VIERNES Ť 31 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť José Cueli
Defender el espíritu universitario
En el ya inquietante y desesperanzador panorama nacional, se emitieron en días recientes unas declaraciones que atribuían a la UNAM el hecho de ser ''semillero de guerrilleros" y con ello una vez más nuestra máxima casa de estudios era atacada y cuestionada con endebles y tendenciosos argumentos que obedecen a intereses ajenos a la continuidad académica y democrática de la universidad. Intereses que parecen empecinarse en enterrar la tradición y la academia, propias del quehacer universitario, al ignorar de manera grosera y burda el destacado papel de esa institución en la vida nacional, en cuya defensa han salido el rector Juan Ramón de la Fuente y destacados universitarios.
De nuevo aparece el fantasma que, silencioso o con falsos argumentos, amenaza con querer minar los valores esenciales de la universidad, como la libertad de pensamiento y expresión, es decir, la libertad de cátedra y el valor infinito de la palabra que busca su sentido y su razón de ser. Atentar contra ello es atentar contra todos los universitarios y más aún contra la nación entera.
La libertad de cátedra apunta y de hecho tiene como finalidad promover la libertad en el pensamiento y en la palabra. Sin embargo, la palabra hueca, la palabra vacía que emerge de los intereses narcisistas intenta sofocar a la palabra plena, aquella que busca el diálogo, el reconocimiento y el respeto por el otro; la única que puede posibilitar las vías de tránsito hacia el desarrollo intelectual y, por ende, a la democracia.
Detrás de los ataques y las críticas a la UNAM se ocultan otros intereses que en nada corresponden con la importancia que para todo Estado que se precie de democrático, conlleva el hecho de mantener a flote una enseñanza pública de alto nivel, como señaló el rector De la Fuente. Estos devastadores intérpretes de los hechos recientes parecen ignorar la tradición y la destacada labor que la UNAM ha desarrollado a pesar de las mil y una vicisitudes que ha debido enfrentar a lo largo de su existencia.
Ante la indignación que nos despierta este nuevo ataque a la universidad, la ofensa contra valores fundamentales como la libertad de cátedra y el inalienable derecho de pensar y de expresarnos por medio de la palabra y no de la intriga, amenazados por la globalización y por intereses económicos ajenos a los nuestros, parecen venir como anillo al dedo las siguientes reflexiones de Heidegger.
El tránsito por los caminos inexplorados del pensamiento, caminos de bosque heideggerianos donde los senderos parecen confundirse sin llevar a ninguna parte, sin embargo ''detrás del bosque se encuentra, en su retiro, la verdad". Denuncia heideggeriana del olvido del ser.
A partir de la pregunta por la técnica, Heidegger trata de explicar por qué la razón se muestra tan impotente para controlar y dominar lo que ella misma ha puesto en marcha y en obra, y así lo enuncia: ''La técnica es, en su esencia, el destino histórico y ontológico del pensamiento del Ser en tanto éste permanece en el olvido". Se pregunta no sin desazón, si el hombre podrá volver a ''habitar" su mundo, encontrar un suelo, una patria (Ƒuna universidad?) para sentirse en casa. Denuncia abierta a la desustanciación, a la alienación, a los afanes cientificistas aferrados sin reserva al rigor del entendimiento, operativo donde no hay ni necesidad ni deseo, ni siquiera la posibilidad de ''pensar". Denuncia a semejante lógica que ha conllevado efectos devastadores con ''pérdida del sentido de lo que es cercano y familiar; diabólica exaltación de la producción y el consumo y odiosa sospecha de todo cuanto es creador y libre".
Si dejamos de lado al ser y claudicamos ante el pensamiento creador sólo quedará decir que ''estamos errados, diferidos y excedidos por la propia errancia". Por ello, no debemos renunciar a nuestros más elementales derechos como universitarios y ciudadanos.
''La conciencia humana -decía Artaud- tiene derecho a hacerse preguntas, hasta esa interrogación extrema en la que ya no hay conciencia ni pregunta, sino una llama inenarrable, única, que brota del espíritu." Por tanto, šno permitamos que el espíritu universitario se nos extinga!