JUEVES Ť 30 Ť AGOSTO Ť 2001

ASTILLERO

Julio Hernández López

NOTIMEX, LA AGENCIA oficial del gobierno mexicano, reportó que (a unos días de que forcejee con el Congreso federal a causa de esos tópicos) el presidente de la república reconoció ayer en toda su magnitud la grave situación económica nacional. La recuperación, dijo con sinceridad, se ve "muy lenta en llegar", pues el crecimiento del producto interno bruto no se dio en los términos que había calculado el propio mandatario (0.7 por ciento había estimado, y en el segundo trimestre del año apenas se había conseguido 0.2 por ciento).

"ESTOY PROFUNDAMENTE PREOCUPADO por las familias de los trabajadores", dijo el poderoso ranchero. No se entretuvo en discutir si lo descrito es un atorón, una desaceleración o toda una recesión: "Nuestra economía comenzó a frenarse el año pasado, y eso es una mala noticia", precisó desde sus botas vaqueras.

POR ELLO ANUNCIO que no permitirá que se aumente el monto de los impuestos que los ciudadanos deban pagar. Eso sería "un ancla" para la economía, dijo. Por el contrario, argumentó, lo que se necesita es que haya reducciones impositivas, para que los ciudadanos reactiven el consumo, para que tengan "más de su propio dinero para gastar, ahorrar e invertir, que son las cosas exactas que hacen crecer nuestra economía. Un alivio en los impuestos es exactamente la cosa correcta, la receta correcta", redondeó.

ASI HABLO EL PRESIDENTE de los Estados Unidos, George W. Bush, ante miles de veteranos de guerra reunidos para escucharle en San Antonio, Texas. Las palabras del mandatario, difundidas por Notimex, se produjeron un día antes de que termine sus largas vacaciones y retorne a Washington, donde deberá empezar de inmediato una fuerte batalla con el Poder Legislativo respecto al manejo del presupuesto federal.

ACA, EN TIERRAS MEXICANAS, mientras tanto, el comisionado estadunidense para asuntos conyugales de segundo frente, Jeffrey Davidow, le envió, mediante la muy discreta vía de hacer declaraciones a la prensa, unas líneas al presidente (de México) Vicente Fox para que se luzca el día de su primer Informe de labores. Sesenta mil visas (qué visas: visotas, visazas) para mexicanos que vayan a hacer al otro lado de la frontera lo que los nativos no quieren. Al menos eso fue lo que anunció el embajador que de mañana (aunque no a las ocho horas, ni en cabaña alguna, ni con oficial cachirul del registro civil) reveló que las relaciones entre su país y el nuestro son como de marido y marida, de cónyuge y cónyuga, sin especificar cuál de los dos países era cuál, es decir, a cuál correspondía dar el gasto y a cuál lavar la ropa.

 

ESO SI, DIJO DAVIDOW que, siendo buena la tal relación de pareja, luego surgen controversias que, dialécticas, acaban por fortalecerla. (En ese contexto de amores confesos, a este tecleador le preocupa saber que ayer mismo el presidente Bush se haya declarado "ansioso" de encontrarse con Fox. Eso sí, lanzó ramos de flores silvestres a su contraparte: dijo que la historia de Estados Unidos se ha escrito en inglés y en otros idiomas -como lo podrían demostrar los nombres de algunas de sus ciudades importantes, opina este astillero indocumentado- y que México "ha desempeñado un papel importante, no sólo en la historia de Texas, sino de toda nuestra nación", pues sí, el papel de cederle territorio a fuerzas.)

LAS 60 MIL VISAS, en ese contexto, son una concreción de la postura ya anunciada de Bush, de no dar amnistía sino ciertas formas de regularización de la estancia de unos 3 millones de mexicanos que son exiliados económicos (el presidente Fox, especialista en convertir con su labia lo chico en grande y lo mediano en gigante, asegura que no son 3 sino 20 millones de mexicanos los que viven en Estados Unidos). De hecho, según explicó luego la oficina de prensa del propio Davidow, ese programa de visas ni es nuevo ni exclusivo para los mexicanos. Jorge Castañeda, bueno también como es para los sueños de grandeza, ha dicho por su parte que a más tardar a principios del 2002 habrá un programa binacional en materia migratoria. El canciller mexicano ha hecho grandes pompas de jabón con este asunto, y ha llevado decrecientemente la escala de expectativas de la amnistía general a la regularización condicionada y a las visas de trabajadores huéspedes. Similares esfuerzos de malabarismo vistoso realiza con el asunto del asiento que México pelea para estar en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, como si en tal esfuerzo fuese el orgullo patrio (la República Dominicana pelea a México el citado asiento, como Jamaica el lugar para ir al Mundial de Futbol) y como si la plaza de la ONU fuese algo más que un espacio latinoamericano rotatorio.

EN LA CIUDAD DE MEXICO, mientras tanto, ha desaparecido el líder formal de los dueños de los llamados giros negros. Sería muy lamentable que hubiese sido víctima de las bandas delincuenciales que han convertido al Distrito Federal en tierra peligrosísima, virtualmente sustraída a todo acto de autoridad que no sea la emisión de optimistas declaraciones de que estadísticamente van disminuyendo los reportes de hechos ilícitos. En caso de que Ismael Rivera Cruces hubiese sido secuestrado, merecería respaldo y solidaridad, aun a pesar de representar y formar parte de una de las vertientes capitalinas del crimen organizado, como son los nefastos antros a los que el actual gobierno perredista ha declarado guerra como nunca antes nadie lo había hecho (ni siquiera, desde luego, en las administraciones de Cuauhtémoc Cárdenas y de Rosario Robles).

ASOMAN, SIN EMBARGO, hilos que mueven a natural y cuidadosa suspicacia, pues la desaparición del citado empresario y líder de centros de prostitución y narcotráfico se dio justa, exactamente, en el momento climático que él había fijado para develar los presuntos nexos de la delegada Dolores Padierna con negociantes del reventón nocturno extremo. Los primeros beneficiarios del episodio de Rivera Cruces son los propios dueños de esos negocios, pues de inmediato se hizo correr la versión de que la delegada incómoda habría ordenado el secuestro de su adversario, para que no hiciera públicas las pruebas que decía tener en contra de ésta. En abono de esas tesis estaría el sembrado de previas denuncias de presuntas amenazas, unas anónimas y otras provenientes de la delegación política padiernista, que habría recibido el desaparecido.

NO PARECE HABER elementos para tal libreto. Padierna ha librado una batalla peligrosísima contra mafias que no se detienen ante nada, así sea el secuestro y el asesinato, cuando no hubiera funcionado el mecanismo clásico de la corrupción. En ese trayecto de conflicto, los dueños de los giros negros han tratado de enlodar a Padierna lo mismo con falsas grabaciones telefónicas (muy probablemente fabricadas mediante artificios cibernéticos que los especialistas pueden hacer con gran facilidad) que con amañadas marchas de protesta y con otras argucias de las cuales a nadie debería sorprender si la desaparición de Rivera Cruces fuera una más.

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