Ofrecer la música con armonía, riqueza y dulzura, la clave de Eliades Ochoa
PL
Santiago de Cuba. "Mira, no lo puedo creer, es Eliades Ochoa en persona. ¿Podremos acercarnos a darle un apretón de manos?" Asi expresa su asombro un turista argentino en la Casa de la Trova Santiaguera.
Sentado en el patio, sin asedio de guardaespaldas ni fanáticos, está el hombre que abarrota de público diversos escenarios del mundo, donde se presenta, acompañado del Cuarteto Patria, como mensajero de lo más auténtico de la música tradicional cubana.
El rostro de 54 años de quien provoca aplausos con números como Píntate los labios, María, se asomó jovial, bajo el inseparable sombrero de castor y el lunar de canas de la barbilla.
Expresó hospitalidad, para sorpresa del forastero, al colocar asientos en torno a su mesa, donde se entabló una charla informal en la que se incumplió la promesa de formularle sólo una pregunta: ¿Imaginó alguna vez la popularidad que ha alcanzado hoy?
-Claro que no, ni sospecharlo detrás del cajón de zapatos con el que me ganaba la vida como limpiabotas. Entonces estaba muy remota la idea de tocar una guitarra y muchos menos de cantar en un gran escenario.
-¿Qué hizo posible que usted pudiera grabar con Buena Vista Social Club?
-El espíritu de solidaridad y unidad de esos magníficos músicos, con quienes formamos una familia, hizo que todo saliera bien y que el disco transpirara la energía positiva con que me sumé a ese proyecto, donde disfrutamos de plena libertad creativa, sin ningún tipo de imposición, en un ambiente de cordial respeto profesional.
-¿Conocía de antemano a todos los músicos de la orquesta?
-Algunos como Ibrahím, a quien ya dije considero mi hermano, a Rubén González, sólo de nombre. A Compay Segundo porque había trabajado conmigo varios años.
"A Puntillita, que falleció hace poco, y a Omara Portuondo, con quien trabajé cuando estaba embarazada de su hijo Ariel, que ya tiene más de 30 años, de modo que me encontraba en un núcleo de familia bien llevada."
La resurrección de María
-¿Es real el personaje de María, a la que se alude en la famosa canción Píntate los labios...?
-Para mí no, no sé si para otro lo será. Era un arreglo de Roberto Faz, que escuchaba en la década de los sesenta y que me gustaba mucho. Con la muerte de Faz, "enterraron" también a María y no salió más a la luz pública hasta que se me ocurrió hacerle este arreglo e insertar Amor de hombre en el disco que narra la historia que acontece a María.
-La gente comenta que usted "se llevó" todos los premios Lucas del 2000.
-No, un momentito, no me los llevé, yo traje todos
los premios Lucas para Santiago de Cuba.
-¿Por qué quiere tanto a Santiago?
-Porque es mi propia vida. Hay una frase histórica que para mí lo encierra todo. Santiago: rebelde ayer, hospitalaria hoy y heroica siempre. Mi ciudad es para mí, sencillamente, lo máximo.
-¿Ha hecho el inventario de sus premios?
-Honestamente, son tantos que mi memoria no alcanza a retenerlos, pero los de mayor aprecio sí: Laureado de la República de Cuba, condecorado con la medalla Raul Gómez García, y el que me entregó Silvio Rodríguez a nombre de la Nueva Trova.
"Después vinieron en 1997 el premio Grammy, en 1999 la nominación al mismo premio y ese propio año una nominación al Oscar. Tengo además el titulo de Hijo ilustre y las Llaves de la ciudad de Bari, Italia."
-¿A qué cree que se deba la fascinación del público internacional por sus interpretaciones?
-La explicación está, sencillamente, en el deseo y la entrega que se pone al ofrecer nuestra música al público con todos los parámetros de armonía, riqueza y dulzura que encierra el genero tradicional cubano, que antes no se conocía en muchas partes del mundo y ahora, por fortuna, todo el mundo clama por nuestro son, guaracha, bolero.