lunes Ť 3 Ť septiembre Ť 2001

Elba Esther Gordillo

El cambio que sí se dio

Cuando los mexicanos votaron a favor del cambio, aunque dicha oferta era encabezada por quien contendía por la titularidad del Poder Ejecutivo, seguramente no lo circunscribieron exclusivamente a la alternancia de partidos, sino que lo hicieron reconociendo que el país había crecido y que las instituciones políticas no lo habían hecho a la misma velocidad ni en la misma dirección. La sociedad se había transformado radicalmente y el andamiaje político conservaba muchas de las formas que si bien resultaron pertinentes durante muchos años, no lo eran más.

Durante el Informe que presentó el presidente Fox quedó claro, en medio de enorme cantidad de situaciones que se dieron a su derredor y del deseo presidencial de convencer de lo adecuado de su gestión que le permita preservar su liderazgo, que efectivamente el cambio se logró.

Un cambio que empieza por expresar, con toda claridad, que no es patrimonio de nadie en particular. Si antes se creía que la cosecha del cambio correría en beneficio del PAN y de su gobierno, es claro que ello ya no será así debido a que dicho cambio no es el resultado de la voluntad de unos por sobre otros, sino de un proceso mucho más amplio y que involucra a prácticamente todos, a la sociedad de manera relevante.

Si es la primera vez en varios sexenios que no se presenta una crisis económica y que se presume como parte del cambio, ello se debe a que la transición del Poder Ejecutivo se realizó de una manera no sólo responsable, sino con una perspectiva de largo plazo en la que intervinieron el gobierno entrante y, significativamente, el saliente.

Que si la transición se logró, después de 70 años de hegemonía partidista, con estabilidad política y paz social, fue por la enorme madurez con que el pueblo de México actuó en el proceso electoral y que cerró la puerta a cualquier expresión violenta.

Cuando el Presidente reconoce la necesidad de establecer un acuerdo nacional como condición para superar los enormes retos que tenemos por delante, ello obedece a que la pluralidad política y el equilibrio partidista de hoy forman parte de una nueva organicidad que debe ser decodificada de otra manera, porque como está desplaza el eje del poder, que durante mucho tiempo se basó en la voluntad per se, al indispensable acuerdo en el cual todos los participantes resulten ganadores.

Conforme transcurrió el Informe, resultó evidente que la vieja lógica de que el primero de septiembre fuera el "día del presidente", y que sin duda se deseaba preservar, se fue moviendo hasta convertirse en el día de la política que fue y seguirá siendo capitalizado por quien mejor la entienda, quien sea capaz de traducir su desempeño en expectativas sociales, en factor de encuentro, en liderazgo sustentado.

Una reflexión aparte merece el discurso de Beatriz Paredes, presidenta del Congreso de la Unión. Texto sobrio, reflexivo, que resolvió con inteligencia la tensión entre su papel de representante de la diversidad del Legislativo y su propia postura.

Dejó claro que el Congreso asume con responsabilidad su condición de poder que controla al poder pero "nunca para obstaculizar el desempeño de la función pública, nunca para obstaculizar por afanes protagónicos o partidistas al titular de otro poder, nunca para enturbiar la gobernabilidad...".

La presidenta del Congreso destacó distintas decisiones "innovadoras y de trascendencia" del Legislativo como abrir su tribuna a los representantes del EZLN, transparentar las auditorías al Fobaproa, interponer una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia por lo que, a juicio del Congreso, es un exceso de la facultad reglamentaria del Presidente de la República.

El país cambió, la política cambió y ello presenta la oportunidad de hacer de la nueva circunstancia política el impulso para que el país avance rápidamente, superando los intereses cortoplacistas y fragmentarios. Ese proyecto de nación en que el Presidente insistió es posible que en verdad exista, pero ello sólo se probará con hechos, lo que reclama de un nuevo arreglo que empiece por reconocer que el cambio es obra de todos.

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