LUNES Ť 10 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Miles de familias afectadas; solicitan con urgencia ayuda alimentaria internacional

Hambre y miseria en países de Centroamérica a causa de una severa y prolongada sequía

Ť Los niños padecen grave desnutrición; hospitales rurales trabajan a su máxima capacidad

REUTERS

Jocotan, Guatemala, 9 de septiembre. Todas las cunas están ocupadas en la única habitación del hospital rural de esta comunidad, y aun así decenas de padres de familia siguen llegando hasta sus puertas con sus hijos desnutridos en brazos.

mdf31527_s0Las enfermeras lavan cuidadosamente a niños cuyas edades fluctúan entre los dos y los tres años, todos ellos esqueléticos, con las costillas a flor de piel y los abdómenes hinchados, como prueba inequívoca de la grave deficiencia de proteínas.

En un cuartito lateral, un niño de apenas 12 años yace inerte. Sus miembros no le permiten moverse.

Afuera del pequeño hospital rural cerca de 30 mujeres indias chorti, vestidas con trapos sucios y jirones de tela, están de pie bajo un cobertizo arrullando a sus hijos en espera de su turno para la consulta con el médico.

Una severa y prolongada sequía llevó a decenas de miles de familias al hambre y a la miseria en América Central.

En las áreas aledañas a Jocotán, una zona fronteriza con Honduras, al menos 50 personas han muerto por desnutrición en lo que va del año.

Mortandad infantil

Cinco de las víctimas, que eran menores de edad, murieron en el hospital rural de Jocotán, en donde actualmente cuarenta niños y bebés están siendo tratados.

''Más niños están llegando todos los días'', dijo una portavoz del hospital. ''La gente sigue trayéndolos'', explica.

La última víctima de la sequía murió el pasado sábado, en la cercana localidad de Olopa, a una hora de Jocotán por estrechos caminos de tierra.

mdf31628_s0Imágenes en la televisión mostraron el cuerpo esquelético del hombre cuando era llevado a la morgue en una camilla.

El alcalde de Olopa dijo que ocho personas han muerto en esa localidad en los últimos 15 días.

Hasta hace una semana, el gobierno de este país y funcionarios de organismos internacionales de ayuda pensaban que Guatemala había escapado a los efectos desastrosos de la peor sequía que haya azotado América Central en tiempos modernos, pero estaban equivocados.

Ahora, esta área poblada por campesinos pobres descendientes directos de los mayas es objeto de esfuerzos internacionales de apoyo humanitario.

Afectados, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua

Con ayuda alimentaria llegando por fin a la zona, cientos de campesinos caminaron durante horas por senderos polvorientos, bajo un sol inclemente, para llegar hasta Jocotán y el vecino pueblo de Camotán, para hacer fila y recibir su dotación de esta semana.

Más de 350 mil campesinos pobres que viven en áreas azotadas por la sequía en Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, dependen ahora para sobrevivir de la ayuda alimentaria internacional.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas asegura que 1,5 millones de personas han sido afectadas por la severa sequía y que 700 mil campesinos han perdido al menos la mitad de sus cosechas de subsistencia de maíz, frijol y sorgo.

Y con el gobierno de Estados Unidos como el único que hasta ahora ha respondido al llamado de emergencia de la ONU, muchos funcionarios piensan que la ayuda alimentaria podría escasear en apenas cuatro semanas.

''Hay una percepción de que la situación alimentaria no es crítica... pero la verdad sí lo es, y se hará más crítica en las próximas semanas'', dijo Abby Spring, portavoz del PMA.

''No somos holgazanes, pero es que no ha llovido''

En el poblado La Remonta, en el norte de Nicaragua, el campesino Jacinto Vega, de 71 años y quien ha pasado la vida trabajando la tierra, dice que su comunidad necesitará recibir donaciones de alimentos para mantenerse en pie hasta la próxima cosecha en diciembre, porque la del mes pasado se perdió.

''No somos holgazanes. Es sólo que no ha llovido'', dijo el sábado, mientras hacía surcos en la tierra en su pequeña parcela, en preparación de la próxima cosecha.

''La fe hay que tenerla porque Dios no ha muerto y nos enviará lluvia'', dijo José Suárez, de 40 años, a Reuters, luego de indicar que de las cosechas del año anterior ''sacamos algo porque sólo cayeron tres lluvias'' durante la temporada.

En días recientes, las lluvias comenzaron a romper la sequía, elevando las esperanzas de quienes tienen semilla para plantar.

Por desgracia, muchos campesinos no pudieron comprar semilla y perderán también la próxima cosecha.

La sequía azotó la región a menos de tres años de que América Central fuera devastada por el huracán Mitch.