lunes Ť 10 Ť septiembre Ť 2001
Elba Esther Gordillo
Enseñanza perversa
En Irlanda del Norte un grupo de niñas católicas de entre cuatro y siete años, que se dirigía a su escuela, recibió el pasado 3 de septiembre una de las más perversas enseñanzas que hayan tenido y que seguramente las marcará para siempre: decenas de adultos protestantes pretendieron impedirles el tránsito por lo que ellos definen como su territorio haciendo uso de una irracional violencia que fue reprimida con más violencia.
Las imágenes describían un hecho grotesco: fornidas personas, enardecidas, fuera de sí, enfrentaban a unas niñas que, perfectamente uniformadas, asistían a su escuela, en la que muy probablemente les enseñan conceptos como la democracia, la libertad, la tolerancia, el valor de la vida y la imprescindible defensa de los derechos humanos.
Estamos hablando de un país en que los niveles de bienestar y desarrollo son muy altos: Irlanda ocupa el cuarto lugar en Europa y el noveno en el mundo, tiene un promedio educativo que supera los 14 años -dos años más que en Reino Unido-, por lo que se ubica en el decimoprimer lugar mundial.
Ante tales evidencias la duda nos asalta: o los vergonzosos hechos no sucedieron en ese país tan bien calificado o dicha calificación no ha tomado en cuenta aspectos como el odio, la intolerancia, la venganza como motivos de vida, que muchas veces tienen más impacto para la vida cotidiana de las personas que el ingreso per cápita o el producto interno bruto.
Más allá de la razón, real o supuesta, de uno u otro grupo, la lección que los sucesos de Irlanda nos deja a todos, incluso a ellos mismos, es que mientras no se decida mantener a la niñez al margen del odio, del que ella ignora razón y motivos, los problemas serán irresolubles y la violencia se reciclará consistentemente.
ƑQué educa más?, Ƒlo que se define como objetivo de aprendizaje, se plasma en los planes y programas de estudio y se transmite a través de la escuela o lo que se enseña con hechos, como cultura y forma de vida?
La única manera de superar los problemas es viendo más allá del día con día, trascender las limitaciones que el inmediatismo trae consigo y hacer de la educación la vía para evitar repetir los errores y situar las soluciones en la perspectiva temporal adecuada.
Si aquellos pueblos que han hecho del odio su esencia permitieran que las nuevas generaciones no fincaran en él su sentido trascendente, las crueles luchas que todavía sacuden al mundo, por motivos religiosos, raciales, y por reales o supuestas razones históricas, concluirían cuando el relevo generacional se diera. La remuda generacional debe servir para avanzar más allá de donde se quedó la anterior y no para estancarse ahí o, peor, para retroceder; ésa es la verdadera dimensión del avance: derrotar los atavismos conforme pasa el tiempo y no preservarlos y aun potenciarlos.
Contra el argumento de que las razones fundamentales tienen como enemigo lo que es ajeno y por ello deben ser defendidas contra todos y contra todo, y que valida a los patéticos talibanes o pretende justificar los bombazos y la sangre que se derrama por todos partes, debe decirse que no es sino una aparente justificación al miedo a enfrentar las nuevas realidades, a reconocer que las cosas cambian y que es imprescindible hacerlo también como condición de permanencia.
Si bien es necesario preservar los orígenes, la cultura, aun la ideología y las creencias, hay que hacerlo en un contexto de permanente cambio del que todos somos responsables y no entenderlo como una amenaza generada por otros; lo contrario, es simple y llanamente cobardía. Ť