SABADO Ť 8 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

José Cueli

La verdad en la pintura

Los discursos más radicalmente críticos de la modernidad contemporánea se encuentran representados por el pensamiento de Nietzsche, Marx, Freud y Heidegger, en los cuales abreva lúcidamente Jacques Derrida para formalizarlos en un pensamiento aún más radical y crítico llamado deconstrucción. En sus propias palabras: ''Lo que llamamos deconstrucción no es un conjunto técnico de procedimientos discursivos, constituye menos todavía las reglas de un nuevo método hermenéutico que trabajaría en archivos o enunciados, al amparo de una institución dada y estable... La deconstrucción no se limita ni a una reforma metodológica sustentadora de la organización dada, ni inversamente a una parodia de destrucción irresponsable o irresponsabilizante que tendría como más seguro efecto el dejar todo como está..."

Los movimientos de deconstrucción confrontan y alteran los cánones clásicos de la tradición cultural europea (filosófica, científica, literaria, estética, religiosa y política) basados en la metafísica de la presencia y el logofonocentrismo.

Recientemente apareció en español un libro de Derrida, La verdad en pintura, que reabre el complejo diálogo entre ésta y la filosofía. Desde tiempos inmemoriales ese diálogo ha sido más bien ríspido y de mutua desconfianza. Ambas atraviesan por momentos de crisis y rozan aspectos que se tornan casi aporías: la verdad y la realidad. Ahora que los cánones de la pintura se cuestionan y los cimientos de la filosofía occidental se tambalean, el encuentro y el diálogo filosofía-pintura se antoja más fructífero. Cuando la búsqueda del sentido ha dejado de ser el fin último y se pretende desmontar la distribución entre el adentro y el afuera, Derrida analiza en su texto la filosofía de Platón, Kant, Hegel y Heidegger que aún domina el discurso de la pintura y expresa: "Todo lo que Kant vislumbró bajo el nombre de párergon (por ejemplo, el marco) no está en la obra (ergon) ni fuera de ella. En cuanto se presenta la oportunidad, desmonta las oposiciones conceptuales más tranquilizadoras.

Derrida deconstruye esta observación kantiana, la pone a prueba y pregunta: Ƒes posible, acorde al discurso filosófico clásico, distinguir lo extrínseco de lo intrínseco, la obra de sus ornamentos, lo central de lo marginal, lo sensible y lo conceptual? Al respecto señala:

''No sé lo que es accesorio o esencial en una obra, dónde tiene lugar el cuadro, dónde comienza, dónde termina, cuál es su límite interno o su límite externo, cuál la superficie entre dos límites. No sé si el lugar de la Crítica de la facultad de juzgar, en donde se define el ornamento, no es también un ornamento."

Aquí se muestra con claridad el procedimiento deconstructivo, se evidencia la indefinición entre el ''marco" y el ''cuadro", entre lo ''accesorio" y lo ''sustancial" que patentiza la situación crítica tanto de la pintura como de la filosofía.

Derrida aclara que la deconstrucción no tiene por finalidad un reencuadramiento de las obras filosóficas o pictóricas, como tampoco pretende evadirse o suprimir el marco. Por el contrario, lo que sí pretende es desmantelar la supuesta evidencia entre el adentro y el afuera, y sustraerse de la ilusión de la existencia de un límite entre lo extrínseco y lo intrínseco, entre lo esencial y lo accesorio.

El libro también aborda el problema de las pinturas verdaderas y falsas, la autenticidad, del trazo singular, de la relación de la obra con una firma o con un ''yo", y para este fin toma una serie de dibujos de Valerio Adami. Y aquí nos remite a pensar en el asunto de lo originario bajo tachadura, a lo originario como no originario y al asunto del modelo y la copia que hace alusión al problema de la repetición y de la serie que aquí aborda a través de su propia lectura de una exposición de Titus-Carmel.

El planteamiento final alude al asunto de la verdad o ''algo" que haga efecto de verdad. A este propósito sirve reanimar el debate entre Heidegger y Schapiro en relación con el cuadro Un par de zapatos (1886), de Van Gogh, que Derrida deconstruye en el último ensayo titulado Restituciones; en éste comienza señalando que al asistir a un duelo entre Heidegger y Schapiro para saber a quien corresponden en verdad los zapatos desatados de Van Gogh, se pregunta lo que pasa con el deseo de restitución cuando está ligado a la verdad en pintura.