VIERNES Ť 7 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Nora Patricia Jara López
Ruptura de la Alianza por el Cambio
En la contienda electoral del 2 de julio de 2000 la Alianza por el Cambio, conformada por los partidos Acción Nacional y Verde Ecologista de México, obtuvo 43.65 por ciento de la votación para Presidente en el Distrito Federal, muy por encima de sus más cercanos seguidores: PRI y PRD.
En esa alianza el blanquiazul y el partido "del perico", como se le conoció por algunos años al PVEM debido al emblema de una colorida ave tropical que escogió como distintivo, salieron beneficiados, al obtener en esta capital un millón 928 mil 35 votos en la elección para Presidente, resultado que por momentos rivalizó con los votos obtenidos en la elección para jefe de Gobierno, en la que salió triunfante el Partido de la Revolución Democrática con Andrés Manuel López Obrador.
Por instantes el perredista veía perder su gran ventaja frente a Santiago Creel, candidato del PAN a la jefatura de Gobierno, quien según analistas se montó en la ola del voto útil y se convirtió en un digno adversario político de la izquierda en esta ciudad. En cuanto a los sufragios obtenidos por la Alianza por el Cambio en la elección para Presidente, obtuvo 15 millones 896 mil 36, lo que representó 42.52 por ciento del total. El PVEM contribuyó con 2.5 por ciento, lo que significa que 399 mil 740.9 mexicanos cruzaron sus boletas en la imagen del tucán.
Para algunos, en un universo de poco más de 15 millones de votos, los casi 400 mil de los ecologistas son igual que nada. Es más: "šQué bueno que se vayan, se tardaron!", se escuchó durante el primer Informe presidencial por parte de algunos legisladores, luego de que la dirigencia nacional del Verde Ecologista decidiera romper con el gobierno del presidente Fox; no con su partido, tal como lo expresó su representante en el Congreso de la Unión, el senador más joven en la historia del país, el llamado niño verde, que como muchos de sus seguidores manifestó su discordancia por no ser incorporados en puestos públicos o de gabinete, ni tomados en cuenta en los planes del nuevo gobierno; es más, el tema ambiental -alegan los ecologistas- no es prioridad actualmente.
Para esos militantes, su partido no tiene hoy injerencia en las decisiones que se están tomando, ni enlace con la actual administración o algún miembro del gabinete. Esta minoría partidista advierte a la vez que no se dio la espalda sólo a un partido, sino a una causa y a sus proyectos políticos y de cientos de militantes que se unieron a la alianza bajo el concepto de buscar un México ecológico.
El PVEM es, sin embargo, un partido muy particular, ya que si bien tiene en sus filas a un amplio núcleo de población juvenil, de mujeres y sectores marginados como los indígenas, es siempre blanco de críticas por el manejo de sus dineros, y niega a sus detractores ser un partido "de familia", justificando la sucesión en línea consanguínea de sus altos mandos con señalamientos a la participación política de los Cárdenas del Río, Solórzano y Batel, del PRD, o la familia Calderón y la Fernández de Cevallos, en el PAN. Tal vez nadie se salve de extrañamientos en este México democrático; lo que sí preocupa es la insatisfacción de las minorías aliadas en estrategias electorales circunstanciales, que ponen en desequilibrio la negociación entre los distintos poderes que conforman la vida política del país.
Antes de alegrarnos por la reacción que minimiza al opositor, recordemos, junto con los más recientes estallidos de petardos en esta ciudad, que la única limitación de las mayorías en un Estado democrático es el respeto a la opinión de las minorías; este es un supuesto legal y moral que obliga al poderoso que vive en la democracia a no abusar de su fuerza mientras a la minoría le exige no hacer uso de la única fuerza que le queda: la de la violencia.