MIERCOLES Ť 12 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
LA ECONOMIA ESTADUNIDENSE comenzó ayer su reactivación.
LA INDUSTRIA MILITAR, que fue soporte importante de la campaña de George W. Bush por la presidencia, comenzó ayer mismo un proceso de crecimiento que jalará al alza a la economía nacional vecina en su conjunto. Las reacciones bélicas (que comenzaron en Kabul, y de las que el gobierno estadunidense ha negado la autoría) darán paso más delante a la aprobación del magno proyecto del escudo antimisiles, que costará 100 mil millones de dólares.
LA RECUPERACION (o reaceleración) de la economía del país al que México ha atado su destino, servirá también para mejorar expectativas locales, a pesar de la oleada de apanicamiento que llevó al peso a depreciarse circunstancialmente frente al dólar.
LA GUERRA DE revancha que está por venir (con Osama Bin Laden como objetivo) y la base social de apoyo a proyectos armamentistas que la sicosis de ayer habrá creado, está supliendo a otra guerra: la política, que los legisladores demócratas habían declarado al presidente republicano horas atrás, culpándolo de haber llevado en ocho meses (no nueve) a la economía imperial a una situación altamente preocupante, con inflación y desempleo crecientes y con el riesgo cierto de una recesión. Los opositores a Bush prendieron luces rojas ante el aumento de medio punto en la tasa estadunidense anualizada de desempleo (4.9 por ciento en agosto, contra 4.5 por ciento en julio) y ante el crecimiento de 0.2 por ciento en el producto interno bruto, contra el 1.3 habido un año atrás. Ayer mismo (ayer, ayer, ayer) esos opositores a Bush cerraban filas en la defensa del supremo interés nacional amenazado por los ataques terroristas.
A REMOLQUE PODRIA ir ahora la economía mexicana. El presidente Fox se ha afanado en anotar a México en la lista de aliados heroicos de Estados Unidos, al grado de decretar una especie de luto nacional en el exilio por los acontecimientos terroristas de ayer, al establecer que las fiestas de la Independencia nacional habrán de cancelarse en los consulados y la embajada sitos en territorio estadunidense para demostrar nuestra solidaridad (la obsequiosidad del gobierno mexicano ni siquiera será plenamente apreciada, pues la inmensa mayoría de los pocos estadunidenses que se preocupan por las festividades de los mexicanos suponen que la celebración máxima de esos "hispanos" es el 5 de mayo, y no el 15 de septiembre, a tal grado que mandatarios deseosos de agradar a la mexicanada, como Bush, pronuncian discursos en español en esas poblanas fechas).
PERO, AL IGUAL que sucede en el país vecino, en el nuestro no parece verse más allá de lo inmediato. Suponiendo que fuese comprobadamente cierta la culpabilidad de terroristas extranjeros (avecindados, en este caso, en Afganistán) y que no hubiese vertientes internas involucradas en los atentados, la posible respuesta revanchista de Estados Unidos no pareciera ser ni justa ni inteligente. No puede ser justo el cobro de venganza por mano y por decisión propia. Bombardeando el país en el que estima que reside el autor intelectual de los actos terroristas de ayer, Estados Unidos abriría el camino a un conflicto mayor que acaso podría llegar a dimensiones mundiales. No le asiste al país más poderoso de la tierra, por más dolor que hubiera entre sus ciudadanos por los reprobables atentados de ayer, el derecho a realizar juicios sumarios y a ejecutarlos al gusto. Tampoco pueden cerrarse los ojos al hecho de que, en caso de provenir de grupos de orientación islámica, el terrorismo de ayer tendría raíces (como la palestina) que no habrán de ser extinguidas sólo con actos de fuerza.
EN MEXICO ESTAN latentes focos de violencia que largamente han sido confinados a la trastienda de las argucias políticas y que, en actos de desesperación, podrían encontrar torres gemelas atacables en cualquier sitio del país. Encarrerado en la contemplación de su propia obra, embelesado en la admiración del contraste entre altas promesas y bajas realidades, el Presidente de México ha desatendido las muestras de insurrección armada que ha heredado y las que durante su gobierno han surgido. El caso emblemático es el del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Luego de convertirlo en tema central de la actividad presidencial, el empresario guanajuatense lo ha relegado a un rincón, donde presume que la pólvora con pasamontañas habrá de cebarse. Peor tratamiento se ha dado a organizaciones como el EPR, el ERPI y las FARP, al grado de inventar culpabilidades a personas que tal vez tuviesen militancia en alguna de las citadas agrupaciones, pero que no necesariamente (o al menos no a partir de las diligencias judiciales disponibles) fueron responsables de los golpes dinamiteros asestados semanas atrás a instalaciones de Banamex.
SI LOS SERVICIOS de inteligencia de la potencia mundial no fueron capaces de detectar e impedir un ataque concertado como el de ayer, mucho menos se puede esperar de las instituciones mexicanas encargadas de esos menesteres de espionaje y análisis. Si los terroristas hubiesen decidido actuar simultáneamente contra los World Trade Center de distintos países aliados del estadunidense, el Presidente mexicano habría sido testigo presencial de uno de ellos, pues ayer asistió a un acto en la filial local de esos centros de comercio globalizado. Así fuese incluso por mero mimetismo, el riesgo de acciones violentas de corte político está ahora más presente, sin que en la parte gubernamental se vea más aguzado el sentido de la justicia y la inteligencia.
Otro riesgo también debe apuntarse: el de la fascinación por los actos espectaculares que reactiven economías y conciten obligadas unidades políticas. En México está muy clara la inconformidad del titular del Poder Ejecutivo contra actos y decisiones de los otros poderes, sobre todo en materias como la reforma fiscal. Cuando parece prender la intolerancia, cuando el salvamento de la patria se cree que es obstruido por politiquerías partidistas, siempre ha de estar presente la tentación de los golpes fuertes, de los hechos impactantes.
Pero, por encima de esas minucias, recuerde: la economía estadunidense (y la de sus satélites) comenzó ayer su reactivación.
ASTILLERO: En la Cámara de Diputados de México hubo ayer violencia entre trabajadores azucareros y personal de seguridad de ese recinto legislativo. Los manifestantes demandaban la destitución de su presunto líder, el diputado Enrique Ramos, y la investigación sobre un presunto desfalco por 900 millones de pesos... Por si a alguien le interesa, el Banco de México anunció ayer que tiene más reservas de dólares que nunca.
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