MELON
Niñas de la noche
Ť Luis Angel Silva
EN LA LLAMADA época dorada del son en México, El Patio, Zandam y Astoria eran los únicos centros nocturnos donde no había niñas de la noche. Este servidor de usted trabajó en los tres mencionados, pero también en otros cabarets donde pude conocer y entablar amistad con muchas de esas princesas nocturnas. En todos los ámbitos existen personas buenas y malas, sólo que los mojigatos y persignados, además de hipócritas, condenan sólo por sospechas sin ahondar en los motivos que tenemos los que vivimos de noche para dedicarnos a ganar nuestro sustento al amparo de la luz eléctrica y ser amigos de la penumbra.
EN MI YA larga trayectoria sonera he tenido que convivir con toda clase de especímenes y le confieso, bonko lector, que prefiero a los fascinerosos y a las mujeres malas por amigos que a los que guardan las apariencias. Cuando una de las señaladas con índice de fuego o un maloso, dan su amistad, la dan de verdad. En mi caso he tenido la oportunidad de comprobarlo varias veces.
LOS SONEROS HEMOS estado ligados a ellas y ellos por razones propias del ambiente. En una ocasión un compañero que se encontraba en situación apremiante, tuvo la desgracia de perder a su madre, lo que agravó su condición. Ya que no contaba con dinero para sufragar el sepelio, los maleantes, niñas de la noche y, por supuesto, los soneros, salieron en su ayuda. Así pudo llevarse sin contratiempos económicos el duelo. Está demás decir que de manera humilde, pero con ayuda solidaria.
UN PERSONAJE LLAMADO José Macías, conocido como el Tapatío, director del Son Clave de Oro, se distinguió por su solidaridad con el gremio sonero. Cuando hubo necesidad en su carrito, al que llamaba la Vaca Sagrada, como el avión de Harry Truman; iba cabaret por cabaret recolectando dinero para ayudar a quien lo necesitaba. Así, la hermandad sonera decía ¡presente! Por supuesto que la rivalidad artística existía, pero sólo en la tarima. Una vez abajo ésta se olvidaba, y convivíamos y compartíamos todo lo que teníamos.
EN AQUELLOS HERMOSOS años se trabajaba siete noches a la semana y, por supuesto, de forma esporádica algunas tardes en salones de baile que poco a poco iban tomando interés en el son cubano. Así, cuando algún compañero carecía de trabajo, por medio de suplencias aliviábamos su situación. Todos sabíamos "quien era quien", como decía Pepe Alameda, y el lugar que nos correspondía en el ámbito sonero. Pero, procurábamos mejorar nuestra calidad para cuando nos llamaran a ocupar el lugar que algún famoso dejara vacío, una nueva empresa nos ofreciera trabajo o una grabadora nos llamara para darnos una oportunidad. Esto impedía que algún despistado se sintiera el mejor sin serlo, y no como sucede ahora que hay más generales que tropa. Pero esto da lugar a otra entrega.
Queveres y asegunes
PARA COMPLACER AL maestro José Luis Cuevas y al doctor Héctor Aguilar Camín, diré que por supuesto he tenido mis "queveres y asegunes" con niñas de la noche, estrellas y, sobre todo, "segundas de primera" del ambiente farandulero, así como diletantes del son que solían frecuentar los sitios donde su nagüeriero (sic) ha tenido la fortuna de actuar.
NO DIVULGARE NOMBRES , por razones obvias, pero doy mi palabra de honor que todas han estado por la maceta, con todos los hierros, y con todo y peluca, sólo que poco pacientes e incomprensivas con mi amor al son. Las excepciones me han soportado y han aceptado permanecer en segundo término. Pero, eso sí, a todas las que me invitaron a compartir su almohada las he querido gratis en su momento, las recuerdo con cariño y deseo que tengan un cúmulo de parabienes, ya que he tenido buena mano. Todas se llegaron a casar después del paréntesis que tuvieron con este sonero que le agradece, enkrukoro lector, me haya regalado su atención.