Espejo en Estados Unidos
México, D.F. martes 11 de septiembre de 2001
Búsquedas en La Jornada
Números Anteriores
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Cultura
Espectáculos
Sociedad y Justicia
Estados
Capital
Mundo
Deportes
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada de Oriente
Correo electrónico

 

Editorial
 CUESTION DE PRINCIPIOS

SOLEl canciller Jorge Castañeda confunde los intereses de la nación con sus ambiciones personales, cuando incluso debería recordar que todos los gastos que la antaño noble Secretaría de Relaciones Exteriores genera, incluido su sueldo, se pagan con los impuestos de los mexicanos.

En el afán de imponer su estilo personal, Castañeda ha pasado por alto una historia y una tradición de política exterior que ha sido, en muchos momentos, de lo más rescatable de la política ejercida por el Estado Mexicano, aunque hoy algunos de los corifeos del canciller lo nieguen o lo ignoren. 

Lejos de mantener una postura personal digna, acorde con la tradición que ha heredado, su estilo personal avergüenza ya no sólo por su arrogancia incontenible sino por su vulgaridad expresiva. Todavía está presente en la memoria la falta de respeto que mostró en Chile cuando mientras se tocaban los himnos nacionales de ambos países, él llamaba con majaderías a otros funcionarios pretendiendo, seguramente, hacerse el gracioso. Las majaderías, por demás, son uno de los rasgos distintivos de sus conversaciones y en su trato despectivo a funcionarios, y al referirse a los periodistas mexicanos, como los de esta casa editorial. Ni él ni nadie puede estar por encima del protocolo que forma parte indispensable de la educación, la alta política y la representación nacional. 

Del primero de diciembre del año pasado a la fecha ha quedado manifiesto el desprecio que el funcionario tiene por los periodistas, que no hacen otra cosa, aunque le incomode, que cumplir con su deber. 

En el caso de esta casa editorial, hemos sido sumamente críticos con la política exterior que pretende imponer porque no estamos de acuerdo con ella, porque no forma parte de un sentir nacional, porque carece de bases sólidas y porque no está autorizada por el Congreso de la Unión. Por si fuera poco, esa nueva política delinea un entreguismo que nos ofende como mexicanos, además de pretender engañar y confundir por supuestos logros y avances que no son tales y en los que el canciller se ve auxiliado por su hermano, el embajador Andrés Rozental, con lo que además viola la Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos, pues el ex representante ante el Reino Unido tiene una empresa particular de consultoría en asuntos internacionales.

Sabemos que la política no puede ni debe ser estática, pero hay principios básicos que, a nosotros, nos parecen inalterables, como la defensa real de los intereses de la nación y de nuestra soberanía, incluso en un mundo globalizado, por encima de cualquier coyuntura u oportunismo faccioso. 

Hemos sido críticos, pero no irrespetuosos o groseros con su persona; somos críticos ante hechos que tienen historia y antecedentes en México y se nos quieren presentar como nuevos, como la renuncia al TIAR. Olvida el canciller que México nunca hizo suyas las implicaciones militares de dicho tratado precisamente por su tradición en política exterior. Pero ahora ese rompimiento no aspira sino a meterse en el cauce de un nuevo proyecto multinacional bajo la supremacía del ejército estadunidense. Asimismo, al intentar impulsar el ALCA, el canciller se ha alineado a una postura ajena que implica claramente una confrontación con naciones amigas, además de que, a la larga tendría consecuencias militares extranacionales a las que México se ha opuesto de manera sistemática. Nuestra crítica también se ha referido a la supuestamente exitosa recepción en el Congreso estadunidense en el que eran muchas más las ausencias que las presencias, a pesar de las sillas ocupadas. Y porque un éxito como el que se nos ha querido hacer creer también resulta sospechoso, pues viniendo de Estados Unidos todo aplauso tendrá siempre un costo. En las relaciones bilaterales y más en éstas, no existen los éxitos sino sólo los acuerdos producto del respeto y el entendimiento.

Nuestro trabajo es, ha sido y seguirá siendo poner atención a los hechos y a su significado. Sin embargo, para evitar una reiteración más de los agravios del canciller a nuestros reporteros, y con el fin de no ahondar en una confrontación que vaya más allá de los límites que deben existir en las relaciones entre prensa y gobierno -y que respetamos desde nuestra fundación-, nuestros periodistas no atenderán más las actividades que realice la Secretaría de Relaciones Exteriores o simplemente su titular. Pero nuestros lectores sabrán siempre, con mirada crítica, de las consecuencias que generen. 
 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54