miercoles Ť 5 Ť septiembre Ť 2001

Carlos Martínez García

ƑUn ayate guadalupano en cada hijo te dio?

Según los creadores y patrocinadores del himno que pretenden sea entonado en los actos públicos de la Presidencia de la República, la respuesta a la pregunta del encabezado de este artículo es un enfático sí. Ha trascendido en algunos medios la intención de lanzar como canción motivadora de la mexicanidad una pieza cuya letra contiene lugares comunes, como el que la Virgen de Guadalupe representa la identidad nacional. Quien compuso el pretendido himno con el que se identificarían los mexicanos está en todo su derecho de fantasear con los mitos, lo inquietante del asunto es que, de acuerdo con fuentes televisivas como el noticiario de Canal 40, el proyecto contaría con el patrocinio del gobierno que encabeza Vicente Fox y su objetivo es que los ciudadanos lo internalicen en el hit parade de sus conciencias.

A juzgar por el adelanto que en sonido e imagen presentaron anteanoche Ciro Gómez Leyva y Denisse Maerker, la canción entra en el tipo de estribillos cursis como el de Solidaridad que patrocinó Carlos Salinas de Gortari. Tiene orquestación sinfónica, que llega a un clímax tipo juegos pirotécnicos, los cantantes principales están acompañados por un coro. Me pareció reconocer en las imágenes transmitidas que la grabación se hizo en la sala Netzahualcóyotl o en el foro principal de Bellas Artes. En el fragmento televisado aparece una imagen de la Guadalupana, cada vez que solistas y coro se refieren a ella. Al concluir el fragmento del patético canto, Ciro y Denisse comentaron que al parecer el proyecto tiene el respaldo de la oficina presidencial y sus impulsores pretenden que su reproducción sonora y visible acompañe en un futuro muy cercano los actos en que participe Fox. ƑQué refleja esa pretensión?, Ƒingenuidad histórica, ánimos de revivir desde el poder un icono de la cultura popular católica, desconocer la diversidad de credos de manera un tanto inocente, recordarle a los millones de mexicanos y mexicanas, chiquillos y chiquillas que no son guadalupanos su pertenencia a la ciudadanía de segunda? Ni modo, ante el caso se impone la cita clásica de Jesús Reyes Heroles: "en política la forma es fondo". Porque no se trata de una cuestión musical, sino de un acto político que conlleva una visión de folclor chafa del México contemporáneo.

Si, como trascendió en el noticiario mencionado, la canción tiene el respaldo de la Presidencia de la República (o de alguna otra oficina del gobierno federal, Ƒde Conaculta, por ejemplo?), entonces se hace urgente que las personalidades y sectores defensores de la tolerancia y la diversidad en la sociedad mexicana hagan sentir su rechazo a la pretensión de uniformar mediante una canción sentimentaloide, que supuestamente representa eso que dan en llamar la mexicanidad, la pluralidad que se acrecienta cotidianamente en todo el territorio nacional. Si, por otra parte, la iniciativa ideológico musical es de un grupo privado, pero cuenta con la simpatía y velado apoyo del foxismo, el asunto de todos modos debe inquietar a personas como Gilberto Rincón Gallardo, quien tiene a su cargo la Comisión Ciudadana de Estudios contra la Discriminación.

La comisión, instalada públicamente el pasado 27 de marzo, con asistencia y discurso de Fox, forma parte de las distintas oficinas creadas por la actual administración para documentar y servir mejor desde el gobierno -eso dicen- a diversos sectores de ciudadanos (trabajadores indocumentados en Estados Unidos, indígenas, discapacitados, entre otros). En esa ocasión Fox se refirió a que en México nunca más debe haber la imposición de una cultura a los pueblos indios. Además afirmó que nuestro país es "pluricultural y no podemos negar la diversidad humana a partir de la fisonomía, la ideología, la cultura, la religión y la orientación sexual". Una vez más el Presidente contradice o hace a un lado declaraciones y promesas que a un sector crédulo entusiasman, o movieron al sahumerio delirante del candidato panista a los promotores del voto útil. Es evidente que el himno patrocinado, completamente o en parte por el foxismo, incurre en discriminación religiosa. Lo hace porque asume a una parte, por mayoritaria que sea, como la totalidad y reduce el núcleo de identidad de todos los mexicanos a un símbolo religioso que no es compartido por el universo ciudadano del país.

De acuerdo al censo de 2000, 12 por ciento de la población mexicana dijo tener una religión distinta -o ninguna- a la católica romana. Esa es la media nacional, pero hay regiones donde ese porcentaje se duplica y hasta triplica. El proceso de descatolización tiene una dinámica distinta en cada entidad, pero avanza y no parece que el fenómeno vaya a revertirse. A la luz de esto, y principalmente teniendo en cuenta el deber constitucional del gobierno federal de salvaguardar el carácter laico de las instituciones gubernamentales, es indispensable que aclare su involucramiento en la cursi canción que pareciera salida del arzobispado de México. Si tan urgidos están en la Presidencia de una canción que exalte los ánimos patrióticos, y que al mismo tiempo no incomode, por ejemplo, a los protestantes que no tienen madre (guadalupana) a quién cantarle -eso de la falta de progenitora lo dijo el cardenal Juan Sandoval Iñiguez-, pues entonces que reciclen el canto de Timbiriche, titulado precisamente México. Es más movido y no incurre en santurronerías disfrazadas de amor a la patria.