EL FORO
Carlos Bonfil
Ramo de fuego
EL PUNTO DE partida de Ramo de fuego, documental de Maureen Gosling y Ellen Osborne, coproducido por México y Estados Unidos, es la discusión acerca de la existencia o no en Juchitán, Oaxaca, de una sociedad matriarcal. Un reportaje aparecido en una revista extranjera desata en 1994 una polémica local al presentar a las mujeres juchitecas como matronas implacables, dueñas de las voluntades masculinas, jefas de familia y responsables de buena parte de la organización social. En la cultura machista que domina en el resto del país, Juchitán sería de este modo un estado de excepción; en realidad, la otra cara de una dominación de género. Ellen Osborne quiso desarticular este mito y mostrar la complejidad de una cultura zapoteca con un grado sorprendente de tolerancia hacia la expresión individual y la diversidad de conductas sexuales. El tema ha inspirado no pocas tesis académicas y varios documentales, entre los que destaca el de Maricarmen de Lara sobre La vela de las intrépidas buscadoras de peligro, una festividad anual que también evocan Gosling y Osborne.
AL EXPLORAR LA realidad juchiteca, Ramo de fuego no se limita a las cuestiones de género. La especificidad de Juchitán tiene también mucho que ver con una larga tradición de lucha política, al ser ese municipio el primero donde triunfa y gobierna durante largo tiempo una oposición, la COCEI (Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo), bajo un continuo hostigamiento del gobierno federal y de la prensa a su servicio. Maureen Gosling entrevista a hombres y mujeres del pueblo, explica el sentido de las festividades (las distintas velas a lo largo del año), la situación de travestis y homosexuales y su integración casi completa al cuerpo social juchiteco, y la defensa de la lengua zapoteca frente a un creciente proceso de aculturación en el área. El proyecto que en un inicio debía explorar la cuestión de un supuesto matriarcado local pronto deriva en una radiografía más compleja de la situación indígena. Cabe suponer que en los diez años de su maduración, de 1991 al año pasado, las realizadoras toman conciencia, entre otras cosas, de la importancia de los sacudimientos políticos en Chiapas, el estado vecino, y de modo especial de la manera en que el levantamiento zapatista coloca en primer plano la participación social de las mujeres indígenas.
RAMO DE FUEGO no establece estos paralelismos, ni tampoco es su propósito hacerlo, pero sí señala la importancia de una afirmación de la cultura indígena a través del rescate de la lengua zapoteca y de las tradiciones locales, los usos y costumbres que incluyen la tolerancia hacia las minorías sexuales. Al tocar este último punto, la situación de los muxes (homosexuales, lesbianas y travestis), los testimonios se tornan festivos, más provocadores, y el cuestionamiento de género es más incisivo, lejos ya de la interminable discusión sobre los roles de dominación en el hogar y lejos sobre todo de la visión folclórica inicial que se deleitaba en la variedad y colorido de los atuendos locales. En su conjunto, un buen trabajo documental.