MARTES Ť 4 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť Migración, tema central del cónclave entre los mandatarios de ambos países
Se desnarcotiza el debate político México-EU
Ť Expectación por los acuerdos que alcanzarán Bush y Fox, que se prevé serán magros
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 3 de septiembre. Como siempre, la frase clave es: "sin precedente".
En esta cumbre de los presidentes de México y Estados Unidos la "cooperación", "amistad" y la voluntad para resolver problemas bilaterales se califica de "sin precedente".
Se afirma que los esfuerzos antinarcóticos, sobre el medio ambiente, seguridad pública y asuntos comerciales, así como la "relación personal" entre los gobernantes, "jamás han estado mejor". "Nunca antes", "a un nivel inédito", una "nueva relación", etcétera, son frases que se repitirán al comenzar esta reunión entre Vicente Fox y George W. Bush.
Pero esta retórica no es nada novedosa y tiene precedente: las mismas frases fueron utilizadas al reunirse los antecesores de los actuales mandatarios durante los últimos 12 años.
La última visita de Estado de un presidente mexicano a Washington fue la de Ernesto Zedillo, en octubre de 1995. La retórica oficial en esa ocasión fue muy parecida a la que se está empleando esta semana, pero en realidad el gobierno de Bill Clinton hizo todo lo posible para reducir el perfil público de su encuentro con el mandatario mexicano, que llegaba debilitado y vulnerable por las consecuencias de la crisis del peso.
Aunque Clinton buscaba atraer la menor atención posible a esa reunión, el hecho era que había otorgado más apoyo real al gobierno de Zedillo de lo que la administración Bush parece estar dispuesta ofrecer a Fox.
Ante la oposición de su propio partido y la mayoría del Congreso, Clinton otorgó a México una línea de crédito de 20 mil millones de dólares, y apoyó con otros 30 mil millones de instituciones multilaterales para el rescate de la economía mexicana. Nada de lo que Bush está preparado a ofrecer en esta ocasión tiene ni cerca el número de ceros (ni un número de indocumentados regularizados ni en fondos de desarrollo económico).
Al mismo tiempo sí hay algo que podría ser "sin precedente" en esta visita. La agenda en esta cumbre presidencial es en gran medida resultado de la iniciativa diplomática mexicana.
El tema de la reforma de la política migratoria está al centro, mientras que el debate sobre la lucha antidrogas, constante en las demandas estadunidenses en el pasado, se ha marginado. De hecho, algunos observadores señalan que algo nuevo es la "desnarcotización" del debate político bilateral.
La propuesta mexicana para generar las bases de una política bilateral a largo plazo, que abarque un nuevo marco para tratar desde el problema de migración hasta el de establecer una comunidad integrada de América del Norte, ha establecido los polos del debate interno estadunidense.
También es cierto que Fox viajará a Estados Unidos desde un México cambiado, algo diferente de lo que existía en los tiempos de Zedillo. En este país, el cambio más notable se manifiesta en torno al tema migratorio.
En la visita de Zedillo cundía la ofensiva antiinmigrante del entonces gobernador republicano Pete Wilson, y el propio Clinton invertía fondos "sin precedente" en la construcción de bardas y otros programas centrados en "controlar" la amenaza de la inmigración indocumentada.
Hoy los políticos demócratas y republicanos están aparentemente enamorados de los inmigrantes, y compiten para expresar su apoyo, en inglés y español, a la comunidad latina. Entienden que éste es el sector electoral de mayor crecimiento en el país, y que será clave para todo cálculo electoral en el futuro.
Por otra parte, el auge económico de los años 90 generó un reconocimiento explícito de que sectores enteros de la economía estadunidense dependen ahora de mano de obra inmigrante, lo cual promovió un creciente consenso entre sectores empresariales, laborales y otros a favor de algún tipo de regularización.
El panorama estadunidense para los políticos ha cambiado en este sentido, y Fox llega en una coyuntura en donde la cúpula política lo considera como una de las grandes figuras mundiales del momento. En esta coyuntura, la interrogante es qué obtendrá Fox, en concreto, al concluir esta visita.
A comienzos de su gobierno Fox señaló que existían dos objetivos inmediatos que deseaba lograr en la relación con Estados Unidos: un acuerdo comprensivo sobre migracion que incluyera programas de legalización de indocumentados y de trabajadores temporales, junto con fondos de desarrollo económico dentro de un marco de largo plazo y, segundo, el fin del proceso de la certificación antinarcóticos. Pero todo indica -aún hay lugar para sorpresas- que el manadatario mexicano abandonará Washington el viernes sin conseguir por completo uno o el otro.
Ambos gobiernos insisten en que apenas están iniciando sus gestiones, y que es muy pronto para esperar frutos de lo que son esfuerzos complejos y políticamente difíciles. Pero se podría argumentar que Salinas de Gortari logró obtener más tan sólo en sus primeros 10 días, y Zedillo en sus primeros 60 días de presidencia.
El gobierno estadunidense reconoció oficialmente el triunfo electoral de Salinas antes de esclarecerse la legitimidad de esos controvertidos comicios de 1988. Zedillo consiguió que el gobierno estadunidense se comprometiera al rescate financiero con más de 12 mil millones de dólares en créditos. Por lo tanto, muchos estarán observando lo que podría conseguir Fox después de siete meses de negociaciones con Bush.