JUEVES Ť 30 Ť AGOSTO Ť 2001

Ť Los acuerdos, terminan antes de comenzar

Medio Oriente, región de intentos vanos de paz y espiral de violencia

GABRIELA FONSECA/I

El acuerdo de paz para Beit Jala, a punto de ser sepultado poco después de haberse pactado, es sólo el último ejemplo de los cada vez más modestos esfuerzos para tratar de frenar la escalada en Levante, escenario desde hace 11 meses de una constante e in-contenible espiral de violencia que ha provocado más de 700 muertos, la mayoría palestinos. Antes ya habían fracasado las negociaciones de paz en Campo David, auspiciadas por el gobierno de Bill Clinton, quien estaba decidido a cerrar su mandato con la paz en Medio Oriente.

El acuerdo propuesto, considerado el más generoso en concesiones jamás planteado por un gobierno israelí, fue rechazado por los palestinos. Las razones: se insistía, entre otras cosas, en no permitir el retorno de los refugiados y no daba respuestas satisfactorias a las demandas sobre los asentamientos judíos y a la cuestión de Jerusalén oriental.

La primera semana de la segunda intifada palestina, que empezó el 28 de septiembre del año pasado, dejó 72 muertos, y este sal-do, entonces considerado alarmante, motivó una reunión en París entre el anterior primer ministro israelí, el laborista Ehud Barak, y el presidente palestino, Yasser Arafat.

Ese encuentro concluyó en acusaciones mutuas y sin acuerdo, entre otras cosas porque se rechazó la exigencia de Arafat de enviar una comisión independiente a investigar el origen de la intifada, que los palestinos atribuían a que el halcón del partido derechista Likud, Ariel Sharon, visitó la Ex-planada de las Mezquitas en Jerusalén, un acto de provocación contra los palestinos.

Los israelíes aseguraban que la revuelta se debía a que movimientos cercanos a la Autoridad Nacional Palestina azuzaban a la población árabe.

El comienzo de esta nueva intifada estuvo marcado, además, por el hecho de que Israel empezó a efectuar movimientos de tropas que los palestinos interpretaron co-mo el comienzo de una ocupación de territorios autónomos. Esto llevó a Arafat a asegurar, a un mes del comienzo de la revuelta, que la intifada "continuará hasta que la bandera palestina ondee sobre Jerusalén, capital de nuestro Estado independiente".

Barak, quien entonces estaba enfrascado en una crisis provocada por la pérdida del apoyo de partidos derechistas y religiosos que formaban su coalición de gobierno, propuso un acuerdo parcial con los palestinos según el cual los asentamientos israelíes enmideast_israel_palesti territorios palestinos serían anexados a Israel, a cambio de que Tel Aviv retirara a sus tropas de 10 por ciento de la superficie de Cisjordania y dejar pendientes las cuestiones sobre Jerusalén oriental y de los refugiados palestinos durante "uno o dos años".

La ANP rechazó el plan, en momentos en que las encuestas predijeron el triunfo de Sharon en las elecciones de febrero de 2001.

Durante las semanas que siguieron, Barak siguió intentando, con el apoyo de Estados Unidos, relanzar el proceso de paz enfrascado en la campaña electoral y mientras Sharon prometía al electorado garantizar su seguridad ante la revuelta palestina.

El 21 de diciembre Clinton, a un mes de entregar el poder a George W. Bush, presentó un proyecto de acuerdo que proponía que se dividieran los lugares santos de Jerusalén entre israelíes y palestinos y se evacuara la mayor parte de los asentamientos judíos, mientras que los de mayor tamaño fueran anexados al territorio israelí.

El plan no tuvo la aceptación de los palestinos y los israelíes lo apoyaron "sólo como base de discusión", mientras que el Vaticano llamó la atención sobre el hecho de que allí también hay lugares santos cristianos.

El 28 de diciembre Clinton lamentó que israelíes y palestinos no hubieran tomado en cuenta el hecho de que su administración tocaba a su fin.

En enero, israelíes y palestinos celebraban negociaciones de paz en Taba, Egipto, sin gran participación del flamante gobierno estadunidense e interrumpidas porque los enfrentamientos en el terreno aumentaban: ya habían muerto 322 palestinos, 47 israelíes y 13 árabes israelíes como consecuencia de la intifada.

En plena campaña electoral israelí y encabezando las encuestas, Sharon prometió que su futuro gobierno "moderaría las esperanzas" sobre las condiciones de una paz futura con Israel. En esos momentos los bloqueos de los territorios palestinos se incrementaban y las autoridades palestinas vaticinaron el caos si Sharon resultaba ganador de los comicios del 6 de febrero.

El 13 de febrero siguiente, antes de que Sharon asumiera el poder, un comandante palestino de la Fuerza 17 murió cuando su auto fue atacado con misiles israelíes, en una operación que Barak consideró justificada "por el derecho de atacar a autores de un ataque antisraelí".

Dos días después, el Likud y los laboristas anunciaron su flamante acuerdo para integrar una coalición de gobierno.