VIERNES Ť 31 Ť AGOSTO Ť 2001

DESAPARECIDOS

Ť La versión de su muerte apareció en un documento de las FARP hallado en el DF

Se desconoce el paradero de cuatro miembros de la OCSS; los habría ejecutado el EPR

Ť Desde hace cuatro años la dirigente Rocío Mesino pide a familiares hacer público este caso

BLANCHE PETRICH ENVIADA

Acapulco, Gro. Rocío Mesino, dirigente de la Organización Campesina de la Sierra Sur (OCSS), con sede en Coyuca, aseguró que desde el momento en que supo que tres integrantes de su agrupación habían desaparecido, en octubre de 1997, insistió ante sus familiares sobre la necesidad de hacer pública la denuncia y de reclamar su presentación a las autoridades. Pero dos de los hermanos de las víctimas, Fortunato Avelino y Emiliano Estévez, le expresaron que ''preferían esperar'', ya que las denuncias habían sido presentadas ante la delegación de la Procuraduría General de la República, y ''ya estaban investigando.''

Cuatro años después de estas desapariciones, la información sobre el paradero de estos tres campesinos guerrerenses -entre ellos Paula Galeano, una combativa viuda de uno de los asesinados en Aguas Blancas, de las pocas que se negaron a aceptar indemnizaciones del gobierno local a cambio de su silencio- efectivamente salió de las manos de la PGR, pero no como producto de una investigación de los hechos, sino como resultado de una filtración de documentos, presuntamente encontrados en poder del EPR en la ciudad de México, a un diario capitalino.

El documento en cuestión -que según la PGR fue hallado en la casa de seguridad del presunto comando de las FARP que colocó petardos en las sucursales de Banamex en el Distrito Federal- narra un siniestro episodio de ajusticiamiento en las filas eperristas en la sierra de Coyuca de Benítez. Según esta versión, Fortunato Avelino, Emiliano Estévez y Paula Galeano, los tres activos miembros de la OCSS, habrían pertenecido al EPR y en octubre de 1997 fueron citados a comparecer por uno de sus superiores en un campamento guerrillero.

En ese documento, cuya veracidad aún queda por confirmarse, se sostiene que los tres activistas militaban en las filas guerrilleras con los seudónimos Miriam, David y Arturo, respectivamente. De manera inusual, el texto de los presuntos rebeldes da pistas de la identidad de los campesinos -que según esta historia fueron ejecutados- colocando entre paréntesis las primeras letras de los verdaderos nombres, como Fort, de Fortunato, o Bocho, el apodo de otro de ellos.

Hilda Navarrete, dirigente de la organización de derechos humanos La voz de los sin voz, de Coyuca, ha señalado que de ser cierta esta versión el EPR tiene que informar públicamente dónde se encuentran los cuerpos de las tres personas desaparecidas. Sin embargo, no descartó que otros grupos, incluso cuerpos de seguridad, pudieran ser los responsables.

Después de la ''revelación' del supuesto documento del EPR, la revista Proceso reprodujo declaraciones de familiares de dos de las víctimas, que señalan a Rocío Mesino como responsable de no haber hecho la denuncia antes, ya que la dirigente los habría ''amenazado de no denunciar ni investigar los hechos, porque podían afectar a inocentes''.

Mesino, de 26 años, es una de las pocas dirigentes de la OCSS que permaneció en la región de Coyuca y Atoyac al frente de la fraccionada agrupación, luego de la fuerte batida represiva que sobrevino despuésmarcha-afadem de la matanza de Aguas Blancas en 1996. Varios de los líderes, entre ellos su padre Hilario Mesino, fueron apresados. Incluso, Benigno Guzmán, el máximo dirigente, fue consignado en Puente Grande. Se le quiso implicar como ''comandante'' del EPR, pero al final fue absuelto de los cargos que lo relacionaban con la lucha armada. Otro líder también cercano a la OCSS, el diputado perredista local Ranferi Hernández, salió al exilio durante cuatro años.

En entrevista con La Jornada, Mesino asegura que ella no sabía que los tres desaparecidos hubieran sido militantes del EPR y mucho menos que hubieran sido ejecutados por el grupo armado. Lejos de amenazar a las familias para que no denunciaran, ella sostiene que en varias ocasiones insistió con Reyna Avelino Huizache, hermana de uno de los desaparecidos, para que presentaran una demanda de los hechos y se informara públicamente sobre la situación. ''Reyna me pidió que esperáramos, que había que ver lo que la PGR iba a investigar.'' Cuando se acercaban los aniversarios de la matanza de Aguas Blancas, en cuyos actos conmemorativos Rocío siempre estuvo al frente, volvía a proponer la denuncia del caso y eran los familiares quienes le pedían no hacerlo.

''Siempre estuve en la mejor disposición de apoyar cualquier denuncia pública, máxime que Paula Galeano era mi amiga y una de las luchadoras más valientes. No lo hice por respeto a las familias. Pero yo, como todos, me uno al clamor: sea quien sea el responsable, estos hechos se tienen que aclarar.''

La última vez que insistió fue con el hermano de Emiliano Estévez, Eudosio, hace siete meses. ''Y él me volvió a decir que acababa de hablar con el procurador y que mejor esperáramos.''

Siempre en el ojo del huracán, Mesino asegura que ella ya esperaba desde hace algún tiempo un nuevo golpe de efecto que la volviera a implicar con el EPR o con cualquier otro grupo armado. Refiere que cuando ocurrió la matanza de Aguas Blancas ella estudiaba técnico agropecuario en la escuela de bachilleres técnica en Chilpancingo. Tenía entonces 20 años. La lucha porque se hiciera justicia después de la matanza la llevó a dedicarse de tiempo entero al trabajo de la OCSS. ''Primero dijeron que era del EZLN. Luego que del EPR. En las declaraciones que le arrancaron bajo tortura a Erika Zamora (hoy presa en Chilpancingo) se dice que soy del ERPI. Me han dicho de todo. En Coyuca aparecieron pintas en las que me llaman vendepatrias y ponen mi nombre junto a la suástica de Hitler. He sido amenazada de muerte en Acapulco y en Tepetixtla. En noviembre de 1998 sufrí un intento de secuestro. Y todo porque yo siempre he dado la cara. Porque a los responsables de la matanza de Aguas Blancas yo les he gritado asesinos frente a frente. Este lugar -lo dice Rocío en el café Astoria, lugar de tradición parroquiana en el viejo Acapulco, bajo los laureles del Zócalo- es testigo de mis denuncias. Aquí siempre doy mis conferencias de prensa.''

Bajita y robusta, ya no usa la cola de caballo de antes, sino el cabello corto. ''A mí no me van a intimidar. No me da miedo que investiguen, que esclarezcan. Al contrario, eso es lo que exijo. Lo que sí me da miedo es la desaparición y la tortura.''

En breve, un grupo de trabajo conformado por la OCSS, el Centro de Derechos Humanos Pro Juárez y la Asociación de Familiares de Desaparecidos, con el concurso de la embajadora especial para los Derechos Humanos, Mariclaire Acosta, reabrirá el caso de Aguas Blancas en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA.