Ť Necesario, destinar más recursos para atender las demandas sociales, asegura
La política social no debe verse como dádiva: Tuirán
Ť En materia educativa las presiones se darán en los niveles medio superior y superior, dice
ALONSO URRUTIA
Es apremiante darle un viraje a la política social, pues lo que debiera ser una prioridad para combatir la "terrible" marginación" está "armado con muy pocos recursos", sostiene Rodolfo Tuirán, secretario general del Consejo Nacional de Población y uno los pocos funcionarios que trascendieron el gobierno priísta.
Va más allá y señala que la política social no debiera verse como una dádiva, sino como una inversión para hacer un país con mejores capacidades y enfrentar los enormes desafíos sociales.
Tuirán ya vislumbra las presiones en diversos sectores en el corto plazo: hacia finales del sexenio, la cobertura de la educación primaria estará prácticamente completa, y la infraestructura podría servir para garantizar que sea lo mismo en el nivel secundaria. Sin embargo, las presiones serán críticas en la educación media superior y superior, cuya demanda crecerá a un ritmo de entre 60 y 75 por ciento.
Desafíos como éstos, dijo, existen en los diversos ámbitos del desarrollo humano. Y aunque según algunos indicadores de medición de la pobreza hay una ligera mejoría, aún es abrumadora en el país, lo que obliga a buscar que las políticas ataquen no sólo las expresiones de marginación, sino sus causas.
Algunos datos del Conapo dan cuenta de los desequilibrios sociales y regionales: en el sur del país, cerca de 48 por ciento de la población reside en municipios de alta y muy alta marginación; en contraste, en el norte sólo 4 por ciento de los habitantes se encuentran en esa condición.
En su visión de la situación social del país, Tuirán reconoce los enormes rezagos, pero pondera algunos avances. Según cifras oficiales, en 1995 había 476 municipios de muy alta marginación, cifra que se redujo a 380.
La otra interpretación
Eso llevaría a pensar que de alguna manera se va a cerrando la brecha, pero otra interpretación -dice- es que la población residente en municipios de alta y muy alta marginación crecieron, lo cual da cuenta de que lo avanzado no es suficiente.
Otra cifra: al comparar los resultados de los censos de 1995 y 2000, se concluye que sólo dos municipios del país no avanzaron, aunque sea mínimamente, en reducir sus rezagos sociales.
Sin embargo, estas cifras no conducen al optimismo a Tuirán: la pobreza en México sigue siendo abrumadoramente dramática.
¿Han fracasado las políticas sociales?
A juicio de Tuirán, no del todo. Y explica que los años de cambio del modelo económico -hacia la década de los 80- coinciden con el clímax de la presión social, pues son también los años en que la curva de crecimiento demográfico alcanzó su máxima expresión, producto de la falta de planeación dos décadas atrás.
Hoy no podemos admitir, señala, que en el país se dé una polarización tal que existen municipios con niveles de vida similares a los países más adelantados del primer mundo, y otras localidades donde el desarrollo humano es similar al de hace 70 años.
Es decir, en una escala de 0 a 1 como medición de desarrollo humano, el promedio nacional es de 0.800, y municipios como Coicoyán, en Oaxaca, el índice es de 0.288.
Todo ello obliga a cambiar sustancialmente las políticas sociales que reviertan la polarización social.
"La política social enfrenta una serie de demandas, armada con muy escasos recursos, lo que supone dotarla de esos fondos para otorgarle la prioridad que merece el problema".
Sin embargo, para el secretario general del Conapo la responsabilidad del combate a la pobreza no se reduce sólo al gobierno, "es una responsabilidad social en donde deben confluir diversos actores para encarar este desafío".
En esta lógica, Tuirán advierte los riesgos que implica el estancamiento de la economía: "hoy en día necesitamos 1.2 millones de empleos anuales, y si no se logra generar esas plazas se propiciará el crecimiento de empleos inestables, con ingresos marginales, cuya consecuencia es el abultamiento de la pobreza y un círculo perverso que se retroalimenta permanentemente".
Los próximos años -define Tuirán-son fundamentales para el país, si se logran generar políticas que permitan aprovechar las oportunidades derivadas de la transición demográfica.
En los próximos años comenzará a expresarse la reducción de las presiones sociales como consecuencia de las políticas demográficas aplicadas. A su juicio, vienen 15 años para el país con demandas en materia educativa, de salud, de vivienda y otros rubros, que se mantendrá estable y será "una condición importante para, aplicando políticas sociales que realmente sean de Estado, atacar el problema de la pobreza.
Uno de los ejemplos claros es el ámbito educativo, cuyo comportamiento ha comenzado a modificarse en estos años. Una consecuencia inmediata de la política demográfica es que se ensancha la pirámide poblacional, y la demanda en educación primaria se habrá de reducir en 10 por ciento en este sexenio.
Esto permitirá que las autoridades educativas puedan liberar recursos para destinarlos al mejoramiento de la calidad educativa en ese sector, y transferir recursos para alcanzar la cobertura universal a nivel secundaria en el siguiente lustro.
En contraste, la inercia demográfica obligará a invertir en el crecimiento de la capacidad en la educación media superior y superior. Será el momento en que las últimas generaciones, producto de los años de alto crecimiento demográfico, se concentren en esos niveles educativos.
Las proyecciones demográficas prevén que los próximos tres lustros serán años de una intensa presión sobre el mercado laboral, de ahí la importancia de lograr un crecimiento sostenido para responder a esta demanda.
Serán también los casos en otros sectores, y de ahí la importancia de que las políticas social y económica sean capaces de revertir ese círculo perverso de la pobreza, por uno virtuoso de empleo, ahorro e inversión.
Lamentablemente esto es a lo que el país no está acostumbrado, a la definición de políticas que sean realmente de Estado y miren los problemas no sólo en el corto plazo, sino que exista una apuesta gubernamental a mediano y largo plazos.
Es una ventana que se debe aprovechar, porque en 15 años el escenario demográfico nacional cambiará de nuevo, pero en otro sentido. La población de la tercera edad en México comenzará a engrosarse sustancialmente, y si ahora uno de cada 20 mexicanos se ubica en este renglón, rápidamente esta proporción se reducirá hasta ubicarse en uno de cada cinco.
Para Tuirán no hay más: "es el momento de trascender una sociedad a la cual le explotaron los problemas en la mano, a una sociedad que sea capaz, como decimos en el ámbito demográfico, de escribir su historia futura."