Luis Javier Garrido
La cena
Las decisiones sobre el futuro de México no se toman ya en México ni por los mexicanos, y luchar contra esta tendencia no parece ser una prioridad para las fuerzas democráticas.
1. La cena de gala ofrecida por George W. Bush Jr. a Vicente Fox y su comitiva en la Casa Blanca el pasado 5 de septiembre no mostró la amistad de los republicanos estadunidenses hacia Fox y sus amigos, como éste pretende, sino la ausencia de una visión de Estado en quienes se hallan al frente del gobierno de México.
2. Las entrevistas entre los presidentes de México y de EU no han tenido rasgo más significativo que la subordinación, y esta última no parece ser la excepción. Desde el primer presidente mexicano que visitó Washington -general Antonio López de Santa Anna, quien el 18 de enero de 1837 fue llevado con grilletes a la Casa Blanca ante su homólogo, Andrew Jackson- hasta Carlos Salinas y Ernesto Zedillo -los mejores amigos de la Casa Blanca-, todos sin excepción han caído en el juego de los estadunidenses: pactar a espaldas de los mexicanos y ceder derechos de la nación a cambio de respaldo económico y político. Y aunque algunos presidentes priístas, de Miguel Alemán a José López Portillo, hicieron en Washington la defensa del Estado mexicano y tuvieron gestos de aparente dignidad, no pudieron ocultar ante la Historia sus concesiones sin límites en cuestiones básicas.
3. Los principales presuntos criminales de Estado que defraudaron a la nación en los tres últimos sexenios y que contribuyeron a la consolidación del narco-Estado mexicano, se pasean impunemente en la capital, y por eso a nadie extraña que Fox haya llevado a algunos de los empresarios más prominentes de México, señalados precisamente como lavadores de dinero. Mientras Salinas de Gortari, Carlos Cabal Peniche, Gerardo de Prevoisin, Oscar Espinosa y El Divino saben que la administración foxista los protege en nombre de "la transición", Fox y sus amigos hablan en EU de cómo todo ha cambiado en México.
4. La primera visita realmente "de Estado" de Fox a EU se caracteriza porque tanto él como su canciller Castañeda han abandonado la noción de la igualdad de los Estados y los principios históricos de la diplomacia mexicana, incluyendo los de "no intervención" y "autodeterminación" de los pueblos, y se han alineado sin pudor a las políticas de Washington, de ahí su subordinación a los requerimientos de Bush y del secretario de Estado, Colin Powell, y el carácter de las intervenciones de Fox. El tono plañidero y a menudo carente de dignidad con el que éste se ha manejado a lo largo de su visita en cuestiones cruciales que van desde las finanzas públicas hasta los trabajadores migratorios, demandando ayuda ante el inminente colapso de la economía mexicana, marca un momento de cambio en las relaciones entre los dos países.
5. La cena en la Casa Blanca fue para Washington un ritual diplomático de trámite y no tuvo el carácter de reconocimiento "excepcional" para Fox que pretende hacer creer la propaganda oficial, y que sí fue el caso de recepciones a otros gobernantes, como la ofrecida a Gustavo Díaz Ordaz. Como se recordará, menos de dos años después de Tlatelolco recibió el mayor homenaje ofrecido a presidente mexicano alguno en EU en una regia cena de Estado en el Hotel del Coronado, en San Diego (3 de septiembre de 1970), a la que asistieron el presidente Nixon, el ex presidente Johnson y el entonces gobernador Reagan. Pero la administración Bush aún aguarda que Fox le cumpla de manera más eficaz y le entregue más abiertamente petróleo y electricidad, continúe con las privatizaciones y prosiga el desmantelamiento de la Constitución de 1917, por eso lo rodeó de actores de medio pelo.
6. La percepción de Fox fue diferente y aprovechó el ágape para confirmar a la administración republicana, tanto con sus invitados como con sus palabras, que la narcoamnistía otorgada por la administración de Bush padre a una serie de gobernantes mexicanos tras la firma del NAFTA o TLCAN en 1993 está más que nunca vigente conforme al "espíritu de Houston", y que él vigilará, en aras de la alternancia, la impunidad de dichos ex funcionarios.
7. La agenda de la delegación mexicana se definió para que sus integrantes pudiesen difundir la tesis del cambio y anunciar que en lo sucesivo no habrá en las relaciones bilaterales las reticencias que se dieron durante los años de priísmo. Y para Fox este objetivo se ha cumplido, junto con otro: mostrar (aunque sea falso) que en México existe un acuerdo sobre las reglas del poder y que los partidos "de oposición" (PRI y PRD) están de acuerdo "en lo fundamental" con él y con los panistas y así lo mostrarán en su disposición a la negociación parlamentaria. ¿O de qué otra manera pueden entenderse los reconocimientos que expresara al PRI y a Zedillo por su respaldo a "la transición política" y la docilidad con la que los dirigentes de los partidos lo acompañaron?
8. En EU se entiende bien: lo que los académicos foxistas llaman "transición mexicana" no es otra cosa que alternancia (que tanto se impulsó durante muchos años desde una serie de instancias en EU). Y, por lo mismo, en diversos ámbitos de ese país se festeja la terminación del régimen priísta con Fox y la continuación de las mismas políticas, pero con otros hombres y todos se suponen artífices de ese cambio.
9. ¿O acaso la presencia de la senadora Hillary Clinton en un convivio con Martha Sahagún (5 de septiembre) no fue un sutil reconocimiento al bueno de Bill, quien, según él mismo refirió a The New York Times al finalizar su segundo cuatrienio, condicionó en 1995 el paquete de rescate financiero a México a cambio de una "democratización" del régimen, es decir, de que se le allanara el camino a Fox en nombre de "la alternancia"?
10. Las decisiones fundamentales sobre México se están tomando fuera del país y ése es el desafío para todos: frenar el proceso de entrega de nuestro país a los intereses del exterior.