sabado Ť Ť septiembre Ť 2001

Luis González Souza

Informar respondiendo

El que por sus rollos muere... hasta la muerte declama. Si Fox y su gobierno no quieren asumir la responsabilidad histórica de la alternancia electoral alcanzada el 2 de julio del año pasado, allá ellos. Si en lugar de llevar a buen puerto la larguísima transición de México a la democracia prefieren frenarla... con su PAN se lo coman.

Pero la sociedad es otra historia. Al menos sus segmentos más conscientes y combativos no están dispuestos a permitir que el histórico 2 de julio se convierta en una megadefraudación de almas y corazones, o en un Fobaproa espiritual si se prefiere. No permitirán que el poderoso torrente de la transición desemboque en el mortal cañón del Sumidero, en lugar del hermoso y democrático remanso de las lagunas de Montebello. Por ello han comenzado ya a empujar, y continuarán haciéndolo, la verdadera transición, la más primera de todas, que es la transición cultural. En su base misma que es el presidencialismo informativo, han asestado ya un golpe letal a la subcultura presidencialista, al presentar públicamente, el pasado jueves, el Primer informe ciudadano sobre el curso real (no maquillado) de nuestro país en el último año. Un informe coordinado por Causa Ciudadana, pero enriquecido con el apoyo (así sólo fuese moral en algunos casos) de quienes integran el Consejo Consultivo de tal informe: RMALC, CILAS, COPEVI, CIEN, Equipo Pueblo, MCD y la recién nacida Comunicación Comunitaria AC.

En el menor de los casos, el Primer informe ciudadano puede servir para evaluar, crítica y fundadamente, el informe que Fox presenta hoy en el Congreso. Pero también podría servir para acabar de precisar el mandato de la sociedad para el tipo de gobierno y de cambio que se esperan después de la anhelada alternancia electoral. Como sea, con su sola hechura, el informe ciudadano sirve para arraigar la idea, y hacerla costumbre, de que sin una sociedad activa y consciente no hay transición democrática que valga o dure.

Si Fox y su gobierno no tienen grandes ni numerosos logros que informar hoy, muy su problema, y mejor que lo digan tal cual. Si deciden inventar o magnificar esos logros, más grave y lamentable dicho problema. De lo que no pueden ni deben escapar es de una rendición convincente de cuentas claras. No más cuentas alegres y dudosas. Sin embargo, aquí también es decisivo el papel de la sociedad. Mientras no aprenda a exigir cuentas claras y convincentes, el Señor de los informes seguirá tentado a rendir cuentas demagógicas y autocomplacientes, del mismo modo en que el presidencialismo todo seguirá de pie mientras la sociedad siga agachada y sedienta de caudillos.

Por fortuna, también en esto la sociedad ya va aprendiendo. En muchos de sus apartados, el Primer informe ciudadano plantea preguntas que deben ser respondidas, si los informes presidenciales han de recuperar algo de credibilidad. No hay espacio aquí para reproducir esas preguntas. Sólo valga informar que ese informe y esas preguntas ya existen, por lo que ni la ignorancia ni la apatía ciudadanas pueden seguir como pretexto para informes presidenciales demagógicos o irresponsables. Un solo pero significativo ejemplo son algunas de las preguntas con que el Primer informe ciudadano culmina su apartado sobre los derechos de los pueblos indios: "ƑDefendió o no, y cómo, el presidente Fox su iniciativa de ley sobre derechos y cultura indígenas, ante el Congreso de la Unión...? ƑPor qué no la defendió igual que su iniciativa de reforma fiscal? ƑEstá dispuesto o no el gobierno de Fox a hacer de México una nación pluriétnica y multicultural? ƑCómo piensa lograrlo? ƑQué enmiendas tendría que hacer a su Plan Nacional de Desarrollo (para no hablar de su Plan Puebla-Panamá)?"

Informar-respondiendo, respondiendo bien y claro a ese tipo de preguntas, es lo primero que la nueva sociedad mexicana -la sociedad posterior a la alternancia- espera del primer Informe presidencial de Fox, el hombre-de-la-alternancia mexicana. Pero si además insiste en ser el hombre-de-la-transición, en su Informe Fox, también y sobre todo, debe responder a las enormes expectativas de cambio que él mismo suscitó. En el peor de los casos, Fox y su gobierno deben responder, autocrítica y honestamente, por el incumplimiento de tantas promesas de campaña.

Informar-respondiendo, pues. Porque el mandar-obedeciendo no es un juego ni una ocurrencia de los indígenas zapatistas. Es algo que llegó para quedarse y desdoblarse en el nuevo México, por Fox tan prometido. Antes del 2 de julio hablábamos mucho del "México que queremos". Hoy nos conformamos con el "México prometido".

Nadie los obligó a prometer. Más obligados están, entonces, a cumplir. Informar-respondiendo, gobernar-cumpliendo. ƑMucho pedir? No, México merece eso... y bastante más. Si no, Ƒpara qué tanto jolgorio, pues, por el cambio electoral del año pasado?

PD autocrítica: Nosotros también fuimos parte de ese jolgorio, si bien parte mesurada, escéptica. Sí, también a nosotros nos toca lo del principio: "El que por sus rollos muere..."

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