DOMINGO Ť 2 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

TIEMPO DE BLUES

Los 33 negros

Ť Raúl De La Rosa

Primera llamada



DESDE QUE INICIAMOS esta columna no hemos dejado de mencionar el tema de la esclavitud en Estados Unidos. Tocar el tema es inevitable, pues en ese contexto se originó una música y un canto que conocemos genéricamente como blues.

EN NUESTRO PAIS se tiene la percepción de que la esclavitud o la trata de negros fue algo lejano. En el ámbito latinoamericano tenemos mayor información sobre la esclavitud en Cuba o en Brasil, por mencionar sólo algunos países, pero este tráfico humano abarcó casi la totalidad del continente americano, incluido México.

EN EL MEXICO del siglo XVI, de la población no indígena, esto es, españoles y negros, 71 por ciento eran negros y solamente 21 por ciento eran blancos, y aunque ambos sólo representaban 2 por ciento de la población total, del mestizaje que duró varios siglos los afromestizos llegaron a ser poco mas de 10 por ciento de la población.

UNA DE LAS primeras revueltas de esclavos en contra de la corona española tuvo lugar en lo que hoy es el estado de Veracruz.

Segunda llamada 



TIMBRES O ESTAMPILLASEN LA NOCHE del 30 de enero de 1609, cerca de 100 hombres malamente armados y peor vestidos se dirigieron a la Villa de Córdoba. Parecían más una comparsa de carnaval que hombres dispuestos a morir por su libertad.

VICENTE RIVA PALACIO (1832-1896), periodista, escritor y militar, escribió algunas novelas sobre hechos históricos. Los treinta y tres negros es la historia de la rebelión encabezada por el negro Yanga contra el poder de los virreyes españoles en la época de la Colonia.

"LAS ARMAS DE aquellos hombres, era curioso observar -nos narra Riva Palacio-, había entre ellos flechas y arcos de los aztecas, arcabuces y espadas de los conquistadores, mazas, macanas, hondas, hachas, escopetas, ballestas, puñales, alabardas y todo en el mayor desorden y en extraordinaria confusión."

EL NOMBRE DE negro cimarrón se le aplicó a todo aquel esclavo que escapaba y se remontaba al cerro o a la selva para vivir en libertad. Este grupo de cimarrones era encabezado por el viejo Yanga, que meditó durante 30 años esta rebelión, y por Francisco de la Matosa, también negro.

LA CORONA ENVIO al capitán Pedro González de Herrera a combatir la sublevación, y el 21 de febrero de 1609 se enfrentaron los más de 500 soldados del capitán González contra cerca de 400 negros mal armados y peor organizados. Al fallar la emboscada que habían tendido, los negros tuvieron que retirarse. Esto no podía considerarse triunfo para ninguna de las partes, por lo que el capitán González les ofreció el indulto: Yanga y los suyos lo aceptaron a cambio de tener un pueblo donde vivir con sus mujeres e hijos. El virrey accedió a todo y les concedió terrenos para formar el pueblo, que se llamó San Lorenzo. Pero tres años después...

Tercera llamada 



AUNQUE PUEDE DECIRSE que la rebelión fue finalmente una victoria para los negros, a cambio se ofrecieron a servir como soldados y estar de parte de España. Pero en 1612 corrió el rumor nuevamente de otra rebelión, lo que causó gran pánico. No se sabe con seguridad si la audiencia descubrió realmente alguna conspiración, o quiso solamente dar un escarmiento y llenar de temor a los negros por si pensaban rebelarse; lo cierto es que los habitantes de la capital de la Nueva España presenciaron una de las más horrorosas ejecuciones de que se tenga memoria.

VEINTINUEVE HOMBRES Y cuatro mujeres, todos negros, fueron ahorcados el mismo día y a la misma hora en la plaza mayor de la ciudad. La ejecución terminó, los verdugos bajaron los cadáveres y con hacha cortaron las cabezas, que se fijaron en escarpias. Así estuvieron mucho tiempo aquellos trofeos de la civilización, hasta que la audiencia tuvo parte de que no era posible sufrir la fetidez, y las mandó quitar.Ť Así se sofocó aquella imaginaria conspiración en el año de 1612.

EN LA HISTORIA de México existen enormes lagunas y una de éstas es la relacionada con la presencia negra y sus aportaciones. En los libros de texto se habla del mestizaje, pero nuestra negritud está ausente. Cuando nos maravillamos ante las colosales cabezas olmecas, ¿cuántos sabrán que los rasgos de estas esculturas son netamente africanos?

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ŤVicente Riva Palacio: Los 33 Negros. Cuadernos mexicanos/ SEP/ Año I. Núm. 3