LUNES Ť 3 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Se cumplieron ayer cinco años de la suspensión de pláticas entre gobierno y EZLN

No hay condiciones para reanudar el diálogo en Chiapas: Pablo Salazar y Felipe Arizmendi

Ť Freno a choques armados, ganancia, según miembro de Cocopa y visitador de la CNDH

ELIO HENRIQUEZ CORRESPONSAL

San Cristóbal de las Casas, Chis., 1 de septiembre. Los 15 minutos que Vicente Fox dijo le bastaban para resolver el conflicto en Chiapas se han alargado, hasta el momento, a nueve meses, y el problema no ha sido solucionado, al contrario, el proceso de pacificación se encuentra sumergido en una de sus peores crisis, en casi ocho años del alzamiento armado.

Es en este contexto que este domingo 2 de septiembre se cumplen cinco años de la suspensión del diálogo entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y la opinión del gobernador Pablo Salazar Mendiguchía y del obispo de la diócesis local, Felipe Arizmendi Esquivel, es que en este momento no se ven condiciones reales para reiniciarlo, pero que hay que buscar los mecanismos que lo hagan posible.

Sobre el mismo tema, César Chávez, miembro de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), y Víctor Manuel Martínez Bulle Goyri, primer visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), destacan el hecho de que a pesar de la suspensión de las negociaciones no ha habido enfrentamientos armados entre las partes en conflicto.

El escenario

El dos de septiembre de 1996 el EZLN declaró que suspendía su participación en el diálogo de San Andrés, a cuya mesa regresaría hasta que el gobierno cumpliera las siguientes condiciones: Primero, la libertad de todos los presuntos zapatistas presos y de las bases de apoyo detenidas en el norte de Chiapas. Segundo, el nombramiento de un interlocutor gubernamental con capacidad de decisión, voluntad política de negociación y de respeto a la delegación zapatista. Tercero, la instalación de la comisión de seguimiento, verificación y cumplimiento de los acuerdos de la mesa de derechos y cultura indígenas.

Cuarto, las propuestas serias y concretas de acuerdos para la mesa de democracia y justicia, y compromisos de lograr acuerdos en ese tema. Quinto, el fin al clima de persecución y hostigamiento militar y policiaco en contra de los indígenas chiapanecos y desaparición de las "guardias blancas" (o una ley que las reconozca institucionalmente y las uniforme para que no operen impunemente).

Las señales

El 2 de diciembre pasado, un día después de la toma de posesión de Vicente Fox como Presidente de México, el grupo rebelde decidió reanudar los contactos con el gobierno federal y redujo a tres las siguientes condiciones, ahora denominadas "señales":

Una, el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés que se refiere en concreto a la transformación en ley de la iniciativa elaborada por la Cocopa. Dos, la liberación de todos los zapatistas presos en cárceles de Chiapas y en otros estados, y tres, el retiro del Ejército de siete posiciones, entre ellas, Guadalupe Tepeyac, Río Euseba, Jalnachoj, Roberto Barrios, La Garrucha y Cuxuljá.

Han pasado nueve meses, pero hasta hoy sólo la tercera condición se ha cumplido, y para que la segunda se complete sólo falta la liberación de una decena de reos. Pero la que prácticamente tiene trabado el proceso y provocó la suspensión de los incipientes contactos con la parte guberamental "mediante el comisionado, Luis H. Alvarez", es la primera, pues las reformas indígenas aprobadas por el Congreso de la Unión, a finales de abril pasado, no responden a las expectativas de los zapatistas, del Congreso Nacional Indígena y de otros sectores de la población, aunque el proceso aún no concluye.

A mil 825 días de la decisión rebelde, cuatro personajes dan su opinión, en entrevistas por separado, acerca de qué se ha ganado y qué se ha perdido en este lustro sin diálogo.

Salazar Mendiguchía: "No hemos ganado la paz que quisiéramos pero se ha logrado contener la parte violenta de la guerra, eso hemos ganado. Lo ideal es que podamos en esta etapa evitar el deterioro de la vida comunitaria".

Agrega: "Lamentablemente yo no veo por dónde vamos a tomar la hebra para reanudar el diálogo. Espero que todos pongamos a ejercitar la imaginación y encontremos una fórmula que permita que las partes regresen a la mesa".

El mandatario chiapaneco comenta que "si el diálogo no se hubiera suspendido, tal vez se abrían ahorrado muchos muertos, conflictos y desplazamiento de indígenas", porque en ese periodo, hasta diciembre pasado "hubo una absurda política que no sólo intentó contener sino descomponer las comunidades; enfrentó a familias enteras y como resultado de esa política de contrainsurgencia y de contención tenemos los muertos de Acteal, de El Bosque y cientos de desplazados".

El diálogo, subraya, es "clave y mientras no lo haya está descontado un acuerdo final de paz que es a lo que queremos llegar. Por eso es fundamental que encontremos el camino del diálogo que está extraviado. Yo en este momento no tengo la manera", afirma.

"Hay conciencia de que las armas no son la solución"

El obispo Arizmendi, a su vez, responde que se ha ganado mucho en cuanto al "aprendizaje de que las armas no son la solución al conflicto, y que el EZLN, el gobierno y la sociedad mexicana cada día se han convencido de que ese no es el camino a que aspiramos todos. Se ha perdido la confianza y la credibilidad, pero también tenemos que ser creativos para buscar nuevos mecanismos de diálogo, aunque hay que decir que en este momento ponerse de acuerdo sobre cómo deben ser la patria, la política, la economía, la democracia y la sociedad es muy difícil porque las posturas de ambas partes son casi antagónicas".

Pero en lo que "todos estamos de acuerdo es en que la pobreza es inhumana, así como injusta es la marginación e indebido el racismo. En que la gente necesita agua, luz, escuelas, seguridad, justicia y todos tenemos que trabajar en ello. Aunque el diálogo está suspendido podemos trabajar por lo que la gente pide: los servicios fundamentales. En las comunidades pocos me hablan sobre las reformas indígenas, más bien me dicen que el precio del café está muy bajo, que el maíz no es suficiente, que la tierra produce menos, que la migración se incrementa".

Dice que en estos momentos "para nada veo perspectivas de diálogo porque hemos perdido la confianza y la credibilidad, pero lo importante es seguir con la seguridad, que es lo que hemos ganado, de que las armas no son el camino que México quiere, que sigamos luchando por vías pacíficas y legales". Por ello, manifiesta, "el hecho de que no se hayan reactivado los enfrentamientos militares entre las partes es un buen signo, que todos queremos avanzar por otros caminos".

Triste, la falta de negociación

En tanto, Martínez Bulle Gayri expresa que "es una gran pérdida que no haya diálogo. Es evidente que muchas de las cosas que se esperaban que se lograran pronto como la mejoría de las condiciones reales para la gente, de la vigencia de derechos para las comunidades, se han retrasado en estos cinco años de ausencia de diálogo; es lo más triste".

Señala que la ausencia de negociaciones desde hace cinco años "es motivo de preocupación" pues significa que no hemos sido capaces de avanzar aun cuando mientras estamos construyendo un país supuestamente democrático, con procesos electorales reconocidos en todo el mundo, haya habido intransigencia y hasta desidia en ambas partes".

En la coyuntura actual, dice, "no se ve ninguna puerta abierta para reiniciar el diálogo, y parece que a ambas partes se les acabó la voluntad de diálogo, como que no saben hacia dónde ir a negociar. No se ven las condiciones ni los espacios políticos para esa mesa de negociación".

Latente, un posible acuerdo: César Chávez

Integrante de la primera Cocopa y de la actual, César Chávez, opina: "Es importante haber mantenido la posibilidad de construir un acuerdo por la vía del diálogo. Hay varios frutos: En primer lugar que el EZLN ha tenido esa convicción, como lo demostró con la gran marcha por la reforma constitucional para que se hicieran efectivos los acuerdos de San Andrés", firmados el 16 de febrero de 1996.

"Es una actitud positiva de un grupo que se levantó en armas. Esa actitud está presente y eso es un triunfo. Y por parte del gobierno hemos ganado que no está la tentación de recurrir a las armas para resolver el problema, que podría tener como consecuencia un genocidio en el país. La parte más positiva es habernos mantenido en esa posición".

Por otro lado manifiesta que "tenemos que mantener la suspensión de las órdenes de captura (en contra de los dirigentes del EZLN) para tener la posibilidad constructiva del diálogo y la negociación".