LUNES Ť 3 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

COSAS DE FUTBOL

JOSETXO ZALDUA

México marcó tres goles y ganó dos a uno a Jamaica. Complicaron el desenlace, pero llegaron a buen puerto. Los miedos, los complejos, se quedaron en los vestidores durante el intervalo. Uno imagina que las palabras de Javier Aguirre a sus jugadores, en el descanso, tuvieron su efecto.

Igual sirvió la presencia de Cuauhtémoc Blanco en el complemento. Jugador inteligente y desequilibrante pese a estar fuera de forma, el tepiteño marcó la diferencia, al igual que jugadores como Arellano, Vidrio y Márquez.

Fue meritorio el comportamiento de los jugadores. No es lo mismo un campo de futbol que un patatal, sobre todo cuando un equipo basa su juego en su técnica, en el control de la bola, que cuando se depende únicamente de la fuerza física, los balonazos y la suerte.

El público jamaicano, además, fue sensacional. Correcto, respetuoso, se tomaron el asunto con filosofía. Es claro que para Jamaica el futbol no es principio ni fin del mundo.

Mención aparte, una vez más, para las televisoras. Sobrio y centrado el equipo deportivo del Ajusco, con comentarios técnicos que ayudan mucho al aficionado. De los de Chapultepec, qué decir. Conceptos anquilosados, trillados, en fin, cometieron la desmesura de deslizar que algunos jugadores jamaicanos demostraban demasiada energía, y lo ligaron con el asunto de los análisis antidopaje, que no se hacen en el hexagonal.

Claro, eso fue cuando México perdía. Ahí que el marcador dio vuelta, se olvidaron de sus sospechas. Como son negros y Jamaica tiene fama de tener una excelente mariguana, pues lo demás llega sólo. Todo lo contrario que México, aquí somos puros, incapaces de trampear. Somos maestros del juego limpio.

El único punto en común de ambas transmisiones fue el sorteo de un carro y de un millón de pesos. Todo pagando la módica cantidad de 20 pesos por llamada más IVA, una ganga si usted es agraciado, un atraco sin engaño si no le toca, cosa más que probable.

El asunto es que el negocio futbolero sigue vivo gracias a la victoria en Kingston, pero es evidente que no acudir al Mundial significará una catástrofe para las dos principales televisoras --que no las mejores-- del país.

Poderoso caballero don dinero. A nadie parece preocupar ver los estadios vacíos. Salvo contadas plazas, como Torreón y Guadalajara, el resto de los equipos viven en la horfandad y apenas salvan los muebles si llegan a la serie final.

Y si los estadios lucen huecos es porque el aficionado está cansado de que le tomen el pelo y es más cómodo ver la tele porque, si el juego sale malo, cosa más que probable, pues se cambia de canal o de plano apaga el televisor.

Pero la dictadura de la ventana idiota marca la pauta del futbol mexicano. Del monopolio pasamos al duopolio... y el futbol nacional cada vez se parece más al cangrejo por su querencia al retroceso.