lunes Ť 3 Ť septiembre Ť 2001

Iván Restrepo

Daños, inundaciones e impunidad

Hace un cuarto de siglo el país no hablaba de otra cosa que de la devaluación del peso. Luego de mantener el tipo de cambio fijo durante 22 años a razón de 12.50 por dólar, la Secretaría de Hacienda (su titular era Mario Ramón Beteta) anunció el 31 de agosto que el valor de nuestra moneda lo fijarían las fuerzas del mercado y que la "flotación" sería regulada para "moderar o vulnerar los movimientos especulativos". El poner a "flotar" el peso provocó confusión e incertidumbre en las ciudades fronterizas mientras los grandes empresarios calificaron la medida de "catastrófica".

La inesperada y fuerte devaluación de nuestra moneda hizo olvidar los efectos ocasionados por los aguaceros que cayeron sobre el Valle de México pocos días antes y que causaron, según se dijo entonces, "la más grave inundación de los últimos 20 años". Las lluvias afectaron más de 100 colonias residenciales de clase media y muy especialmente zonas populares. Aunque no hubo víctimas, los daños materiales fueron cuantiosos y el gobierno tuvo que brindar apoyo a quienes perdieron en unas cuantas horas sus enseres hogareños y hasta sus casas, muchas de ellas construidas con materiales de mala calidad en zonas de enorme fragilidad y con un drenaje tan deficiente que no cumplió su tarea.

También los aguaceros de fines de agosto afectaron el funcionamiento del aeropuerto de la ciudad: 200 vuelos nacionales e internacionales tuvieron demoras que fluctuaron entre dos y ocho horas, pues el agua y una densa capa de lodo inundaron dos de las tres pistas de la terminal aérea. Se puso en evidencia que los equipos de bombeo del aeropuerto eran "insuficientes" para desalojar toda el agua que había caído.

Como hace un cuarto de siglo, el principal aeropuerto del país volvió a inundarse por causas insuficientemente explicadas por las autoridades. En cambio sí está bien documentado el origen de las provocadas por las lluvias que cayeron sobre el Valle de México la última semana dejando daños cuantiosos en numerosas colonias y fraccionamientos. Aunque algunas autoridades y las empresas constructoras de unidades habitacionales atribuyeron lo ocurrido a las lluvias "excesivas", muy diferente opinan los afectados y los especialistas en desarrollo urbano. Por ejemplo, las miles de familias que adquirieron sus viviendas en el fraccionamiento Jardines Santa Elena, ubicado en el municipio conurbado de Cuautitlán. Construido por la empresa GEO, la lluvia puso al descubierto las fallas e irregularidades cometidas por dicha empresa y la complicidad de los funcionarios responsables de vigilar el sano desarrollo urbano. Además, dos personas murieron electrocutadas porque las instalaciones de energía no fueron hechas correctamente por GEO. Aunque ésta presume de haber edificado decenas de miles de viviendas en todo el país y anuncia en los medios la calidad de las mismas, la realidad mostró cómo se hacen fortunas a costa de quienes tienen necesidad de casa propia. ƑEn la remodelación que GEO efectuó en Los Pinos habrá utilizado los mismos materiales y técnicas aplicadas en Cuautitlán?

Pero además de afectar 8 mil viviendas en dicha población, los aguaceros también dejaron larga lista de damnificados en otras partes del estado de México. Las aguas negras permanecieron estancadas varios días en decenas de manzanas de las colonias Emiliano Zapata, El Molino y Ampliación Emiliano Zapata, en el municipio de Ixtapaluca; en el de San Mateo Atenco subieron hasta metro y medio cuando salió de su cauce el río Lerma, afectando varias poblaciones, como Guadalupe.

Como sucede cada que hay tragedias, las autoridades anunciaron tardíamente medidas para ayudar a los damnificados. Así, el Ejército puso en marcha el Plan DN-III para casos de desastre, los heroicos bomberos y grupos de trabajadores coordinados por el Sistema de Protección Civil de la vecina entidad retiraron el lodo y el agua de casas y calles y aún no terminan de limpiar el sistema de drenaje; las brigadas médicas recorrieron las zonas urbanas para prevenir brotes infecciosos; hasta se estableció un programa de empleo temporal en beneficio de algunos afectados.

Hace un cuarto de siglo mucho se habló en los medios de la responsabilidad que en la tragedia ocurrida tenían autoridades y contratistas, "desarrolladores" privados y promotores de vivienda. Sin embargo, reinó la impunidad. Hoy sucede lo mismo. Igual que el año pasado en Chalco y en Ecatepec. ƑHasta cuándo?