MEXICO S.A
Ť Carlos Fernández-Vega
EL GOBIERNO FOXISTA del cambio no muestra señales de cambio: para hacer frente a las necesidades de infraestructura que tiene el país, ha decidido repetir los fracasados esquemas que en su momento presumió -como símbolo de "modernidad"- y puso en marcha la administración de Carlos Salinas de Gortari.
EN BREVE, DE acuerdo con lo publicado por La Jornada (Patricia Muñoz) "la Secretaría de Comunicaciones y Transportes anunciará el nuevo esquema del gobierno de Vicente Fox para la licitación de carreteras, el cual se pondrá en marcha en el corto plazo y establece bases diferentes y sin riesgo para la participación de los empresarios y los inversionistas en la construcción de infraestructura nacional."
EL GENEROSO SALINAS DE GORTARI concesionó alrededor de 6 mil 300 kilómetros en 23 proyectos carreteros a sus amigos de Ingenieros Civiles Asociados (ICA), con Bernardo Quintana a la cabeza; Triturados Basálticos (Tribasa), de David Peñaloza y fuertes intereses de la familia Hank, y Grupo Mexicano de Desarrollo (GMD), en ese entonces a cargo de la familia Ballesteros. Por cierto, los tres consorcios aparecen beneficados, también, por los favores del Fobaproa. En este business, desde luego, la prioridad fue la ganancia rápida y abultada, en un esquema similar -por no decir igual- que el aplicado en la banca, las líneas aéreas y los ingenios reprivatizados.
PERO EL GUSTO les duró poco tiempo. El negocio tronó y el panorama se tiñó de gris, momentáneamente. No todo estaba perdido, porque apareció el gobierno del "bienestar para la familia" y salvó a los dueños de las empresas concesionadas con un programa de rescate carretero que originalmente implicó un pellizco de aproximadamente 25 mil millones de pesos al erario nacional.
AUN NO SE cubre el saldo económico resultante del programa de salvamento aplicado por el zedillato, cuando el gobierno del cambio decide repetir el numerito, organizado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con Pedro Cerisola a la cabeza, dependencia que "ya tiene prácticamente listo el esquema para iniciarse este mismo año, y de igual manera están ya identifica-dos y definidos los primeros proyectos carreteros que se licitarán y que comprenden todas aquellas vías que darán continuidad a la red federal, así como nuevos tramos y autopistas que han sido muy solicitados en el norte y sureste del país, para los cuales no ha habido capital federal para iniciarlos. La principal novedad del sistema es que las garan-tías de los proyectos serán compartidas y fraccionadas, a fin de que ninguno de los agentes participantes tenga ciento por ciento del proyecto".
LA NOVEDAD DE esta nueva licitación consiste, según los funcionarios involucrados, en que la norma será la coinversión: 30 por ciento el gobierno federal, igual porcentaje la iniciativa privada y 40 por ciento los "agentes financieros" -bancos o inversionistas- (es decir, 70 por ciento privado), con lo que "ningún agente tendrá que garantizar la totalidad de los proyectos, sólo una parte de los mismos. Se trata de poner a concurso carreteras sin riesgo para nadie, para que no se repita ningún rescate", en un esquema "totalmente distinto al que funcionó hace dos sexenios, que establece seguros que impedirán que ninguna empresa constructora participante vuelva a caer en la insolvencia."
EN EL ESQUEMA carretero salinista, la aportación de dineros fue la siguiente: 5 por ciento los gobiernos estatales, 12 por ciento el gobierno federal y el resto las empresas concesionadas. En el nuevo plan del gobierno del cambio, el dinero público pasaría de 17 a 30 por ciento y el resto, como en el anterior, provendría de la iniciativa privada.
ESTAN FELICES LOS "innovadores" del cambio, pero resulta que las empresas, los bancos e inversionistas privados con capacidad para construir e inyectar dinero a los proyectos carreteros no pueden ser otros que los rescatados durante el zedillato, es decir, ICA, Tribasa y GMD, los cuales han gozado de las generosas aportaciones del gobierno federal. El esquema, pues, parece no resultar tan "novedoso" como se presume, a menos -y no sería raro- que el capital extranjero le entre al quite.
ALGO MUY SIMILAR, también, a lo que podría suceder de aquí a 18 meses con los 27 ingenios azucareros expropiados, aunque en este negocio difícilmente se encontrarán una o varias trasnacionales azucareras que estén dispuestas a pagar 3 mil 300 millones de dólares, cuando menos, por los fierros viejos que el gobierno del cambio se echó al bolsillo. Esa cifra es resultante de los pasivos acumulados, más los 300 millones de dólares que la Secretaría de Hacienda tendrá que invertir en el plazo mencionado.
SIN DUDA, EL país necesita nuevas carreteras y mantener las que están en uso. Los 330 mil kilómetros existentes a lo largo y ancho del territorio nacional no sólo son insuficientes, sino que una parte considerable de ellos (alrededor de 67 por ciento) son tramos revestidos, terracería o de plano brechas "mejoradas". Entonces, carreteras, lo que se llaman carreteras, los diez mil kilómetros con cuatro o más carriles y los 98 mil kilómetros con dos carriles. Aun así, del gran total sólo 21 por ciento se encuentran en buen estado; 27 por ciento en condiciones regulares, y 52 por ciento en malas condiciones, de acuerdo con cifras de la propia Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
CON ESTA REDICION del programa de concesiones carreteras del salinato, el gobierno del cambio pretende construir cinco mil kilómetros, con una inversión total de 72 mil millones de pesos. Todo indica, pues, que el Fideicomiso de Apoyo al Rescate de Autopistas Concesionadas, en operación desde septiembre de 1998, tendrá más chamba de la que había calculado.
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