JUEVES Ť 6 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Alejandro Nadal
China: los desafíos macroeconómicos
Las tasas de crecimiento de la economía china en los últimos 20 años son objeto de admiración en todo el mundo. Pero China enfrenta serios desafíos que amenazan las reformas y la transición ordenada a una economía de mercado.
Los dirigentes chinos saben que los desajustes económicos y sociales generados por las reformas implican un alto costo social. Pero consideran que el costo sería mucho mayor, y hasta incontrolable, sin un crecimiento económico alto. El rápido crecimiento es visto como el único camino para llevar a cabo la reforma económica de manera exitosa. Por eso el objetivo central del Décimo Plan Quinquenal 2001-2005 es sentar las bases para doblar el PIB para el año 2010. El año pasado la economía china creció 7.8 por ciento y el PIB fue de 1.08 billones de dólares.
Pero la política macroeconómica está marcada por una extraña combinación de frenos al crecimiento y componentes dirigidos a la expansión económica. Se puede decir que la política macroeconómica china es una mezcla de monetarismo ortodoxo y keynesianismo expansionista.
La política monetaria en los últimos años se orientó más a mantener un aumento controlado de la oferta monetaria para contener la inflación y salvaguardar el valor real del yuan. Se quiere evitar la repetición de episodios inflacionarios como el de 1994 en que los precios crecieron 22 por ciento. En los últimos tres años la política monetaria se acompañó de tasas de interés real altas y un tipo de cambio sobrevaluado.
Las tasas de interés nominales han sido ajustadas a la baja en siete ocasiones durante los últimos dos años, pero ese proceso fue lento y poco transparente. El ajuste ha estado marcado por negociaciones prolongadas en las que se ponen en juego numerosos intereses, tanto de grupos financieros, como de la industria en cada región.
La caída en la demanda interna dio como resultado una caída aún más rápida de la inflación. De esta manera, la tasa de interés real ha ido creciendo. Para el gobierno esto permitirá aumentar la rentabilidad de los bancos, que ya se encuentran en serias dificultades. Sin embargo, la elevada tasa de interés real constituye un gravamen sobre los deudores del sistema bancario, y eso empeora el perfil de la cartera de los bancos. Por eso la amenaza de una crisis bancaria no ha desaparecido.
La política fiscal también presenta problemas. El año pasado la recaudación fiscal fue de 162 mil millones de dólares (mmdd), lo que representa 15 por ciento del PIB. Ese nivel de recaudación se encuentra distribuido de manera muy desigual, tanto sectorial como regionalmente. El impuesto al valor agregado es de 17 por ciento sobre la mayoría de los bienes, y es responsable del 42 por ciento de los ingresos tributarios. El impuesto a las ganancias de las empresas (con una tasa superior de 33 por ciento) genera apenas 13 por ciento de los ingresos tributarios, pero esta carga fiscal se concentra en las empresas públicas y privadas de las regiones costeras. Muchas de estas empresas han visto reducida su capacidad para generar recursos para la inversión debido a esta presión fiscal.
Los ingresos tributarios deben aumentar para mantener el ritmo de inversiones en infraestructura, necesario para la economía china en los próximos años. Además, para reducir el costo social del ingreso a la OMC, sobre todo en el sector agrícola, el programa de inversiones públicas debe acelerar su ritmo. Pero el déficit fiscal aumenta y las inversiones se están financiando con deuda (este año el gobierno está colocando 150 mmdd en bonos de largo plazo para inversiones de infraestructura). El creciente déficit fiscal es uno de los desafíos más serios que enfrenta la economía china.
El riesgo de tensiones sociales fuertes es cada vez más intenso. Los desplazados en el sector agropecuario, los de las empresas públicas en quiebra o privatizadas, y los de sectores afectados por el ingreso a la OMC (industria automotriz) suman millones de personas. A esto hay que agregar la intensificación de las disparidades regionales en China: las regiones costeras han crecido mucho, pero las provincias del interior mantienen un rezago inquietante, y en ellas habitan cerca de 800 millones de chinos.
El mes pasado el presidente de la República Popular de China, Jiang Zemin, propuso el ingreso de "los capitalistas" al Partido Comunista. La propuesta insiste en la legitimidad de la empresa privada, a la que considera representante de las fuerzas productivas de la sociedad. El debate ideológico desencadenado muestra que las tensiones al interior de la dirigencia pueden exacerbarse fácilmente si los desafíos macroeconómicos no se resuelven de manera satisfactoria.