DOMINGO * 2 * SEPTIEMBRE * 2001

PRIMER INFORME

Jenaro Villamil

Foxeo: el estilo mediático de gobernar

El primer Informe de gobierno ha servido tradicionalmente, no para evaluar los resultados de un proyecto sino para presentar un estilo singular de gobernar. Ese estilo, a la usanza de la definición de Daniel Cosío Villegas, es el que mantiene vivos los rituales del presidencialismo mexicano.
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Aun cuando el PRI y su clase política ya no están en el poder, el primer Informe de Vicente Fox Quesada fue claro en un sentido: el estilo presidencialista no ha muerto. La unilateralidad del poder se mantiene. La resolución de los grandes problemas nacionales y cotidianos está ausente.

Si hacemos una definición, podemos destacar que el rasgo singular del foxismo es la apuesta por un presidencialismo mediático, es decir, por el ejercicio de un Poder Ejecutivo fuertemente cargado en los valores mediáticos: búsqueda de popularidad y carisma; ausencia de discurso claro y su sustitución por spots o frases políticamente correctas; escasa problematización y exceso de terapia motivacional ("estemos a la altura del reto", "no aflojemos el paso", "aportemos sin regateos", dijo Fox en San Lázaro); buscar el impacto en la percepción y eludir compromisos y una agenda clara. Fue sintomática en el Informe la ausencia de una mínima reflexión sobre la recesión económica, que ha generado el desempleo generalizado y las protestas de las organizaciones campesinas.

Este estilo peculiar es lo que llamamos foxeo. En el primer Informe, el foxeo fue abundante en frases y en cifras porcentuales ?todas positivas?, pero escaso de propuestas para el futuro inmediato. El foxeo es el estilo particular del Presidente para incorporar en su lenguaje político frases, dichos, expresiones del argot popular, o para reiterar oraciones como esa de que "los salarios están recuperando su poder adquisitivo", que le valió fuertes abucheos al primer mandatario durante la lectura de su mensaje.
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El foxeo consiste también en adelantar los golpes para volver reactivos a los oponentes. "Quien pega primero, pega dos veces", es un viejo principio de la mercadotecnia política. Fox lo utilizó exitosamente durante la campaña electoral del 2000, y lo sigue aplicando ya como Presidente: a las "víboras prietas" las sustituyeron "los timoratos", los "apanicados". La diferencia es que antes era la imagen del rebelde frente al poder que prometió en exceso cambios con urgencia. Ahora que él representa el poder, se ha transformado en el evasor de la crítica o en la ausencia de autocrítica, como se observó en el Informe. El foxeo no cree en la máxima salinista ("ni los veo ni los oigo") ni en la zedillista ("la crítica, pero de buena fe"). En el primer Informe aplicó una técnica de ataque indirecto a sus críticos a través del exceso de demagogia y de frases admonitorias: "la pluralidad no debe ser una torre de Babel", "en este Congreso cristalizará el pluralismo", "no se justifica la violencia", "no ha habido opresión ni represión", "el cambio significa no sólo hacer las cosas en forma diferente sino hacerlas bien", etcétera.
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El estilo mediático de Fox para gobernar es antisolemne en sus expresiones informales, pero resultó acartonado en la lectura de su mensaje político en San Lázaro. Sigue siendo un estilo presidencialista, basado en la figura mesiánica del hombre fuerte. Hereda los usos y costumbres de nuestro presidencialismo: simbiosis de la patria con uno solo de sus poderes; omnipresencia y omnipotencia. Lo novedoso del primer Informe fue la fórmula utilizada por Fox para dirigirse a los televidentes mexicanos de Estados Unidos, a los paisanos que veían y escuchaban en vivo su discurso: "en esta fecha especial, les agradezco que nos hayan dejado entrar a su casa para informarles". De pronto, el mandatario evadió que estaba en un evento republicano frente al Congreso de la Unión y se convirtió en locutor televisivo.

El foxeo ya no es el presidencialismo del viejo modelo corporativo. Ni las matracas sindicales ni Fidel Velázquez, ni los ya lejanos aplausos acríticos de los legisladores sumisos o pronasoleros respaldan al Poder Ejecutivo.

Sin embargo, el presidencialismo de ahora sí le apuesta a otro tipo de adhesión: el de la lealtad mediática, más telegénico y más virtual que real (Martha Sahagún estableció como principio del gobierno foxista: "sisale en la televisión y en la radio, existe"). El foxeo, en este sentido, es un estilo de hablar mucho sin decir nada sustancial.

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