JUEVES Ť 6 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Lucero Enríquez
Música en la UNAM
ƑLe gustaría a usted trabajar 14 semanas al año y ganar por ello cerca de millón y medio de pesos libres de impuestos y pagados en dólares? ƑY cómo se sentiría si durante esas 14 semanas le pagaran, además, hospedaje, viáticos y alimentación de lujo? ƑNo le agradaría más si pudiese combinar esas 14 semanas de trabajo con unas nueve o diez salidas al extranjero para cumplir con las actividades de intercambio que genera usted desde México gracias a los recursos que tiene a su disposición? ƑY no estaría usted fascinado sabiendo que sus boletos de avión se pagarán aquí en México pero que usted recibirá, por esas actividades en el extranjero, todavía más honorarios libres de polvo y paja?
Aunque lo anterior pareciera corresponder a una ficción, lamento informarle que no lo es. Más que lamento, me avergüenza decirle que eso sucede en la UNAM. Y digo que me da vergüenza porque... Ƒsabe usted cuánto gana un maestro de asignatura en la máxima casa de estudios? ƑY cuántas plazas congeladas, recortes presupuestales y proyectos cancelados hemos tenido que aceptar por falta de recursos? Ahora que si de una universidad se trata, Ƒcómo evaluaría usted a quien de 1993 a 1999 no impartió un solo curso, taller, seminario o clase en la universidad, ni formó a un solo alumno, a pesar de disfrutar de un salario diario de aproximadamente 13 mil 700 pesos (sin ISR ni IVA)?
ƑVe usted alguna diferencia entre esa situación y la nuestra, la de los universitarios, incluidos quienes son gloria y orgullo de esta universidad, que impartimos cátedra, investigamos, difundimos conocimientos y nos inscribimos en tantos programas de estímulos como nos es posible sobrellevar (a fin de poder vivir con decoro), además de someternos continuamente al escrutinio y dictamen de consejos, comités y comisiones de todo tipo?
Ah, sí, porque a diferencia también de aquellos universitarios que son directivos y que tienen que informar, rendir cuentas y hacer innumerables gestiones, el personaje de las prebendas de ficción no es responsable ante ningún cuerpo colegiado y nada ni nadie limita sus decisiones. Ni su presupuesto. Y Ƒdónde cree usted que fue engendrado este personaje, verdadera monstruosidad institucional que en los hechos está por encima del rector? ƑCree usted que se gestó en algún clandestino lugar lleno de enemigos de la Rectoría?
No, lector, lectora, nada de eso: se gestó y vio la luz el pasado 24 de agosto, nada menos que en la Coordinación de Difusión Cultural de la propia UNAM.
Todo se inició hace un año, cuando un egresado y maestro de tiempo completo de la UNAM, con una antigüedad de 23 años, se atrevió a frenar tanto desfiguro, a ponerle obligaciones académicas a este personaje y a acotar su ilimitado poder. Si se pregunta usted qué pasó, le diré que ese universitario renunció el pasado jueves 24 de agosto antes que seguir refrendando la monstruosidad institucional más allá de 2002, como se lo exigían no sólo el coordinador de Difusión, sino šhasta uno de los patronos de Fundación UNAM que tomó parte en el asunto! Y hubo chismes y rumores y mentiras y engaños y renuncias y aceptaciones y nombramientos y se tomaron fotos y se entregaron oficinas (al menos de palabra) y colorín colorado.
Reparto en orden de aparición: el personaje: Ronald Zollman, director artístico de la OFUNAM; el universitario: Francisco Viesca, ex director general de Actividades Musicales; el coordinador: Ignacio Solares, de Difusión Cultural.
Me gustaría concluir aquí pero... Ƒy el rector? ƑCómo conciliar su respeto a los cuerpos colegiados y su incansable búsqueda de consensos con la burla académica y la decisión autoritaria desplegadas por el coordinador de Difusión Cultural? ƑNo le habrá éste ocultado información y engañado, tal como lo hizo con nosotros en el Consejo de Programación? Ojalá sea eso porque, si así no fuera, yo le preguntaría: señor rector: ƑCongreso... para qué? Ƒuniversidad... para quién?
La autora es investigadora de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Estéticas, maestra de asignatura de la Escuela Nacional de Música y de la Facultad de Filosofía y Letras; integrante desde su fundación y hasta el 24 de agosto pasado del Consejo de Programación y del Comité Editorial de la Dirección General de Actividades Musicales de la UNAM