JUEVES Ť 30 Ť AGOSTO Ť 2001
Orlando Delgado
El desempeño económico en el primer informe
Cuando el gobierno foxista tomó posesión hace nueve meses, sabía que el grado de dependencia de nuestra economía respecto a la de Estados Unidos era considerable. También sabía que muy probablemente la desaceleración de esa economía iba a ser severa y que, en consecuencia, el estímulo recibido por la industria mexicana durante ocho años se detendría e incluso operaría en sentido contrario. Sabía, por lo tanto, que la meta de crecimiento propuesta de 4.5 por ciento era inalcanzable y que su planteo de política económica se proponía acompasar nuestro ritmo al de la estadunidense. La prioridad se concentraba en lograr que el crecimiento de los precios se mantuviera dentro del programa propuesto, esto es, 6.5 por ciento; la meta de crecimiento era sacrificable.
Para instrumentar este programa decidió que los diseñadores y operadores económicos fueran escogidos de las filas del régimen anterior, de modo que la señal que se enviara al mercado resultase inconfundible: continuidad en la propuesta fundamental de largo plazo. Al mismo tiempo se eligió a los economistas del equipo cerrado de la Presidencia para ser los voceros de los cambios que prometió el nuevo gobierno; entre sus tareas sustantivas ha estado inventar discusiones con las que se ha tratado de eludir los temas candentes de la conducción económica. Este equipo ha funcionado promoviendo conceptos equívocos, que han servido como bolas de humo, capaces de generar impresiones simplistas de las habilidades del propio gobierno.
Han intentado convencernos de que el Presidente no tiene idea de lo que le ocurre a la economía, lo que le lleva a establecer metas más efímeras que las gardenias. Pero las características fundamentales de su manejo de política económica son cada vez más nítidas: la inflación ha evolucionado mejor de lo esperado, lo que asegura que el cierre anual será de 5.2 por ciento, permitiendo que la meta de alcanzar la inflación de nuestros principales socios comerciales se adelante un año. Esto se ha logrado por la aplicación inquebrantable de una política monetaria restrictiva, pese a que la caída de la actividad económica ha resultado mayor a la estadunidense. Las reducciones del corto mantienen el sesgo restrictivo, fundamental para explicar la apreciación del peso y, consecuentemente, la evolución de los precios.
Por ello, en el primer Informe se dirá que México está listo para que tan pronto se reanude el crecimiento en los países ricos, seamos los más dinámicos en recuperarnos. Se dirá que será necesario que se apruebe la reforma fiscal, conditio sine qua non para lograr el grado de inversión, lo que abaratará el costo de las emisiones de papel mexicano y de la deuda. Esta aprobación permitirá que el gobierno cuente con los recursos necesarios, aunque pudiera no gastarlos, para atender los reclamos sociales que le parezcan pertinentes. Se insistirá, en suma, en que el país va bien, lo que constituye un reconocimiento de que su estrategia está funcionando; lo que se buscaba, se ha conseguido. Reducir la inflación, cuidar el sector externo, mantener las finanzas públicas con un déficit de 0.6 por ciento del PIB son los éxitos de su gestión económica. No se propuso alcanzar un crecimiento que generase empleos, aunque no fuesen en el número necesario; tampoco ha sido prioritario evitar que se cerraran plantas industriales ni defender a los productores agrícolas.
Así las cosas, terminaremos el año con un crecimiento menor al uno por ciento, lo que está lejos de la meta ofrecida en campaña. Esto no será consecuencia de la desaceleración de la economía estadunidense, sino de una política que deliberadamente se propuso frenar nuestra economía. Los costos están a la vista. El primer Informe argumentará que no había alternativa: crecer más rápido que Estados Unidos hubiese generado problemas en la cuenta corriente, cuestionando el tipo de cambio e impidiendo lograr la meta de inflación. El resultado ha sido una recesión más aguda que la de los vecinos del norte, cuya recuperación es condición necesaria para la nuestra, pero no suficiente. El reanimamiento de la demanda de la industria estadunidense ocurrirá luego que la demanda repunte; esto significa que los pedidos se darán en el segundo bimestre del año próximo, lo que señala que nuestra recuperación podrá darse hasta finales del segundo trimestre. Mientras tanto, el nuevo gobierno dirá que seguimos el ciclo económico ordenadamente, no importa cuántos queden en el camino.