el club Marlboro creyendo que se trataba solamente de una especie de cofradía vaquera de boy scouts. Hoy, sin embargo, México está comprometido a formar parte del ejército de amigos de la democracia que tratará de cobrar las afrentas del World Trade Center (y demás) y que, desde luego, habrá de recibir parte de las represalias que se produjeran.
PEOR MOMENTO PARA enterrar la doctrina Estrada no pudo encontrar el actual gobierno mexicano. El canciller Castañeda y el presidente Fox han construido sueños de grandeza para México que lo mismo buscan aportar tropas mexicanas a las fuerzas internacionales de paz, que reunificar las Coreas o ganar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. México debe ser, dicen eufóricos los dos políticos, una pieza activa de la política internacional, un elemento imprescindible para la toma de decisiones mundiales. Nada de autodeterminación de los pueblos ni neutralidades timoratas, apanicadas y apocadas. šMéxico debe ser tan alto como su Presidente, y tan brillante como su canciller!
ASI PUES, Y a pesar de que saltan a la vista los riesgos que corre la nación mexicana si persiste en su obsesión de considerarse aliada estratégica de los estadunidenses, el Ejecutivo sigue cultivando la ya desfasada idea del romance entre la cenicienta del traspatio y el príncipe en apuros. "Querido George", escribió Vicente a mano sobre la carta formal, mecanografiada, en la que daba cuenta de la consternación de los mexicanos por la desgracia del vecino. Al final de esa misiva añadió, también de su puño y letra, otra muestra de que sus sentimientos verdaderos no cabían en la gélida tipografía oficial: "Saludos y toda mi solidaridad" (no se olvide que, afanoso, el Presidente de México llegó al extremo aberrante de cancelar por sus botas la celebración en puerta de la Independencia nacional en suelo estadunidense. No fueran a enterarse los patrones de que los peones andaban de fiesta en las noches de velorio. Por cierto, no había, hasta ayer, ninguna carta dirigida a ningún querido destinatario en la que el gobierno foxista se condoliera de la muerte de mexicanos en los atentados del martes).
EL DESEO PRESIDENCIAL de convertir a México en un un soldado uniformado más de la larga fila de combatientes estadunidenses, no ha tenido objeciones reales. El Senado de la República, que es el órgano constitucionalmente encargado de vigilar el desarrollo de nuestra política exterior, prefiere dedicarse a organizar alfabéticamente (para su mejor contemplación) los agravios y desdenes que ha recibido tanto del Presidente como de su canciller. A tal grado llega la falta de respeto del titular del Poder Ejecutivo (y su canciller) hacia el Legislativo, que en la gira reciente a Washington se anunciaron medidas de política exterior que ni siquiera se habían presentado a los senadores para su conocimiento. Por la vía de los hechos, además, y para dar otro ejemplo, Tlatelolco ha impuesto una sedicente embajadora para los derechos humanos, cuya legitimidad impugnan los senadores, sin ir más allá de los alegatos tan encendidos como inútiles.
LOS PARTIDOS OPOSITORES al foxismo (para efectos prácticos no se incluye entre éstos al PAN) tampoco logran alertar a la conciencia nacional y, mucho menos, torcer el rumbo del timón cocacolo (no cocacolero). El PRI ha convocado al presidente Fox a reconsiderar la pretensión de ganar un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero los exhortos priístas suelen ganar en la opinión pública un efecto totalmente distinto al buscado. En el PRD luchan sin cuartel el fundamentalismo cardenista obsoleto y el oportunismo disfrazado de tregua, sin tiempo para atender asuntos menores como el de la nación en riesgo.
NO TODO PUEDE ser malo, habrán de pensar algunos de los bien equilibrados lectores de esta sección (que espera que el Grito sea dado este 15, en el Zócalo, en español). Cieertameente: con todos estos problemas recientes, ni quien se acuerde ya del Informe de la noche triste, ni del 7 por ciento de PIB ja, ja, ja, y ni siquiera del día en que el Presidente mexicano le quiso vender cigarros migratorios Marlboro a su colega Bush. Hoy, lo que debe preocuparnos es cómo volver a ser la nación de mayor importancia para nuestro vecino en problemas.
ASTILLAS: Desde Santa Bárbara, California, Roberto Melville informa que el pasado domingo 9 se festejó la Independencia mexicana por allá, de tal manera que no tuvieron oportunidad de cumplir con la instrucción presidencial de guardar luto en casa ajena. La costumbre gringa de usar los domingos para las celebraciones (a fin de no afectar los días normalmente laborables) podría hacer que en otros lugares nuestros paisanos ya no puedan cumplir el decreto del presidente (de México) Fox... Han llegado a la dirección electrónica de este tecleador varios correos en los que se censura o elogia lo dicho aquí respecto a la reactivación de la economía estadunidense mediante el armamentismo. Pero llama la atención que, además, arriben mensajes de corte espiritualista, recordando profecías y mencionando pasajes bíblicos presuntamente reveladores. No sabe este detentador de astillas sagradas si el fin del mundo realmente esté cerca, pero en verdad, en verdad os dice que, por lo menos, el fin de la entrega de la columna de este día sí ha llegado ya.
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