Ť Hoy celebra 40 años como cantautor en el Auditorio Nacional
Nunca me dejé manejar por lo que la industria me imponía: Oscar Chávez
Ť Espero tener la cordura y la inteligencia para
callarme a tiempo, expresa
Ť Los horizontes del ridículo en los políticos
son inagotables, dice el cantante e investigador
CESAR GÜEMES
Incombustible, dedicado lo mismo a componer que a realizar investigación sobre la música tradicional mexicana, sereno, conversador, Oscar Chávez cumple 40 años de trabajo artístico y llega a 100 discos grabados por él, sin contar antologías o rediciones. Con todo ese trabajo a cuestas, que para él es carga ligera, llegará la noche de este viernes al Auditorio Nacional para ofrecer un recital con lo más reciente de su producción y también con piezas que se mantienen vigentes.
Nos recibe en su oficina, no en su estudio, porque, como él mismo explicará, además de abocarse al rescate de la canción tradicional mexicana y componer sus propios temas debe realizar toda una serie de labores que rodean al mundo de la música en el país. Sobre su escritorio, al lado de la grabadora portátil que tiene para escuchar producciones recientes, habita una considerable cantidad de papeles que representan otras tantas tareas por cumplir. En la pared contraria a la ventana, un extraordinario retrato a lápiz que le hizo un autor anónimo cuando Oscar Chávez hacía cabaret; a su espalda un cartel de la cinta Los Caifanes, y frente a él, al alcance constante de la mano, un cenicero que se irá llenando velozmente mientras transcurre la tarde.
-La cantidad de trabajo que has realizado es muy considerable aun cuando sean casi 40 años de labor. ¿Te descubres cansado?
-Eso debe notarse a la hora de cantar porque las facultades se van mermando. Pero en cuanto a la actitud ante la música, definitivamente no. La parte creativa está intacta, mientras que la productiva siempre ha sido muy desgastante. Luchar para que el trabajo salga y se distribuya es complicado y merma la fuerza.
-¿Incluso para ti, que ya eras Oscar Chávez desde el inicio de los setenta?
-Nos pasa a todos y en cualquier oficio. Cuando consigues un proyecto, bueno o malo, independientemente de los valores que pueda contener, es agotador hacerlo llegar a los escuchas. A mí me encantaría dedicarme nada más a hacer canciones, una actividad que me divierte mucho. Pero no, sino que todo lo que rodea a la música debo hacerlo también y te desgasta. Reconozco que es parte del negocio, no me quejo, son las reglas del juego.
-En tu caso particular, ¿las reglas del juego se habrán suavizado un poco?
-Definitivamente sí, no todo lo que yo quisiera pero sí han cambiado un poco. El problema de los espacios, por extraño que parezca, sigue siendo el mismo. Es verdad que para mí se ha aligerado un poco ese aspecto, pero me ha costado mucho trabajo. Insisto: no me quejo, uno ya sabe que las cosas son así. Si cuando empecé a grabar, al inicio de los años sesenta, hubiera aceptado la creación de imagen de la empresa disquera y los medios, si me hubiera vestido de charro y cantado con mariachi, me hubiera ido muy bien, habría ganado mucho dinero. Tuve incluso, después de filmar Los Caifanes, la posibilidad de suscribir un contrato en exclusiva para hacer una carrera cinematográfica. Esto es algo que por cierto nunca he platicado. En fin, el caso es que eso no me funcionó porque no me dejé manejar por el concepto que la industria imponía: ganas dinero si haces tal o cual cosa, si te vistes así y asá y si cantas esto. Pues no se me dio irme por ese camino. Siempre me rebelé. He defendido mi manera de pensar pese a que esos pensamientos formen para mí un conflicto. Y no es que yo tenga la razón o sepa de qué se trata la vida en su totalidad. Pero por supuesto que incluso sin saber de qué se trata, a partir de lo vivido, sí aprendí de qué no se trata. Así que defiendo mi pequeño espacio en la medida de lo posible.
-Desde luego con 100 discos grabados hasta ahora, sentirás que defender ese espacio y apoyarte en esa personalidad incombustible valió la pena.
-Claro que el esfuerzo se ve recompensado, pero no quiero darle mucha importancia a eso. Creo que lo importante es permanecer en activo hasta que las facultades lo permitan. Espero tener la cordura y la inteligencia para callarme a tiempo, como dice un poema de Eduardo Lizalde, para no hacer el oso en medio de la calle.
-Para eso quiero pensar que falta un buen tiempo todavía. Estás entero, trabajando al ritmo de siempre.
-No te creas, no me cuido mucho, soy bastante desobligado con mi existencia: fumo, bebo, me desvelo y hago todo lo que no debería hacer, faltaba más. Pero lo prefiero a andar haciéndome el divo, practicando aerobics, vestirme con bufanda y salir escoltado por guaruras. Lo digo en serio: nunca se me ha dado dejar la imagen del "nótese que soy artista". Sé que doy una imagen en otro sentido, tengo fama de sangrón, de pesado, de soberbio. Pero la verdad es que me dedico a trabajar.
-También tienes la imagen de un compositor e intérprete contestatario. ¿Eres consciente de que el público te ve así y espera que continúes en esa línea?
-Bueno, viva la independencia. Prefiero ser independiente y pobre aunque no venda muchos discos, a ser dependiente y millonario pero que me traten como si fuera una bolsa de papas fritas. Estoy consciente más o menos de lo que hago y de los riesgos que esto implica, también lo estoy de que nunca amasaré una fortuna de dinero. Mis discos jamás se han vendido lo que yo quisiera porque eso me daría un apoyo para hacer más cosas. El caso es que nunca se han vendido mis discos más que un promedio aceptable y con algunos altibajos. Me congratulo de haber grabado en un muy alto porcentaje sólo aquello que se me dio la gana, salvo algunas piedras en el camino que han sido muy pocas.
-Has mencionado a Eduardo Lizalde y en el concierto de este viernes ofrecerás temas basados en obras de José Emilio Pacheco y Octavio Paz. Además de escuchar música constantemente, ¿qué tanto tiempo le dedicas a la lectura?
-Mucho. Afortunadamente desde muy niño me inculcaron la lectura, un hecho que nunca terminaré de agradecer. Y la verdad que mi mayor goce en este mundo es leer. Acudo mucho a la poesía, al ensayo, a la novela. Y claro, en el Auditorio Nacional voy a recordar trabajos que hice con poemas de los escritores que mencionas más uno de Jaime Sabines que son, todos ellos, dolorosamente vigentes. No los cantaría si no mantuvieran un gran contacto con la vida de hoy. No te creas que me da mucho gusto cantar piezas dolorosas en relación a lo que nos sucede, pero debo hacerlo porque parece que eso que dicen sucedió ayer.
-En ese sentido, ¿el público al que te enfrentas no habrá cambiado mucho en su realidad en estos cuarenta años?
-A lo mejor estoy equivocado pero las cosas no han cambiado mucho. En todo caso, veo que los medios de información se han transformado de manera brutal, eso le ha dado un matiz muy distinto a cómo vemos la realidad. Y a eso hay que sumar el crecimiento demográfico. Pero en el fondo la lucha de las generaciones es la misma. El pelear los propios espacios en cualquier actividad seguirá siendo una constante. La bronca es conseguir espacios para trabajar. Eso lo detecto tanto aquí en la ciudad de México como en otras del país: veo a gran cantidad de gente joven con su guitarra peleando a muerte para que alguien la tome en cuenta. Estamos en un país muy rico en cultura y ésta no es tomada en cuenta, no hay vehículos suficientes para desarrollar las expectativas de los nuevos creadores. Eso es algo muy doloroso porque la mitad de la población de México tiene menos de 20 años de edad. No es posible que las expectativas sean tan pobres para una demanda de expresión tan desmedidamente grande. De verdad que en lo que a mí respecta desearía estar todo el día en mi casa, componiendo canciones, pero no, debo seguir trabajando en otro tipo de aspectos del oficio.
-¿Cuál es el balance entre el tiempo que has dedicado a rescatar música tradicional y el que dedicas a tu propia obra? ¿Te hubiera gustado dedicarte más a tu veta de compositor?
-He sacrificado mucho trabajo personal por mi interés en la canción tradicional. Yo mismo me obligo a eso. Las viejas canciones me encantan, están llenas de diversos valores y aprendo mucho de ellas. Luego, no me quiero limitar a cantar nada más lo mío, me parecería un poco estrecho. Para fortuna tenemos musicalmente una historia tremenda y respetabilísima, y por eso me corresponde lo mismo ser democrático con esas expresiones y no perder la capacidad de asombro.
-Luego de los 100 discos que tienes grabados, ¿qué género podría faltarte?
-Muchos, salvo la música por encargo que solicitan personas con poder y dinero. A esos prefiero mentarles la madre y quedo en paz. Y ahora estuve en Veracruz, con Los Pregoneros del Norte, para profundizar en la música del puerto. Algo que nunca haré, en todo caso, será algo parecido a la salsa, un género que por cierto odio y que ha hecho mucho daño. Continuaré acercándome a lo tradicional, sobre todo a la comunidad caribeña en la que México tiene una gran riqueza. Veo que no me va a alcanzar la vida para cubrir todo lo que me interesa. Y tampoco es fácil hacerle llegar al público todos los géneros maravillosos que he ido encontrando. Por ejemplo, tengo guardadas una buena cantidad de piezas relacionadas con la tradición religiosa del país, que musicalmente es una mina de oro y lo digo pese a que no soy nada religioso. Y si vamos a poner ejemplos de trabajos que quién sabe si algún día abordaré pues ahí están las pirecuas michoacanas, que son de una originalidad insólita, o la canción cardenche en el norte del país y que nos remonta al Siglo de Oro. Para no hablar de las huastecas, que tienen toneladas de música bella. No me alcanzará la vida.
-Sabemos que en este recital que ofrecerás hay algunos estrenos, entre ellos nuevas parodias políticas. ¿Es más sencillo criticar al actual poder que al que nos gobernó durante décadas?
-Es igual. Los horizontes del ridículo son inagotables,
no importan los partidos. Toda figura pública, política o
no, está expuesta a eso. Motivos de crítica y análisis
siempre los encontrará uno. Lo que me da coraje es cómo te
ganan los cartonistas de los diarios. Esto que voy a cantar en el Auditorio
a lo mejor parece extemporáneo aunque se refiera a hechos de hace
un par de meses. Lo que pasa es que la canción no puede viajar tan
rápido como los acontecimientos o las torpezas de los políticos.
En todo caso diría que me divierto igual componiendo parodias tanto
para las figuras públicas de antes como las de ahora.