MIERCOLES Ť 5 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Orlando Delgado

El Informe, recuento de lo que ha cambiado

El primer informe del presidente Fox fue ciertamente distinto de los que rindieron los presidentes priístas. En la transmisión misma, pudieron leerse los reclamos de la oposición perredista; pero lo de mayor trascendencia fueron los matices introducidos al discurso oficial. La reiterada reivindicación de que el gobierno cuenta con un proyecto de nación responde a la crítica de la falta de rumbo, precisando que se propone un ''humanismo moderno, emprendedor y socialmente responsable'', ''un humanismo social innovador'' que frente a la desigualdad plantea una política social que intenta ''la universalización de las oportunidades''.

Este proyecto es la versión actualizada del proyecto neoliberal, que recoge el hecho irrefutable de que la generalización del mercado como mecanismo asignador único de los recursos sociales ha provocado que la desigualdad alcance niveles extraordinarios y que nos encontremos en el límite de la resistencia de quienes viven en esas condiciones.

En efecto, hay un proyecto de nación, el mismo que se ha desarrollado desde hace casi 20 años, pero adecuado a los requerimientos actuales, que incluyen acciones decididas para combatir la pobreza. Un proyecto que, además, se propone atacar la corrupción y hacer eficiente el aparato gubernamental en un marco de actuación sin autoritarismos ni prepotencia.

Este proyecto, en su parte económica, reitera que la inserción a la globalidad seguirá siendo la misma: vinculación estricta a ''los principales motores de la economía mundial, hoy apagados''. Se afirma que se han amortiguado los impactos negativos de la desaceleración mundial, con el argumento de que no ha habido crisis financiera, la inflación cerrará en 5.5 por ciento, el déficit en la cuenta corriente no presenta problemas, las tasas de interés se encuentran en sus mínimos históricos, el peso está fortalecido, de modo que habrá ''una recuperación temprana y robusta de la economía''.

Para el líder de la bancada panista, en clara alusión al Fobaproa, la inflación de los últimos 30 años ''ese sí fue un gran atraco'', de modo que su reducción es un logro histórico. En esto, también, se trata exactamente de la misma perspectiva económica que tuvieron los gobiernos anteriores. Del crecimiento de la economía, ni una palabra.

La crisis del campo se informa como si se tratase de un tema presupuestal: los recursos de Procampo se entregaron por adelantado, los de Aserca han sido 21 por ciento mayores que el año pasado y serán de casi el doble en diciembre. Ciertamente ese no es el problema.

La crisis agrícola del país no se resolvió con la eliminación de la estructura ejidal, ni con la incorporación al TLC; el problema no es sólo de certeza jurídica de la tenencia de la tierra, se trata de cuestiones estructurales que tienen que atenderse en función de los requerimientos de los productores, del fortalecimiento de su competitividad, lo que exige subsidios específicos, definidos a partir del establecimiento del papel de este sector en el funcionamiento de la economía.

La nueva hacienda pública distributiva fue tratada con prudencia. El Ejecutivo reiteró que los recursos con los que cuenta el gobierno son insuficientes para atender los enormes rezagos existentes. En eso, sin duda, hay acuerdo. Pero de ese acuerdo general tienen que derivarse acuerdos particulares: el uso de los recursos adicionales es decisivo; los impuestos que tendrán que incrementarse y, en consecuencia, los grupos sociales que deberán aumentar sus contribuciones.

La convergencia es ciertamente posible si la propuesta se modifica radicalmente. Existe la posibilidad de que se imponga un arreglo parlamentario que consiga que la reforma fiscal propuesta por el gobierno se apruebe. Ello no redundará en mejores condiciones de funcionamiento de la hacienda pública. El ejemplo de la aprobación de la Ley Indígena lo ilustra.

El Informe señala que los salarios han recuperado poder adquisitivo, como si fuese un logro de la política gubernamental. Ciertamente, en las revisiones contractuales se han logrado incrementos promedios de 10.4 por ciento, lo que implica que el salario medio manufacturero haya crecido 6.3 por ciento en términos reales, respecto al año anterior. Ello se ha conseguido pese a la oposición beligerante de las autoridades hacendarias y del Banco de México, que han recomendado a los empresarios que los aumentos deben estar en línea con la meta de inflación. Así las cosas, el Informe es un recuento de lo que se han propuesto mantener sin cambios y han logrado. De lo que han intentado cambiar y no han podido. De los cambios que han instrumentado. El balance es, por ello, claro.