SABADO Ť 8 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť El Evangelio según Jesucristo, de José Saramago, entre las obras prohibidas

Revive la censura en centros de estudio contra libros incómodos para el Vaticano

Ť Desde 1991 la jerarquía católica consideró la novela como un texto blasfemo, falsificador de la verdad histórica y difamador de los personajes del Nuevo Testamento

 JENARO VILLAMIL

Un fantasma recorre las universidades y centros educativos del país, católicos y laicos. No se muestra abiertamente, pero opera a través de las sociedades de padres de familia, de las autoridades públicas o de los alumnos. Su objetivo principal es ejercer la censura sobre todo aquel libro, película o expresión artística que vaya en contra del lineamiento del Código de Derecho Canónico, reformado por el Vaticano en 1983, y que establece que para preservar "la integridad de la fe y costumbres, los pastores de la Iglesia tienen el deber y el derecho de velar para que ni los escritos ni la utilización de los medios de comunicación social dañen la fe y las costumbres de los fieles cristianos".

Este ordenamiento, retomado al pie de la letra en México por algunos grupos laicos como los Legionarios de Cristo, ordena "exigir que los fieles sometan a juicio los escritos que vayan a publicar y tengan relación con la fe y costumbres; y también reprobar los escritos nocivos para la rectitud de la fe o para las buenas costumbres".

La novela del escritor lusitano José Saramago El Evangelio según Jesucristo encaja, a decir de varios especialistas, en los criterios de censura de este código. De hecho, desde que en 1991 se publicó la primera edición, el Vaticano descalificó la novela por ser "un libro blasfemo, falsificador de la verdad histórica y difamador de los mayores personajes del Nuevo Testamento". Ese mismo año, el entonces primer ministro conservador de Portugal, Aníbal Cavaco Silva, vetó la participación de Saramago en el Premio Europeo de Literatura, porque "ataca principios que tienen que ver con el patrimonio religioso de los cristianos".

En 1998, cuando le fue otorgado a Saramago el Premio Nobel de Literatura, el Vaticano no ocultó su descontento. L' Osservatore Romano, órgano oficial de la Santa Sede, criticó a la academia sueca por galardonar a "un comunista recalcitrante, con visión sustancialmente antirreligiosa del mundo".

En aquella ocasión, Saramago le respondió al Vaticano que "en vez de andar opinando sobre literatura, materia sobre la que no entiende nada", la Santa Sede "debería preocuparse por los esqueletos que tiene guardados en sus armarios".

"La Iglesia católica que tanto critica los fundamentalismos de otras religiones, en verdad está dando muestras de una ceguera sin límites, lo que era de esperar de estos campeones de la intolerancia", remató el escritor.

Sólo hubo algunas voces mediadoras, como la del secretario de la Conferencia Episcopal, monseñor Januario Torgal Ferreira, quien defendió la autonomía de la novela e hizo hincapié en que "por no concordar con su ideología no podemos condenar a un escritor o decir que no merece el Premio Nobel".

"Libro sacrílego"

saramago_jose_0709ywqEl reciente caso de censura a la obra de Saramago, ocurrida en una universidad privada de Tijuana, corresponde con el patrón establecido por el Vaticano. Después de que se conociera el testimonio de los profesores Hugo Harrell y Lizbeth Escárcega, despedidos de la universidad por haber recomendado El Evangelio según Jesucristo a sus alumnos de psicología, algunos comentaristas de los medios locales descalificaron la obra de Saramago.

Por ejemplo, la conductora del noticiario local Notivisa, Elia Manjarrez, opinó en el programa Buenos Días que el libro de Saramago "es un sacrilegio" y defendió la actitud del secretario de Trabajo, Carlos Abascal, quien se vio envuelto en un escándalo de censura muy similar, pero en relación con la novela Aura, del escritor mexicano Carlos Fuentes.

En defensa de la universidad, la directora académica, Edna Pérez, declaró a la prensa local que ellos no ejercieron censura alguna y que siempre han tenido en su biblioteca el libro de Saramago. Sin embargo, la profesora no respondió a la duda de por qué corrieron a los profesores el pasado 25 de julio. De acuerdo con el testimonio de los propios profesores, la razón fue la promoción entre estudiantes del tercer trimestre de psicología de la lectura de esta novela y de otras obras non gratas para la ortodoxia católica.

De acuerdo con el periodista tijuanense Rafael Olivera existe una clara intervención de la Iglesia católica en los planes de estudio. Como muestra señala que el Instituto de Servicios Educativos y Pedagógicos de Tijuana (ISEP), órgano público a cargo del profesor Luis Héctor Barajas Rodríguez, adoptó los lineamientos de la Carta Pastoral sobre Educación, presentada en días pasados por el obispo Rafael Romo Muñoz.

En un artículo periodístico publicado en El Mexicano, Olivera señala que "aquí en Tijuana, a los supervisores, inspectores y jefes de sector educativos, les consta que desde que Luis Héctor Barajas Rodríguez fungía como director de Educación Primaria del ISEP en Tijuana y Rosarito, no desaprovechaba la ocasión, para en cada reunión con ellos, predicar la palabra del Señor mediante textos que les daba a leer para 'reflexión' ".

"Desde luego que hubo supervisores que protestaron ante esta situación de violación flagrante a lo estipulado en el artículo tercero de nuestra Carta Magna ?subraya Olivera. Sin embargo, el funcionario educativo ha contado con el apoyo de una fuerza superior (el partido blanquiazul), de tal suerte que de director de educación, pasó a jefe de departamento y, en el colmo de lo inconcebible, hoy es delegado del ISEP sustituyendo a su otrora jefe Carlos Franco Pedroza".

El jueves 29 de marzo de este año, el funcionario aludido instruyó a sus más cercanos colaboradores para que revisaran "y aportaran ideas" a la Carta Pastoral sobre Educación, documento que, entre otras cosas, subraya que el maestro cristiano "ha de ser considerado como sujeto eclesial que evangeliza, catequiza y educa cristianamente".

En el capítulo III de esta carta pastoral avalada por el responsable de la educación en Tijuana se establece que la educación sexual "sólo se realiza en el ámbito de la fe". Promueve una "educación para la castidad" y subraya que es necesario "formar dirigentes cristianos en los diversos campos de la actividad humana y de la sociedad, especialmente en política, economía, ciencia, arte y reflexión filosófica".

El Index católico

El famoso Index o Indice dei libri prohibiti, fue suspendido por el Vaticano desde 1951, y en 1966, en medio de la actitud de apertura que provocó el Concilio Vaticano Segundo, el papa Paulo VI lo abolió por considerar que contravenía la libertad de investigación.

Sin embargo, los grupos más tradicionalistas han continuado indirectamente la práctica de censura que estipuló este Index. Un texto de Arturo de Iorio, publicado en 1951 en la Enciclopedia Cattolica, ilustra sobre la forma de operación de la Inquisición moderna:

"Los fieles deben abstenerse de leer no sólo los libros proscritos por ley o decreto, sino todo escrito que les exponga al peligro de perder la fe y de depravar las costumbres. Es ésta una obligación moral, impuesta por ley natural, que no admite exención ni dispensa. La gravedad de esta obligación es proporcional al peligro a que se expone el alma. Ahora bien, como los simples fieles raramente estarán en situación de apreciar el peligro en que se van a encontrar, es natural que la Iglesia, con oportunos avisos y prohibiciones, les mantenga alejados de las lecturas malas".

Aunque las autoridades eclesiásticas ya no continuaron alimentando esta lista ?que incluía prácticamente todas las obras de Carlos Marx, Sigmund Freud, Charles Darwin, Nietzsche y casi 90 por ciento de la literatura moderna y cine?, desde la llegada de Juan Pablo II al Vaticano hubo un repunte de la censura y la crítica a las obras non gratas para la línea moral conservadora y la ideología anticomunista estalecida por Karol Wojtyla.

En marzo de 1981, por ejemplo, Juan Pablo II criticó a las editoriales que promueven "la oleada de materialismo, hedonismo, ateísmo teórico y práctico, que desde los países occidentales se ha volcado sobre el resto del mundo".

El caso de la novela de Saramago es el más destacado entre los ejemplos recientes de censura de la Iglesia católica. Sin embargo, desde la década de los ochenta, en distintas universidades de México se han prohibido otras obras literarias, incluyendo Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, o El Evangelio según el Hijo, de Norman Mailer, considerados como "obras ateas" por las autoridades eclesiásticas.

Las películas consideradas blasfemas por la Iglesia están estrictamente prohibidas en las universidades católicas. Tal es el caso de Yo te saludo María, de Jean Luc Godard, y las mexicanas Figuras de la pasión y La Guadalupita, de Rafael Corkidi.

En su momento, la obra de teatro Jesucristo Superestrella fue también prohibida en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), sede de los tecos, el más famoso grupo de ultraderecha en las entidades del occidente del país. En 1982, en Ciudad Universitaria, una veintena de jóvenes activistas católicos subió al escenario al grito de "Viva Cristo Rey" y agredió a los actores de la obra Cúcara Mácara, de Oscar Liera.

El escritor mexicano Carlos Monsiváis, en un artículo titulado "La censura en México", publicado en la víspera de los ataques de integrantes de Provida al Museo de Arte Moderno, considera que "la censura tradicional va en retirada, y la nueva se concentra en ritos sociales y en banalizar y frivolizar los alcances de la libertad de expresión".©