MARTES Ť 11 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Leonardo García Tsao

Imágenes de corrupción y crimen en Toronto

Toronto, 10 de septiembre. Un par de estrenos hollywoodenses en el 26 Festival Cinematográfico de Toronto coinciden en revelar la corrupción en sendas instituciones, comúnmente mostradas por el cine gringo reciente como modelos de heroísmo y nobleza: la policía y el ejército. En Training day, el realizador Antoine Fuqua describe el día en que un experimentado agente antinarcóticos de Los Angeles (Denzel Washington) instruye a un oficial novato (Ethan Hawke) sobre el catálogo completo de artimañas y corruptelas para sacar provecho del poder policíaco. En su primer papel de villano, Washington exuda prepotencia y astucia barriobajera al cometer crímenes en nombre de la ley. Fuqua mantiene una tensa atmósfera de podredumbre urbana hasta el rollo final, cuando cede a las convenciones genéricas y el novato realiza actos de improbable resistencia a su superior. (Cuando la película se estrene en México sería recomendable clasificarla "no apta para judiciales". No necesitamos que aprendan nuevas mañas).

Aún más interesante es Buffalo soldiers, del cineasta australiano Gregor Jordan. La acción se sitúa en 1989, en el crepúsculo de la Guerra Fría, cuando un soldado raso acuartelado en Alemania (Joaquin Phoenix) aprovecha el hastío y el aburrimiento generalizado para hacer negocios, vendiendo droga y armas en el mercado negro. Aunque la cinta tiene rasgos de humor -por ejemplo, los mandos superiores son vistos como deficientes mentales- ésta no es la versión actualizada de MŤAŤSŤHŤ. Las transas del protagonista van acarreando consecuencias fatales, y ese efecto de bola de nieve es narrado con eficacia por el realizador.

Lo que no se explica es el reciente interés de los cineastas afroamericanos por los asesinos en serie. Primero fue Spike Lee con su esquemático Verano del asesino, y ahora los hermanos Albert y Allen Hughes han hecho una absurda especulación sobre los crímenes de Jack el Destripador en From Hell. No obstante, una atractiva reconstrucción de época -ya saben, las calles londinenses de Whitechapel, saturadas de niebla y sordidez-, la película se pierde en efectismos baratos y anacrónicos razonamientos de paranoia sobre los intereses de la familia real.

Para asesinatos en serie realmente consternantes hay que ver Señorita extraviada/ Missing young woman, elocuente documental de Lourdes Portillo sobre el caso aún no resuelto de los cientos de jóvenes mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, cuyos restos han aparecido en la zona desértica conocida como Lomas de Poleo. De manera metódica, la realizadora sigue el desarrollo cronológico de esos crímenes, estableciendo la red de ineptitud y corrupción oficial que ha impedido el esclarecimiento de los hechos. Portillo apunta con sus testimonios hacia dos principales sospechosos: los narcos y la policía, cuya probable convivencia explica la impunidad de asesinatos que se han estado cometiendo con alarmante frecuencia desde 1994. Filmada en video digital, Señorita extraviada debe darse a conocer en México por medio de alguno de los canales culturales de televisión