MIERCOLES Ť 5 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Emilio Pradilla Cobos
ƑReindustrialización o terciarización?
Hay técnicos y políticos que consideran que el futuro económico de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) está en profundizar la terciarización de la economía y el empleo urbano. Para sustentar su afirmación asumen como válida la vía seguida en las megaciudades de los países desarrollados; pero no parten de analizar las diferencias de los procesos económicos urbanos entre países y ciudades, quizá porque creen que ya somos parte del primer mundo.
La terciarización de las megaciudades del primer mundo se sustenta en una industria nacional muy desarrollada cuantitativa y cualitativamente, integrada sectorialmente, que hace mucho entró en la fase de alta tecnología de producción y producto, apoyada por un núcleo endógeno empresarial y público de investigación y desarrollo que mantiene la subordinación tecnológica de los países atrasados, que está articulada a sus centros de investigación académica y empresarial y que desde la imposición mundial de la globalización neoliberal y su "libre" mercado monopólico se beneficia del crecimiento relativo de los mercados de consumo y de medios de producción de los países dependientes. Su fuerza de trabajo es muy calificada, bien remunerada y dotada de las condiciones sociales esenciales para tener alta productividad.
Estas megaciudades, convertidas en nodos hegemónicos del sistema urbano mundial, han perdido la industria en sus ámbitos tradicionales, pero han desarrollado tecnopolos, áreas fabriles de alta tecnología, distritos industriales y parques tecnológicos integrados a sus centros universitarios de investigación y desarrollo, en los ámbitos de las ciudades-región que nuclean. La terciarización, por tanto, se sustenta en una sólida base productiva y expresa su alto grado de desarrollo.
No es el caso de la ZMVM. Su industria, la más importante cuantitativamente del país, es el núcleo de una industria nacional poco desarrollada, carente de un sector productor de medios de producción, los cuales importa del exterior, transmite los efectos multiplicadores de su crecimiento a las empresas trasnacionales ubicadas en los países hegemónicos, no se apoya en un núcleo endógeno de adaptación e innovación tecnológica ni se articula con la investigación universitaria, pues adquiere la tecnología en el exterior o en sus casas matrices; se orienta básicamente hacia el ensamble de insumos y partes importadas para exportación o consumo interno; trabaja con personal poco calificado, cada vez peor pagado y cuyas condiciones materiales y sociales de reproducción se deterioran desde hace 20 años, impidiendo una alta productividad y competitividad del trabajo. La abrupta apertura comercial y la desregulación neoliberal destruyeron las cadenas internas de proveedores y ahora transmiten estructuralmente los efectos multiplicadores de su crecimiento a los proveedores de maquinaria, equipo e insumos de los países hegemónicos en la globalización.
La desindustrialización de las áreas centrales de la ciudad -Distrito Federal y primeros municipios mexiquenses conurbados-, forzada por su impacto urbano y ecológico negativo, y por una simplista política pública de desindustrialización, no ha sido compensada por una política de reconversión industrial sustentable ni de reindustrialización a escala de la megalópolis del centro de México. Tampoco se han desarrollado nuevas formas territoriales de integración industrial apropiadas, sustentables y de alta tecnología, articuladas a la gran concentración universitaria ubicada en la metrópoli. En el pasado, el sector público y la empresa privada optaron por desmantelar las zonas y naves fabriles, transformándolas en centros comerciales y de servicios o en unidades habitacionales, y lo que queda de ellas ha sufrido un agudo deterioro infraestructural, sin que se llevara a cabo su modernización; cada vez están más fragmentadas, perdiendo sus economías de aglomeración.
Como resultado, la ZMVM pierde su heterogeneidad económica, fuente de dinamismo y condición para resistir mejor las fases recesivas; pasa de territorio productor de valor a espacio de circulación del valor producido en otros lugares, sobre todo en el exterior. En la polarización entre el sector terciario moderno y el tradicional, la metrópoli pierde capacidad de creación de empleo estable, bien remunerado y calificado, y deriva hacia el dominio mayoritario del trabajo precario e informal; es decir, hacia una estructura económica radicalmente distinta a la de las megaciudades de los países desarrollados. Su terciarización no es resultado del desarrollo, sino del atraso.
A partir de este análisis, los distintos actores urbanos tienen que responder a la disyuntiva entre reindustrialización o terciarización informal de la economía metropolitana, pues está en juego el futuro de sus trabajadores y de su territorio.