DOMINGO Ť 2 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Celebró sus 40 años de cantante en el Auditorio Nacional, ante 10 mil personas

Oscar Chávez festejó entre poemas, canciones y protestas

Ť Nos vemos el año entrante, si el gobierno lo permite, advirtió el intérprete de Macondo

JAIME WHALEY

Del tango al bolero, de las conocidas a sus nuevas composiciones, de las de protesta de antes a las de protesta de hoy (que cuál es la diferencia hoy si casi todo está igual: impunidad, corrupción, atropellos, ''diferente el dedo pero el mismo atole'' se diría durante el recital) transitó Oscar Chávez ante un atiborrado Auditorio Nacional la noche del viernes.

Oscar Chavez/manjarrezNo la chiflen que es cantada se denominó el concierto-festejo, pues el caifán Chávez así conmemoró cuatro décadas de andar en el canto, ante el beneplácito de la gradería que para el puntual comienzo del espectáculo se apuraba y en tropel se disponía a ocupar sus lugares, por lo que Chávez inquirió si ya estaban todos sentados antes de comenzar su actuación de la segunda parte.

Y ya se arranca Oscar, para lo que habría de extenderse hasta pasadas las 11 de la noche, con esa de que se quisiera comer un panecillo con azúcar y canela muy calientes para luego darle a la de la química, retórica y botánica; el público desgrana los aplausos que son directamente proporcionales a la edad de las canciones.

Los Morales, los sempiternos acompañantes del cantor, se lucen con su versatilidad, y luego de un poema de Octavio Paz, y de una canción de tintes ecologistas sobre el deterioro ambiental ocurrido en Tabasco por la extracción de la riqueza que da el oro negro, le pegan a la jarana y al arpa para un bullanguero son jarocho.

De Paz y de José Emilio Pacheco cantó Chávez, tal como lo había prometido, pero también del maestro Sabines, obras que el respetable supo retribuir generosamente. Otros acompañantes, que por apellidos llevan los de Hernández, Galindo, Sánchez, Nery y un sobrenombre como Betuco, le dan al festejo otro carisma, en tanto Chávez ya hizo alusión a Madrazo y dedica unas lineas a la pérdida de presencia del PRI ''que ya no hará la masa con su pinche nixtamal''.

Y viene ahora esa de Siempre me alcanza la danza antes de tocar la trova yucateca con una del recientemente fallecido Pastor Cervera: El collar, y luego ''una rancherita azotada'', explicaría Chávez: El serrucho, que gusta por su tono secerril con fondo musical de un jazzecito.

Aguamarina y un tanguito, Solo, que dice Oscar relata algo aplicable a personajes de nuestra cultura para enseguida hilvanar una cadenita de composiciones nuevas, ''estrenos mundiales''. Y otra de protesta actual, Se vende mi país y luego El tren sin pasajeros, con subliminal dedicatoria a Zedillo, el presidente que se desprendió del sistema ferroviario ?bueno no él sino el país?, y una queja viejísima, tanto que la recitaba Vasconcelos, no el educador (aunque también por nombre tenía el de José) sino otro, El Negrito, que vivió en el siglo XVI y ya se quejaba de falta de oportunidades para el desarrollo.

Y ya están aquí las que se sospechan son el prolegómeno del gran final, las que todas las 10 mil o más voces corean, la del homenaje al comandante Che Guevara, Macondo, Por ti, mientras la Maricarmen, alejada del país por una docena de años, suspira por un canto de arrullo para su pequeño Matthew, pero no llega y ni hablar, a escuchar Un año más sin ti, un bolerito, para concluir con Perdón ante una salva de palmas y... ''nos vemos el año entrante, si el gobierno lo permite''.