Ť Comenzó el viernes el primer Festival Nacional de Compositoras de México; concluye hoy
El trabajo de las cantautoras está permeado por el riesgo: Nayeli Nesme
Ť Para los creadores no convencionales siempre habrá adversidades, aquí y en China: Leticia Servín
PATRICIA PEÑALOZA
Mujeres ave, pez, mariposa, llevando a cuestas guitarra, sueños e inspiración, comenzaron a darse cita este viernes en el Museo Nacional de Culturas Populares, dentro del primer Festival Nacional de Compositoras de México, convocado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
En
su primer día, el festival que hoy domingo concluye tuvo en el escenario
a las cantautoras Nayeli Nesme, Leticia Servín, Tere Estrada y Mónica
Lara. Cada una subrayó la existencia de este sector, el cual además
de interpretar tiene algo que decir, lírica y musicalmente. En total
tendrán lugar en el festival, de acceso gratuito, doce mujeres de
la ciudad de México, Tabasco, Jalisco, Yucatán, Guanajuato
y Michoacán, cantando y participando en las mesas redondas La condición
de género en la composición: "Rolas en la cocina" y "Y ahora,
¿quién se las come?"; esta última hoy a las 16 horas,
contando con la participación de Patricia Carrión, Leticia
Servín, Ana Pizarro y Tere Estrada. A las 18 horas iniciará
la cantada, formando parte del elenco Mary González, María
Eva Avilés, Julieta Marón y Patricia Carrión.
El recinto de Coyoacán dio cabida a estas mujeres no inscritas en los parámetros de la comercialidad, cuyas amplias trayectorias están marcadas por la lucha, el trabajo y la fe; cuya labor fusiona música tradicional, sacra, ranchera, clásica, blues, jazz, rock, bolero, trova. Y aunque cada una ofreció su particular manera de entender la música y la vida, quienes tuvieron mejor recepción fueron la capitalina Nayeli Nesme y la michoacana Leticia Servín, novel sorpresa.
Abrió
tinglado la guanajuatense Mónica Lara, de tendencia trovera, quien
bromeó: "Ya soy otra guanajuatense que es primera dama". Lara, quien
desde los cuatro años participa en el medio cultural de su estado,
interpretó con la guitarra bellos temas reposados que igual reventaron
contra el machismo que hicieron honor al amor y el desengaño. Luego,
Tere Estrada, también socióloga, creadora del libro Sirenas
al ataque, denotó en sus rolas una notable inspiración
bluesera. Mediante su lírica urbana, plasmada en cuatro álbumes
(Encuentros cercanos conmigo, el más reciente), imprimió
su singularidad. Fuera de programa, Estrada cedió unos minutos de
su participación a la cantautora Ana Pizarro, quien igualmente mereció
sinceros aplausos.
Tocó su turno a Leticia Servín, la más joven de todas las participantes, quien con guitarra y canto fresco, llamó la atención a pesar de ser poco conocida en el DF (aunque con diez años de trabajo como cantante y actriz). Su voz suave y a la vez atronadora llevó a la sonrisa con sus temas, plenos de ironía, desenfado y jugueteo verbal, un poco en la escuela de Jaime López y El Mastuerzo, pero con aires interpretativos cercanos a Ely Guerra. Ella misma produjo su segundo y actual disco, Mundo matraca.
Por su parte Nayeli Nesme, con veinte años de camino, dio muestras de su impecable dominio de la técnica vocal, de notable formación clásica (principalmente en el bel canto), más un poco de blues y una pizca de canto latinoamericano. Nesme, quien fundamenta su lírica en el misterio amoroso, la poesía de la vida, los derechos humanos, tiene cinco producciones discográficas; la más reciente es Derechos de autor. Acompañada por el guitarrista Jorge García, su profundidad emotiva y calidad escénica quedaron de manifiesto.
Leticia
Servín expresó que este festival significa una oportunidad
importante pues no es fácil hallar foros: "Me emociona compartir
escenario con chavas que llevan un rato abriendo camino. El festival nos
permite mostrar que habemos cantautoras que hacemos de esto una forma de
vida. Para quienes hacemos esta música no convencional, habrá
adversidades aquí y en China. No estoy de acuerdo con la separación
hombres/mujeres, pues de todos modos se margina, por ejemplo, a la comunidad
lésbica-gay. Aun así festejo el espacio donde está
acudiendo gente que sí nos va a oír".
Nayeli Nesme acotó: "Yo soy de una generación arriba de ella, sin embargo, tocar puertas sigue siendo un embate a espada frente a quienes programan, y a empresarios de espectáculos, disqueras, radio, etcétera: los criterios aún son estrechos. Además sufrimos de gran malinchismo: a figuras extranjeras, conocidas o no, con trayectoria o no, fácilmente se les abren las puertas. Las expresiones artísticas en México están muy por debajo del nivel de atención que requerirían. Respecto de diferenciar un festival por género, aunque hombres y mujeres tenemos las mismas capacidades y necesidades, la hormona femenina es distinta; claro que las que estamos aquí no explotamos un trabajo rosa o feminista de la hormona. Más bien veo que entre nosotras hay una preocupación literaria particular, un trabajo en general permeado por el riesgo".
Finalmente,
el organizador directo del evento, Armando Chacha, director de Desarrollo
Regional y Municipal, dependiente de la Dirección General de Culturas
Populares, abundó: "El festival parte de una propuesta que hice
a nuestra directora general, Griselda Galicia, de incursionar en expresiones
en las que no se había trabajado institucionalmente y que han quedado
bailando como conceptos estéticos definidos. No hacemos festivales
'de mujeres' o 'de hombres' para subrayar la diferencia, sino para llamar
la atención de algo que existe pero que ni público ni prensa
ven o distinguen: visualizar claramente cada concepto creativo, ya sea
de trovadores o de compositoras. Es importante diferenciar porque hay muchas
intérpretes: dar relevancia al trabajo específico de composición.
Va a ser importante para ellas encontrarse entre sí y ante el público
como tales".